Libros de ayer y hoy
¡Que florezcan cien flores!
Es proverbial la imaginación de los gobiernos que aspiran al pensamiento único, la única ruta, el único líder. A mí, en lo personal, no deja de maravillarme su esfuerzo por resignificar el lenguaje, en este caso político, lo que me remite a un pasado nunca extinto.
Cuando Mao convocó a Que Florezcan Cien Flores, en realidad, bajo esa ingeniosa frase, estaba llamando a la revelación creativa de sus enemigos, para aplastarlos. En el caso de la Revolución Cultural se trataba de acabar con toda la cultura. Eso para no hablar del terrorífico Gran Salto Hacia Adelante, que se tradujo a entre 15 y 45 millones de muertos, de hambre claro. Stalin probó primero ese inútil esfuerzo de colectivización agraria, y dejó 20 millones de muertos, lo que no desanimó a Mao. Él y Stalin encontraron también a quién culpar, es decir al cochinero que les dejaron. Me hago cargo que estas cifras no impresionan mucho, porque como solía decir Stalin, si bien la muerte de una persona puede ser una tragedia, la de millones es apenas una estadística. Nosotros también jugamos a las estadísticas, con los muertos por el coronavirus, la inseguridad, los desaparecidos, los de las narcofosas, etc. Metemos a los muertos en cifras que los desmaterializan, los vuelven manejables, impolutos, es decir les restan humanidad. Un pase con la varita mágica y se transforman en números.
Nada de esto es novedoso. Lo preocupante es que lo olvidemos. Lo traigo a colación porque, como decía más arriba, se sigue intentando transfigurar la realidad, aunque ésta acaba por desbordar el lenguaje recoleto del Gran y Único Líder, como ya le llaman los más serviles de sus adoradores. Lo desfonda, pues. Lo ridiculiza. Tales esfuerzos vacían su contenido, y ya se sabe lo que pasa después, o lo que puede pasar.
Un ejemplo: hacernos creer que las herramientas más ortodoxas del vituperado Neoliberalismo (T-Mec, Cero Endeudamiento, Estabilidad Fiscal Macro, Cero Apoyos Fiscales, Balanza Comercial Estable y de Cambios), son las del también Nuevo Estado de Bienestar (¿?), y no la definición del capitalismo salvaje.
Ocurre los mismo con los héroes de la Nueva Mafia del Poder (Salinas Pliego, Slim, Azcárraga, et. al.), que repiten el mismo mantra del santo: “nosotros no somos iguales” a los de antes, por más que sean los mismos. Todo gracias a este esfuerzo de transmigración conceptual. Ocurre también con los hasta hace poco grandes corruptos (evidenciados antes por el mismo Gran y Único Líder), como Bartlett, Napito, la Maestra…, limpios de pecado luego de ser santificados, en un ejercicio que no deja de recordarme la pileta de lodo donde el Niño Fidencio purificaba a sus fieles, entre los que se incluyó alguna vez el mismo presidente Calles. El pensamiento mágico, pues. Igual que ahora.
Y así todo lo demás, donde se inaugura, sólo añadiéndole un adjetivo, la realidad toda: el Nuevo Mar Caribe, la Nueva Selva Maya, los Nuevos Héroes Salvadores… También, por qué no, Nueva Movilidad, la Nueva Mortandad que reveló el inconsciente del secretario de Salud, donde campean los conversos del Nuevo, también, Paraíso Revelado, que dejó atrás la mal entendida República Laica que nos definía como nación. Ya no más.
¿Será que todos deberemos ser purificados? No dejo de pensar si no es eso lo que se halla detrás de la más reciente amenaza del líder. ¿Quiere decir que si no estamos con él estamos contra él y debemos atenernos a las consecuencias? ¿Será la punta de lanza de la, también nueva, Única Opción? ¿La refundación de la realidad? ¿Después de mí, el diluvio, como quería Luis XV?, o ¿serán también las puertas al Nuevo Gulag que nos prometen los Comités de Defensa de la 4T?