Líneas Quadratín
POR ISABEL ARVIDE
¿Miedo a morir? ¿Miedo a enfermarse? El verdadero miedo es a lo que sigue del confinamiento, a la vida que nos espera cuando podamos abrir la puerta de la casa. ¿Qué van a hacer millones de mexicanos sin trabajo para llevar pan a su casa? ¿Qué vamos a vivir con toda la gente dispuesta a destruir México por sus ambiciones, por su odio, por sus intereses? ¿Cómo vamos a afrontar la gran fuerza que han tomado los fascistas? ¿Cómo vamos a poder exigir libertades si en nombre del Coronavirus aceptamos perder todas?
Más allá de las intenciones de este gobierno, estará una realidad apocalíptica donde las exigencias de los empresarios, sin respuesta, van a contribuir a una parálisis total. Donde las nuevas directivas del gobierno, esa austeridad extrema, van a cerrar cualquier opción de trabajo independiente, de servicios, de intercambio legal de dinero.
Sin trabajo en el gobierno, sin trabajo en el sector privado, sin trabajo informal porque no habrá clientes, de qué van a vivir, pagar renta, pagar luz, comprar gasolina, poner pan en la mesa, millones y millones de mexicanos. Que, además, van a confrontar una realidad de mayor violencia, con mayor número de crímenes, con la misma impunidad.
¿Y la esperanza? Los jóvenes que perdieron muchas semanas, tal vez el año escolar, también perdieron un tiempo extremadamente valioso de vivir en comunidad. De crecer junto a sus iguales. A esos jóvenes, niños, la pandemia les habrá quitado mucho más que a los jóvenes. ¿Cómo vamos a poder decirles que hay futuro, que tengan esperanza, que van a poder tener una vida mejor que la que han conocido?
La permeabilidad social estará cancelada cuando podamos salir de casa. Los ricos, los muy ricos, seguirán bañándose en sus billetes sin fin, los demás no tendremos ni siquiera esas pocas monedas que nos ayudaron en el encierro. Sin nada. Sin esperanza. Sin fuerzas. Sin puertas que tocar.
Salir de casa, definitivo, no va a ser lo mejor que nos suceda…
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