Líneas Quadratín
USO DE RAZÓN
La trampa de la revocación
Pablo Hiriart
La única forma de que Morena y sus aliados vuelvan a tener mayoría calificada en la Cámara de Diputados es que el presidente esté en la boleta en las elecciones intermedias o poco antes de ellas.
Ayer se le ocurrió una nueva idea: la que la consulta de revocación de su mandato sea en el natalicio de Benito Juárez del 2021. 21-21, ¡y es domingo!, agregó.
Uno se pregunta, ¿no hay graves temas económicos en los que pensar? ¿Ni sociales? ¿Ni de la relación bilateral con Estados Unidos?.
Trump y Xi Jinpig van a tratar de arregoar su diferendo comercial en la cumbre del G-20 a fin de mes en Osaka, y nuestro presidente no va ni arregla porque está pensando en una elección para ayudar a que Morena refrende la mayoría en 2021.
¿No hay suficientes problemas como para ponerse serios?
La consulta de revocación de mandato la quiere el día de la elección federal intermedia, o antes, en el mismo año, para hacer campaña e impulsar a Morena.
Ya se vio en los comicios locales en seis estados, celebrados el pasado dos de junio, que Morena vuelve a perder en el norte (salvo BC) y en el centro no le da para alcanzar mayoría en el Congreso federal.
Esa es la razón por la cual el presidente impulsa el señuelo de la «revocación de mandato».
Con él en campaña tal vez logre lo que necesita: refrendar la mayoría en la Cámara de Diputados porque en la segunda etapa de su gobierno vendrán los cambios constitucionales que darán forma a su proyecto.
Algunos opositores ven atractiva la posibilidad de votar para decirle al presidente que no continúe en el cargo a partir del año 2021. La oferta es tentadora, pero inconveniente.
Si el presidente gana, gana todo.
El golpe a las clases medias y altas vendrá en la segunda mitad del sexenio, con reformas fiscales y debilitamiento de la propiedad privada, por lo que necesita mayoría en el Congreso.
Ya hemos visto, en los hechos, lo que piensa Morena de la propiedad privada.
Nos lo ha enseñado durante años, con sus organizaciones afines como la CNTE y otros grupos que toman edificios, hoteles, radiodifusoras, camiones de empresas “transnacionales”, carreteras, casetas de peaje, aeropuertos.
En la Ciudad de México impulsaron y sacaron adelante una ley que dejaba desprotegidos a los dueños de inmuebles ante la falta de pago de los arrendatarios.
Favorecía ampliamente la cultura del “no pago”. Al cabo que los “ricos” (propietarios de una casa o un departamento), son malos, fifís, vividores, camajanes, pirrurris, conservadores.
Crearon el incentivo para las invasiones de terrenos y viviendas particulares, al poner en la ley que en el caso extremo de recurrirse al desalojo (luego de años de litigios y agotadas todas las instancias de convencimiento), el gobierno se obligaba a darles una «vivienda adecuada» a los invasores.
Mayor incentivo al atropello de los bienes ajenos, imposible.
Tuvieron que echarse para atrás cuando se alzaron voces que mostraron el plan chavista del gobierno capitalino.
Se apresuró Sheinbaum. Eso es para más adelante. Después del 2021.
La Jefa de Gobierno, salió a decir que no estaba de acuerdo con esa ley que promovía las invasiones. Sin embargo, fue ella la que firmó la expedición de la ley en la Caceta Oficial de la Ciudad de México.
¿Cómo que no la conocía, si la firmó?
Saben muy bien adónde van, y es el presidente el que marca los tiempos para los pasos de su proyecto.
Cuidado con la revocación de mandato porque es una trampa: la orientación estatista de Morena se puede plasmar en la segunda etapa del gobierno, una vez debilitados los órganos autónomos y los contrapesos naturales del poder del Ejecutivo.
Morena no pretende un desarrollo a partir de mejorar la educación para crear un piso parejo en la competencia por los puestos de trabajo bien pagados. Lo suyo es quitar a unos para dar a otros.
El presidente lo ha dicho en repetidas ocasiones, las alzas de impuestos y reformas constitucionales de fondo vendrán después de los tres primeros años del gobierno.
Si hay quienes prefieren hacer como que no oyen, adelante, pero de que se los dijo, se los dijo.
En el Senado Morena no tiene mayoría calificada, y en el segundo trienio del gobierno, con la renovación de su mayoría en San Lázaro, no habrá forma de evitar que el partido del gobierno consiga los pocos votos que le faltan en la cámara alta para realizar cambios constitucionales a placer.
Lo que se juega en las elecciones de 2021 es mucho. Morena lo sabe y prepara el terreno desde ahora.
La celada de la «revocación» de mandato implica poner al presidente en la boleta de las elecciones intermedias, o unos meses antes, para hacer campaña a placer y por más tiempo. Van por todo el poder.