Libros de ayer y hoy
Por Bryan LeBarón
Hace tres años, un suceso nos sucumbió como familia, pasamos por uno de los peores episodios que se pueden vivir, masacraron a mi prima Rhonita, a tres de sus hijos y más familia. En aquel tiempo el gobierno dio muestras de indignación, se comprometieron a que habría justicia, y con el corazón en la mano, les creímos.
Conforme avanzó el tiempo, nos dimos cuenta que la justicia que esperábamos era, además de ver a los culpables en prisión, que la situación del país cambiara; que un gobierno con apenas un año de ejercicio, tuviera la visión de garantizar seguridad para todas las familias de México, sin embargo, estamos muy alejados de esa gran meta.
De hecho, en estos días, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, reconoció que hay territorios que ‘están perdidos’ por la inseguridad, que muchos presidentes municipales “entregaron la plaza a quienes financiaron las campañas” y por tanto, hay estados que viven en la zozobra; añadiría miedo y desesperanza.
Además, nos enfrentamos a que este gobierno también está dispuesto a fabricar verdades y sacrificar la ética y buena voluntad, con tal de decir que han dado resultados; todos los días señalan que sí hay seguridad y justicia cuando lo que vivimos es otra realidad. Pareciera que todo vale para poder ganar elecciones y mantener el poder.
Hace poco otra realidad les explotó en la cara, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, que investiga de manera paralela, lo que ocurrió con los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, desacreditó pruebas que presentó la nueva comisión para dar seguimiento al caso, sobre mensajes que fueron presentados como prueba señalaron que no es posible garantizar la originalidad de los mismos.
Este gobierno, como el anterior, es capaz de fabricar pruebas; habrá que revisar si hay confesiones firmadas bajo tortura, y si en aras de encontrar culpables, están inventando una nueva realidad. Así que la justicia se sigue simulando y la paz se sostiene con mentiras.
Por tanto, se están burlando del dolor, y la tragedia la quieren convertir en votos, en este escenario, la desesperanza en discursos y la justicia, cada día se desvanece. Este acto define nuestro actual sistema político y de justicia. Lo único que logran cuando simulan la justicia es multiplicar a las víctimas.
Hoy, cuando la tecnología permite que la ciudadanía esté más informada y con mayor poder para exigir resultados, se hacen los sordos y ofendidos ante los reclamos. En vez de acciones sustantivas y reales, pretenden vendernos más mentiras y simulaciones.
No son iguales que los de antes, tal vez son peores porque, están simulando un cambio que decían que combatirían, que enfrentarían todo lo que está mal con la política y el sistema de justicia mexicano, pero han sido incapaces de dar resultados, y mientras tanto, cientos de miles de familias, viven en el abandono institucional.
A tres años de la masacre, el gobierno no ha cambiado, afortunadamente la sociedad sí; está despertando y exigiendo más que nunca. Estamos convencidos que la verdadera justicia para mi familia será cuando todos los niños de México puedan vivir tranquilos, pero aún falta mucho y la solución sólo está, entre la gente de buena voluntad.