Itinerario Político
QUERÉTARO, Qro., 28 de mayo de 2020.- La pandemia provocada por el virus SARS-CoV-2 durará varios años y será especialmente crítica en -al menos- los próximos 18 meses, según los cálculos más optimistas. Las medidas de contención a nivel global (#QuédateEnCasa) han significado, apenas, el inicio de la crisis en su primera etapa y a ésta le seguirá la llamada nueva normalidad, cuyo final estará marcado cuando se halle una cura adecuada, vacuna o la inmunidad colectiva.
En esa nueva normalidad tendremos que adecuar las condiciones del transporte colectivo de la ciudad, para asimilar la relajación del confinamiento. El sentido común nos dice que el transporte colectivo será una fuente de contagios, debido a su incapacidad de mantener la sana distancia entre las y los pasajeros; aunque no está demostrado que sea el lugar más importante y peligroso de transmisión: diversos estudios hablan de un rango que va del 4 y 20% del total. Si hay un estimado de 100 mil personas que vuelven a sus empleos el próximo lunes 1 de junio, entonces el transporte colectivo será insuficiente para atender la demanda con adecuada seguridad. Las denuncias en redes sociales* durante el periodo de confinamiento, hablan de que las distancias de separación entre el pasaje fueron inferiores a 1.5 m, además de que varias rutas han desaparecido y que la frecuencia de paso está muy espaciada en el tiempo, provocando una sobresaturación inducida de las unidades disponibles que, además, no cumplen las medidas básicas de seguridad, como son la falta de lentes y cubrebocas, gel antibacterial, sanitización de las unidades, ventilación adecuada, pago a través de medios electrónicos y el arriesgado uso del dinero físico. ¿Vamos a comenzar el desconfinamiento en esas condiciones, que de agravarse nos colocarán en la perspectiva casi inmediata de un rebrote?
Ningún país del mundo está preparado adecuadamente para el manejo de la pandemia en cuestión de transporte colectivo; ninguno sabe a cabalidad cómo realizar el desconfinamiento de la manera más segura, ni cómo mantener el equilibrio entre seguridad sanitaria, demanda, oferta y subsistencia económica. Las medidas adoptadas recientemente por otros países en el mundo, además de ser muy estrictos en cumplimiento de medidas sanitarias, incluyen cobros electrónicos, así como precios accesibles y flexibles.
Fundamentales también son los servicios digitales que ofrecen información en tiempo real de la ubicación exacta, tiempo de espera aproximado, cantidad de usuarios y espacios disponibles en una unidad específica. También, la integración multimodal con bicicletas para quitarle presión al transporte colectivo, no saturar las vialidades y ofrecer movilidad activa, al tiempo que se mantiene el distanciamiento social requerido para mitigar la propagación del virus.
La demanda de movilidad en transporte colectivo sufrirá importantes cambios en los próximos meses, años y, tal vez, no se recupere al nivel que registraba antes de esta crisis. El teletrabajo, las clases en línea, el nivel de desempleo y el la recuperación económica incidirán en ello. Sin embargo, no podemos hablar de la existencia d un “sustituto completo”. Aunque la caída global promedio en la demanda del transporte colectivo en la pandemia ha sido de entre 70 y 95%, en el mediano y largo plazo, seguirá siendo un pilar fundamental de la movilidad de urbana que con el pretexto de la crisis, no puede ser dejado de lado. 77% de
Los viajes en las zonas urbanas son para trabajo y actividades escolares, de acuerdo con datos de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Territorial (SEDATU, 2019).
La pandemia del SARS-CoV-2 nos presenta retos, y sobre todo, oportunidades de cambiar de manera positiva, la forma en cómo nos movemos, en cómo usamos el espacio público y aprovechamos de mejor manera nuestro tiempo personal y colectivo. Es nuestra oportunidad histórica e inmejorable de tener un transporte de calidad, con todas las características que demanda una ciudad competitiva y actualmente, con todas las normas de seguridad que exige la nueva sanidad. Por ahora, la preocupación fundamental es proteger a la población. Atendamos como prioritario un servicio público de la más alta importancia, el transporte colectivo.