Líneas Quadratín
● Muchos justifican a este tipo de empresarios con el argumento de que tienen más que perder que un comercio o microempresario que mantiene a su familia en base a un brutal esfuerzo diario, y viven el drama de despidos.
No hay forma de desligar al Carlos Slim Helú contratista, del empresario que con su presencia en el rancho de Palenque avala la política de Andrés Manuel López Obrador y la Cuarta Transformación que tienen postrados y proscritos a la inmensa mayoría de las medianas, pequeñas y micros empresas.
Los que ven al dueño de Telmex como un líder empresarial son insensibles al drama de cientos de miles de estas empresas y al éxodo laboral provocado por la política económica obradorista, desde antes de los efectos de la pandemia.
Tampoco veo al ingeniero cuestionar el Presidente por la flagrante violación a la protección de datos y a los derechos humanos por la nueva exigencia de datos biométricos a los usuarios de la telefonía móvil, esa que ha engrosado las arcas del Grupo Carso.
Las empresas telefónicas serán parte de esa ‘Stasi’ del nuevo régimen, un remedo de la persecución política de la posguerra en la República Democrática Alemana.
Y mucho menos por el golpe a la democracia y la división de poderes que significa aumentar hasta el 2024 la presidencia de Arturo Zaldívar Lelo de Larrea en la Suprema Corte de Justicia y en el Consejo de la Judicatura.
Muchos justifican a este tipo de empresarios con el argumento de que tienen más que perder que un comercio o microempresario que mantiene a su familia en base a un brutal esfuerzo diario, y viven el drama de despedir a sus empleados que en el trato diario llegan a desarrollar una relación afectiva.
El Presidente mantiene cerca a una élite de empresarios favorecidos, agrupados en gremios como el de Carlos Salazar Lomelín del Consejo Coordinador Empresarial y por Francisco Cervantes Díaz de Concamin, que le han servido al ‘líder’ para simular que la política económica del nuevo régimen está en la órbita de las democracias liberales.
En los hechos, sólo representan a sus propios intereses y los de sus corporativos, que en el juego de entendidos, cuando son llamados a Palacio Nacional en alguna ronda de comparsa necesaria, ahí estarán como parte del pago de favores.
Para dimensionar el drama, el año 2000 dejó a 2.4 millones de personas sin empleo y una caída en el Producto Interno Bruto del 8.5%. El ritmo de la recuperación pronostica que pasará el sexenio completo y la política obradorista no llegará a los números con los que tomó al país en el 2018.
Cuando Lomelí hace algún pataleo, obligado por la naturaleza de su cargo, Andrés Manuel simplemente lo ignora, o hasta puede justificarlo en una que otra mañanera, como parte de una puesta en escena.
La multifuncional élite empresarial está a años luz del restaurante que se vio obligado a aplicar estrictas normas sanitarias cuando el gobierno las ignoró, cuando las estéticas tuvieron que despedir a sus empleados y las cafetería a cerrar puertas y perder su patrimonio.
En la demagogia “anti conservadores” de Andrés Manuel, esta élite queda excluida por conversos. Los fariseos Forbes recibieron indulgencias del Señor y están más activos que nunca medrando del templo.
Así, la novel Secretaria de Economía Tatiana Clouthier Carrillo, quien recibió la estafeta de Graciela Márquez, presta el apellido del ‘Maquio’ para encarnar unas virtudes que no tiene.
Los altos empresarios neo obradoristas nadan en contratos multimillonarios del Tren Maya, del aeropuerto de Santa Lucía que insiste AMLO en llamarle Felipe Ángeles, en la refinería de Dos Bocas, en servicios bancarios para distribuir el dinero de programas sociales como proveedurías tecnológicas, de medicamentos y alimentos, además de un sinnúmero de sectores gubernamentales.
El 14 de marzo escribí en este espacio que el periodista y activista del 68 Ángel Verdugo reveló en una entrevista con Carlos Alasraki que su salida del Grupo Imagen de Olegario Vázquez Raña y Olegario Vázquez Aldir, se debió a presiones ya que su libertad de expresión estorbaba a los negocios de la editorial con la Cuarta Transformación (columna https://rb.gy/kvmnu9).
El viejo régimen ni siquiera cambió de actores, falsificó su acta de defunción y fue llevado a la pila de bautismo con un nuevo nombre: Cuarta Transformación.
Por cierto ¿alguien sabe si Ricardo Salinas Pliego ya compró Twitter y sacó a patadas a Chumel Torres?
SIN TAPABOCAS – Los espero este miércoles a las 9 de la noche con Eduardo Ruiz-Healy y Hugo Páez en:
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