Libros de ayer y hoy
USO DE RAZÓN
¿Ebrard es el culpable?
Pablo Hiriart
Con una soltura y aplomo dignos de emperadores romanos, los sectores más radicales del oficialismo le bajan el pulgar a Marcelo Ebrard al señalarlo como culpable de la humillación a la que nos ha sometido el presidente de Estados Unidos.
En efecto, no se recuerda en la historia moderna una capitulación tan bochornosa de un gobierno mexicano ante una potencia extranjera, al servir de policías suyos para perseguir y tratar de capturar a decenas de miles de ciudadanos indeseables de recibir en el país de las barras y las estrellas.
Lo que ha hecho Ebrard, sin embargo, es tratar de salvar a México de una crisis que no creó él, sino que fue producto de la acción irresponsable de esos sectores radicales que alentaron los flujos migratorios y jugaron con fuego.
Nada más lejos de la intención de esta columna está defender a Marcelo Ebrard, pero no es posible callar ante tal exhibición de cinismo de analistas y caricaturistas alineados con la 4T, que pintan al canciller como el responsable de una subordinación que ellos provocaron.
Puertas abiertas, brazos extendidos, bienvenidos amigos, adelante las caravanas, aquí hay víveres. Vengan, en el Jesús “Palillo” Martínez de la Magdalena Mixhuca los esperamos con hospedaje y atenciones.
Anímense, crucen por nuestro territorio que aquí ya pusimos en marcha programas sociales dotados de recursos para asistirlos y apoyarlos cuando lleguen a la capital.
Es más, ya establecimos “un puente humanitario” desde Chiapas, por donde entran a patadas si quieren, hasta que terminen en la frontera norte para tratar de entrar ilegalmente a Estados Unidos.
¿No lo han podido hacer? ¿Hay mucha vigilancia de la Migra? No se preocupen, aquí van más recursos para que se queden el tiempo que necesiten y burlar a la Patrulla Fronteriza.
¿Visas humanitarias? Faltaba más: las que quieran. Pásenle, pásenle, y vayan a fastidiar al vecino del norte.
Esa locura, establecida como política de gobierno por parte de los sectores radicales, iba a tener una consecuencia, como en efecto la tuvo.
Una cosa es la (hermosa) obligación humanitaria de “dar de beber al sediento” y “dar de comer al hambriento”, y otra es jugar con los flujos migratorios con el objetivo de aparecer como los “buena onda” que ponen en jaque a Trump.
El problema lo crearon los radicales del gobierno y su partido, y cuando no pudieron controlar el incendio que armaron con su irresponsabilidad, ahí sí, “que lo arregle Marcelo”.
Y con la otra mano escriben: “qué bárbaro Marcelo, se agachó ante Trump”.
Si Estados Unidos nos hubiera aplicado los impuestos de manera gradual e implacable como parecía ser, habría significado que con un 10 por ciento a los aranceles la reducción de exportaciones sería del orden del 44 por ciento, de acuerdo con información hecha pública por la cancillería.
Habríamos tenido una caída del PIB en 2.2 por ciento y los empleos que se hubieran perdido alcanzarían la cifra de dos millones.
Sí, dos millones de mexicanos se habrían quedado sin ingresos para el sustento de sus familias.
Desconozco si había alternativas para enfrentar el tsunami que se nos venía encima.
Lo que sí está claro es que quienes crearon el problema y llevaron a México a una situación de subordinado de Estados Unidos en materia de migración, continúan tan campantes en sus puestos sin pagar con el cargo su enorme irresponsabilidad política para con la nación.
Y con un desparpajo inaceptable, culpan al secretario de Relaciones Exteriores de salvar lo que se pueda en el incendio que ellos provocaron.