Itinerario Político
QUERÉTARO, Qro., 14 de septiembre de 2018.- Mayra González Cabello, habitante de la comunidad de La Cañada, en la delegación de Santa Rosa Jáuregui, camina con una libreta en mano. Solicita a los habitantes de la localidad su apoyo para brindarles alimentos y bebidas a los damnificados y a los trabajadores municipales que ayudan a limpiar las casas afectadas por la crecida del arroyo que cruza la comunidad, y que también afectó a habitantes de La Monja.
El jardín de niños Marcela de Garrido permanece cerrado. El interior luce anegado, no hubo clases y no se ver a nadie que limpie el lugar. Una de las bardas perimetrales del plantel educativo da directamente al arroyo.
El muro resistió, pero del lado del cauce una barda de adobe cedió ante la fuerza del agua. El puente de la comunidad también resistió, pero del otro lado de la calle San Diego, al menos cinco vivienda, por debajo del nivel de la calle, se inundaron y sus habitantes perdieron todo.
Incluso, en una de las viviendas, el agua destruyó algunos muros. Sus habitantes lo perdieron todo. Otra mujer limpia su casa, juntos con sus hijas. Es consolada por sus vecinas. Se niega a hablar, está en shock. Recibe los abrazos de sus amigas y continúa con la limpieza de su domicilio.
Mayra indica que la solidaridad de la comunidad es grande, “sabemos que en este momento todos necesitamos de todos, para proporcionar un alimento a los trabajadores que nos están apoyando”.
Indica que en La Cañada se vieron afectadas 10 familias, cada una de ocho a 10 integrantes. Sus casas, dice, fueron pérdida total, incluso el preescolar está totalmente dañado.
Agrega que en La Cañada sólo tiene el jardín de niños, pues los menores acuden a la escuela primaria de La Monja, que también resultó dañada.
En La Monja, las cuadrillas de trabajadores del municipio, Protección Civil y la CEA, limpian las calles y las casas de los afectados. Juntos, damnificados y trabajadores sacan el sedimento y la hierba de las vivienda, para dejarlas limpias. En los patios se apilan los muebles y aparatos que se perdieron, que quedaron inutilizables.
Los habitantes esperan que el mismo gobernador acuda a verlos y conocer de primera mano su situación, para que se les ayuda a volver lo más pronto a la normalidad.