¿Plan Económico de Emergencia?

No es AMLO responsable de la emergencia sanitaria, pero sí de la forma en la que fue enfrentada en México.

Renunció a la inversión de recursos fiscales en empresas o en la ciudadanía.

No aportó a empresas, ni a ciudadanos.

Mientras en otras partes del mundo países aportaron parte de los salarios que recibían los trabajadores o concedieron plazos para que las empresas formales pagaran impuestos, otorgaron financiamientos a plazos blandos, congelaron rentas o dieron plazos para evitar que tuvieran que pagarse, en México las cosas permanecieron sin cambios.

Hubo por ahí una promoción para que las empresas pequeñas pudieran recibir un financiamiento por 25 mil pesos, que a todas luces resultó insuficiente para el tamaño de las necesidades de las empresas.

Nadie sabe qué tanto habrá de caer el PIB este año.

El Presidente se aventura a decir que hemos tocado fondo y que inicia la recuperación pero pocos le creen.

Esto no tiene para cuándo.

La lesión del tejido económico es muy severa.

Es muy probable que los resultados anuales reflejen la peor caída económica en 88 años, pero en una de esas, en un descuido, el asunto se va a una crisis de dimensiones históricas jamás registrada en las cifras oficiales.

Tan solo por citar datos del INEGI recientes, la Inversión Fija Bruta cae en términos anuales 37 por ciento. Cae la inversión en el ramo de la construcción 36 por ciento y en maquinaria y equipo, 38 por ciento también en términos anualizados.

La actividad Industrial de mayo regresa a terrenos de 1995 con un retroceso de 29.7 por ciento: la profundidad de las profundidades.

Los pronósticos ahora más pesimistas reflejan la posibilidad de que la economía caiga dos dígitos, en 12 por ciento. Los optimistas hablan solo de dos dígitos, quizá -10.5 por ciento y … contando.

La caída más importante en 88 años demandará hasta cuatro años para recuperar lo que ya teníamos en 2018.

Ello exige inmediatamente aplicar una política de promoción económica, un plan Económico de Emergencia que plantee una serie de estímulos a ramos económicos específicos y ventajas fiscales en aquellas regiones del país y actividades que se estimen convenientes y básicas para fomentar la inversión y la rápida generación de empleo.

Lo fundamental debe ser recuperar el empleo, fomentar la creación de éstos y evitar, hasta donde sea posible, una crisis de seguridad que se agregue a la que ya estamos cargando desde hace dos sexenios.

Si el gobierno cree que esto se va a acomodar solo se equivoca de manera importante.

Hay que aplicar herramientas de políticas públicas anticíclicas para conseguir que la recuperación no sea de tres o cuatro años sino de la mitad de ese tramo.

No hacerlo así implicará tener fuertes consecuencias que no merecemos vivir.

El Gobierno Federal siempre tendrá la posibilidad de esconder sus incapacidades en una pandemia de la que no es responsable aunque sí, invariablemente, en la manera torpe en que la administró.