Cambio de coordenadas
El hígado da malos consejos
Pablo Hiriart
A estas alturas los actuales gobernantes deberían tener claro que se equivocaron al diagnosticar a la violencia como inherente a la “guerra contra el narco” de administraciones anteriores.
No sólo erraron, calumniaron e hicieron campaña con la promesa de bajar la violencia rápidamente porque ellos no harían tal guerra.
El resultado es que 2019 fue el año más violento de la historia contemporánea del país.
Se equivocaron de diagnóstico porque los cegó el enojo.
Lo que tenemos en México es una lucha armada de las bandas delictivas entre sí, y una guerra abierta de los grupos criminales contra la sociedad, contra las personas y sus bienes.
En último año de Peña Nieto se dieron 33 mil 743 asesinatos. Terrible.
¿Cuánto bajaron esos crímenes con su nueva estrategia?
Empeoramos. El primer año de los que iban a pacificar al país con abrazos, aumentó la cifra de víctimas de asesinato doloso: 34 mil 582.
No fue el Estado, sino la ausencia de Estado.
De un año para otro, 2018 a 2019, las víctimas del delito aumentaron en 10 por ciento.
¿Por qué? ¿Porque se está haciendo lo correcto?
La extorsión aumentó en 29.02 por ciento, los feminicidios se incrementaron en 10.31 por ciento y las víctimas de secuestro subieron 3.53 por ciento, de acuerdo con los datos que dio a conocer el lunes el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
¿Qué pasó con los abrazos y una Guardia Nacional con personal de las Fuerzas Armadas y la Policía Federal?
Fue un fracaso porque la estrategia partió de un diagnóstico equivocado: que el culpable de la violencia y criminalidad en el país era el Estado.
Pensaron, y se creyeron su propio cuento, que todo fue un invento de Calderón “para legitimarse”.
Insisten en el error: ayer el Presidente en su conferencia matutina fue consultado por las cifras dadas a conocer y respondió que en su gobierno ya no se protege a los cárteles de las drogas, como ocurría antes.
Otra vez el hígado. Así no se puede.
¿Cómo es que ahora, que no se les protege desde el gobierno, las bandas criminales matan, secuestran y extorsionan a más mexicanos que cuando delinquían con la carta blanca del Estado?
Sin duda las estrategias seguidas tenían muchas deficiencias, pero esta es peor. Los números de muertos y víctimas de delitos lo demuestran.
Con un agravante: los gobiernos de Calderón y Peña tuvieron el acierto de golpear a los grandes cárteles y evitar que tuvieran la fuerza suficiente para enfrentar al Estado. En este gobierno eso se deshizo.
Ya hay dos carteles que no sólo están en condiciones de confrontarse con las fuerzas del Estado al tú por tú, sino de doblar al gobierno. Ahí está el culiacanazo.
Por este camino podemos perder el país, lo exponemos a una intervención extranjera o a que se instaure en México la tiranía de los grupos criminales.
El pasado domingo hubo 19 asesinados en Guanajuato. ¿Fue el Estado?
Viernes por la madrugada: un centenar de sicarios armados arrasó con todo un pueblo en Madera, Chihuahua, quemó 22 de las 33 casas que habían en el poblado e incendió los vehículos. ¿Y la Guardia Nacional?
No hubo muertos porque los lugareños abandonaron sus hogares y pertenencias. Un éxodo ante el aviso de que los masacrarían.
Y eso fue perpetrado por el mismo grupo criminal que quemó vivos a seis niños y tres mujeres, según infirmó Julián LeBarón.
Ocurrió a días de que el Presidente fue a la zona a ofrecer seguridad y un memorial.
¿Qué pasa con la Guardia Nacional? Sí, 27 mil elementos están ocupados en las fronteras persiguiendo migrantes pobres. ¿Y el resto?
Este mismo fin de semana diez músicos náhuatl, en Chilapa, Guerrero, fueron interceptados por un vehículo que los rafagueó y los incineró. Todos muertos.
Pregunto: ¿fue el Estado el que los mató? ¿O fueron criminales que hacen lo que hacen por ausencia de Estado?
El secretario de Seguridad Ciudadana, Alfonso Durazo, dijo hace unos días ante gobernadores, y dijo bien, que en el tema de la inseguridad o nos salvamos juntos o nos hundimos juntos.
Tiene razón Durazo. Hay que elaborar una estrategia de Estado contra la violencia y la criminalidad, transexenal, con cuatro o cinco puntos concretos, verificables, darles seguimiento, y construida por todos.
Para lograrlo, quien debe convocar es el gobierno.
Menos hígado y un poco de humildad, que tienen 34 mil 582 razones para ponerse manos a la obra.