Sheinbaum reivindicada
Morena y la unidad legislativa
En vísperas de que arranque en febrero el periodo ordinario de sesiones en el poder
legislativo, se anticipa que al menos el grupo mayoritario en la Cámara de Diputados
pasaría apuros para mantener la unidad, por las supuestas y reales diferencias en su
interior.
Al integrarse la bancada parlamentaria de Morena en la actual legislatura no fue
ningún secreto que además de Ricardo Monreal, también Alfonso Ramírez Cuéllar
quería la coordinación.
Desde el proceso de elección de la candidata o candidato presidencial se estableció
que los participantes, que no ganaran, tendrían asegurado un espacio de acuerdo con
su perfil.
Así que por más comunicación y cercanía que tenía con la candidata y ahora tiene
con la presidenta, Ramírez Cuéllar, quien no participó en dicho proceso, se quedaría
con la vicecoordinación, sin dejar de influir en la toma de decisiones, no como quisiera
y sería si fuera la cabeza del grupo.
Monreal, para reforzar su liderazgo legislativo, jaló a su amigo diputado Pedro Haces
Barba y lo hizo coordinador de operación política. Personaje que no termina de
convencer a todo el grupo, porque hay a quienes lo descalifican por sus modos de
relacionarse, acostumbrado, como dirigente sindical (secretario general de la
Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México) a mandar y e
imponer su criterio.
Para el periodo ordinario de sesiones que se avecina se da por hecho que será
intenso el trabajo. Ya están en lista 68 iniciativas, más las que se acumulen en los
siguientes días. Nuevas leyes, legislación reglamentaria de recientes reformas
constitucionales, temas de vivienda, agua, nepotismo, alimentación, maíz transgénico,
medio ambiente, lavado de dinero, entre otros, que van a requerir el consenso de la
bancada Morena y sus aliados (PVEM, PT).
La oposición no les preocupa, porque su representación es tan raquítica que no le
alcanza para echar abajo ninguna propuesta o iniciativa.
PRIAN tiene la esperanza de que se divida el voto en Morena, cosa que no sucedería,
aunque haya diferencias internas.
De acuerdo con la historia legislativa, en los grupos mayoritarios siempre han existido
voces que tienen distintas opiniones. Defienden sus posiciones y hacen su mejor
esfuerzo para que se tomen en cuenta.
Al final todos y todas votan en el mismo sentido, se pone por delante el proyecto de
gobierno.
Las excepciones en las legislaturas se cuentan con los dedos, rarísimas. Llegan a
tener un precio, porque quien disiente sabe que votar en contra impactaría en el
desarrollo de su carrera.
Hay un argumento de peso político que termina por convencer y que siempre utilizan o
han utilizado coordinadores de distintos partidos que han sido mayoría en el pasado y
son en el presente.
A quienes amenazan con votar en contra, sea porque difieren en algún sentido con la
iniciativa o porque pretenden emplear su voto como medida de presión para obtener
concesiones, se les recuerda que la propuesta responde al proyecto encabezado por
el presidente o la presidenta.
Entonces al disidente le queda claro que su comportamiento se hará del conocimiento
del jefe o la jefa, al que de alguna manera le debe el cargo.
Por eso es que la diferencia de opiniones pasa a un segundo plano cuando llega el
momento de votar y se privilegia el proyecto de gobierno.
En el caso de la Cámara de Diputados es evidente que Monreal hace la parte que le
responde al procurar mantenerse cerca de sus compañeros. Por eso es que esta vez,
previo al próximo periodo ordinario de sesiones del Congreso, las reuniones del grupo
se descentralizaron, se hicieron regionales.
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