Libros de ayer y hoy
Otro año de perniciosa austeridad
Luego de reunirse con las mujeres y hombres de negocios más importantes en este país, el Presidente anunció una reforma fiscal sin más impuestos o incrementos en las tasas de los existentes.
Posteriormente, la responsable del SAT anticipó que cree posible recaudar con mayor eficiencia recaudatoria 200 mil millones de pesos más de los grandes contribuyentes.
En teoría a los particulares de la clase media no nos habrán de aumentar la carga tributaria, aunque tampoco se hará algo en especial con los integrantes del ejército de la informalidad.
El esfuerzo estará en corroborar que las grandes empresas paguen bien los impuestos que deben pagar.
Los especialistas en el tema fiscal afirman que si el Gobierno Federal cree posible aumentar la recaudación en los niveles mencionados, es muy probable que tenga que rasurar gran parte de los marcos de deducibilidad existentes ahora.
En la práctica los causantes grandes tendrán que pagar mayor cantidad de dinero en impuestos porque sus marcos de deducibilidad habrán de reducirse.
Es tan solo una posibilidad… ahora.
El asunto de los 200 mil mdp puede sonar bien, siempre insuficiente, pero si le ponemos enfrente las cargas de amortización de la deuda de Petróleos Mexicanos el asunto deja de tener buen aspecto.
Para 2022 la empresa productiva del Estado deberá hacer frente a un pago por un total de 10 mil millones de dólares para cumplir con los términos de su deuda. Esto prácticamente anularía lo que en el mejor de los esfuerzos pudiera captar como extra el SAT con su cambio de énfasis en la recaudación fiscal entre las grandes empresas porque no quedaría mucho dinero restante como para invertir con seriedad en el sector salud, ni darle una buena mejorada a las escuelas o invertir en carreteras, puertos, aeropuertos, infraestructura, pues, políticas de gasto que generalmente derivan en un incremento en la inversión del sector privado.
El gobierno renunció a incrementar la deuda del país.
Si no lo hizo cuando lo justificaba la emergencia sanitaria, menos lo hará ahora cuando cree y da por un hecho que las piezas de la economía habrán de colocarse solitas sobre el tablero disminuya el riesgo sanitario.
Entonces tendremos un escenario en el que con pocas cartas sobre la mesa, el Gobierno intentará realizar no solo las reformas que cree indispensables para nuestro país sino hacer frente a los pendientes que en materia social han quedado como rezagos tanto en el sector salud como en el educativo y en el de infraestructura.
Otro año de austeridad lo único que garantizará es un año más con resultados en el mediocre promedio económico de siempre a menos, claro, que el próximo Secretario tenga bajo su manga izquierda una carta que aún no conocemos y que parte de un supuesto de que impuso condiciones concretas, claras y amplias para hacer lo que estime necesario y dar un golpe de timón que sería a fin de cuentas la única opción que tiene este gobierno para obtener los resultados económicos que desea y además a los que se comprometió.
Ya veremos… mientras tanto… no haga grandes planes para 2022.
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