Los límites de la complacencia
Si es AMLO, gobernará el tigre
Pablo Hiriart
López Obrador nos amenaza con que si pierde se va a Palenque y nos deja “suelto al tigre”, como una metáfora de que la turbamulta fanatizada pondría al país de cabeza.
Hay algo peor que eso: que AMLO gane.
Es que si López Obrador vence en julio, el tigre va a llegar a gobernarnos.
Con AMLO van a triunfar, si gana, todos los grupos radicales que tienen una ideología que en el más terso de los casos es socialista.
Están convencidos de la lucha de clases, del triunfo inevitable del proletariado y de la apropiación de los medios de producción que detenta la burguesía.
Y digo que en el más amable de los casos porque ahí están los grupos violentos, anarquistas, la CNTE y asaltantes de la propiedad privada porque la consideran intrínsecamente injusta.
¿Va a poder moderar López Obrador a esos grupos?
¿Sí? ¿Con qué argumentos que no sean expropiaciones o manga ancha para disponer de los bienes ajenos como si fueran “del pueblo”?
López Obrador ha sido el principal promotor de la creación de ese tigre con el que nos amenaza si pierde, o que llegará con él a Palacio Nacional si gana.
Él ha sembrado la división en México durante más de doce años, al decirle a los pobres que lo son por culpa de una mafia de adinerados que sus caricaturistas pintan con cara de cerdo.
Ha sido López Obrador el que puso a los mexicanos unos contra otros.
Él ha generado el odio y la división, que es distinto al enojo contra un gobierno por sus errores y por sus excesos.
López Obrador echó a andar la maquinaria del odio como una forma de ganar votos, de tener seguidores, de forjar un músculo electoral para su movimiento que tiene por finalidad alcanzar el poder.
Hay odio en el país sembrado por él. Le dijo al pueblo en absolutamente todos los municipios del país que los ricos, mafiosos y sus achichincles, le robaron la presidencia en 2006 y en 2012.
El objetivo de robarse la presidencia, según él, era mantener pobres a los pobres para que los ricos se hicieran más ricos.
¿Cómo no va a haber odio en los sectores populares y estudiantiles, si su líder les dice durante más de una década, todas las semanas, que están mal porque otros están bien?
Ahora, si triunfa López Obrador, los odiadores van a decir, con toda razón, al fin ganamos. El poder es nuestro.
Y van a cobrar su parte. Van a ejercer el derecho que tiene todo triunfador de una contienda electoral democrática: mandar.
¿O van a mandar la señora Sánchez Cordero, Esteban Moctezuma y Alfonso Romo?
López Obrador creo un monstruo, el tigre, que no va a poder meter a la jaula cuando esté en el poder.
La CNTE le va a pedir dirigir la educación en los estados en que es fuerte.
Van a expropiar los camiones con mercancías de las “transnacionales” que según ellos los han empobrecido.
Desde luego que van a apropiarse de radiodifusoras y otros medios de comunicación privados para hacerse oír, porque el poder será suyo.
¿O qué va a hacer el presidente López Obrador? ¿Les va a echar la Policía Federal encima?
Desde luego que no. Ellos habrán ganado el poder. Y lo habrán ganado, increíblemente, por la vía democrática.
Las autodefensas armadas van a querer mandar sobre el Ejército y hacer justicia con sus armas sobre sus rivales, que a la vez cobrarán venganza.
¿O cuál va a ser la orden del Comandante Supremo a las Fuerzas Armadas sobre las autodefensas, ligadas al ERPI y al EPR?
Todo eso puede pasar en México porque al poder van a llegar los que han acumulado odio y resentimiento alimentado por su líder.
Y ese líder, sentado en la silla presidencial, no podrá controlarlos. Aunque quiera.