Razones
Por: David Colmenares Páramo
Se acaba de llevar a cabo en la República de Uruguay, la VII Plataforma Regional para la Reducción del Riesgo de Desastres en América y el Caribe. Durante las sesiones de trabajo se intercambiaron experiencias y analizaron diversos temas para facilitar la implementación del Plan de Acción Regional para la implementación del Marco de Sendai en nuestro continente.
Las mesas de trabajo, giraron en relación a la ciencia y la tecnología, así como su papel en la gestión integral del riesgo de desastres. Es innegable que la ciencia y la tecnología son cruciales en la toma de decisiones para la gestión integral de desastres naturales, particularmente, en temas como los sistemas de alerta temprana, así como la gobernanza para la reducción del riesgo de desastres, o la fortaleza de la infraestructura básica, como la generación y distribución de energía, acceso a agua potable y sistemas de alcantarillado y transporte.
Profundizar en estos temas resulta prioritario para América Latina, si tomamos en cuenta que de acuerdo con la Organización Meteorológica Mundial, el número de desastres relacionados con fenómenos naturales se ha quintuplicado en las últimas cinco décadas -lo cual se relaciona con el cambio climático- y de acuerdo a las Naciones Unidas, concentramos más de la mitad de las pérdidas económicas mundiales derivadas de desastres de origen climático y cerca de 50 por ciento de las pérdidas globales por desastres, lo cual impacta, fundamentalmente a los más pobres, ampliando las brechas de desigualdad.
El avance científico y tecnológico nos ha permitido conocer y comprender fenómenos como huracanes, ciclones, tsunamis, erupciones volcánicas, terremotos, sequías, incendios forestales. Las amenazas biológicas, como el COVID 19, son diferentes. Para estar en condiciones para enfrentar, de manera efectiva el riesgo de desastres es necesario, primero, comprender lo mejor posible, estos fenómenos. Este conocimiento nos permite estar en condiciones de evaluar el riesgo previo, promover acciones de prevención, establecer sistemas de alerta temprana, mitigar los riesgos, aplicar medidas adecuadas para la preparación y respuesta ante las emergencias y favorecer la rehabilitación y la reconstrucción en el caso de desastres naturales.
Por otra parte, las tecnologías de la información y la comunicación, así como la innovación, promueven la gestión prospectiva de los riesgos de desastres, ya que brindan elementos para anticiparse a nuevos riesgos, tomar acciones preventivas y evitar su reproducción.
Si bien, la ciencia y la tecnología aportan valor en la gestión de desastres, resulta innegable que, especialmente para América Latina y el Caribe, existen desafíos en esta materia derivados de la pobreza, producto de la desigualdad, ya que, debido a los indicadores económicos y sociales, caracterizados por la pobreza extrema, en muchas de nuestros países, la inversión en investigación y desarrollo es limitada y, en consecuencia, el desarrollo, acceso y uso de la ciencia y la tecnología están determinados por la inequidad, lo que limita las capacidades para aprovechar y potenciar sus beneficios.
En este sentido, resulta relevante revalorar el papel de las nuevas tecnologías, para generar mejores condiciones de vida para la población, combatir la desigualdad y la pobreza, especialmente en las políticas públicas y la gobernanza de la gestión de riesgos de desastres naturales y humanos, así como promover, a través de mecanismos como la fiscalización superior- un uso correcto y transparente de los recursos públicos, para enfrentar de mejor manera los riesgos de desastres, cada vez más complejos..