Líneas Quadratin
● No hay duda que un ejército electoral vacunado, protegido de la pandemia, tiene una gran ventaja competitiva sobre la oposición. No sólo se trata de gandallismo sino de competencia desleal y abuso de autoridad.
A la par que Andrés Manuel López Obrador reprobó en Guerrero el influyentismo en la vacunación indebida de Covid19, “agandalle diría yo” – señaló este domingo junto al gobernador Héctor Astudillo Flores-, seguía la vacunación de integrantes de la estructura federal ‘Servidores de la Nación’ (video https://youtu.be/rxIZx48hu2M).
No hay duda que un ejército electoral vacunado, protegido de la pandemia, tiene una gran ventaja competitiva sobre la oposición, ya que deberán cuidar sus estructuras al máximo en la campaña electoral.
No sólo se trata de ‘gandallismo’, como dice el presidente, sino de una competencia desleal, de abuso de autoridad, y, en consecuencia, de una condición de ventaja que deberá ser analizada por la autoridad electoral, en este caso el Instituto Nacional Electoral de Lorenzo Córdova Vianello y la Fepade del pro morenista José Agustín Ortiz Pinchetti.
El ejército electoral de 20 mil elementos, adscrito a la nómina de la Secretaría de Bienestar de Javier May, está en los hechos bajo el mando de 266 coordinadores regionales, y estos a su vez de los superdelegados federales, capitaneados por Gabriel García Hernández, apostado en Palacio Nacional.
Bajo estas condiciones, nadie creerá que los Servidores de la Nación no tienen el aval presidencial para recibir la vacuna, ya que el subsecretario Hugo López-Gatell aseguró que no es una irregularidad y que el plan de vacunación los contempla.
El funcionalismo electoral de López-Gatell lo salvó de la aberrante irresponsabilidad de irse de vacaciones a Zipolite en pleno Semáforo Rojo en la CDMX. El subsecretario es una pieza clave para la compra de votos.
Las 10 mil brigadas coordinadas por los Servidores e integrada por elementos de las Fuerzas Armadas de Luis Crescencio Sandoval y por la Secretaría de Bienestar, tienen la función de vacunar y dar pensiones en efectivo en la zona rural a tres millones de adultos mayores en una primera etapa.
Esta estrategia electorera que apenas se resguarda abajito de la dermis tiene la fórmula mágica de dar salud y dinero, para lo cual piden la credencial de elector, con ese venenoso elemento intimidatorio de quien te da a entender que te está vigilado.
La inmensa mayoría de los Servidores de la Nación son jóvenes, ubicados en el último escalón del programa de vacunación, lo que los define dentro del ‘gandallismo’ que llama López Obrador a la inoculación indebida del medicamento que estos momentos debería ser destinado exclusivamente a personal médico de la primera línea de atención a enfermos de Cov Sars 2.
En orden de aplicación, y si logran cumplirse los tiempos, ningún adulto menor de 60 años, que no sea población vulnerable, deberá vacunarse antes de abril, ya que según los cálculos de Andrés Manuel los 15 millones de adultos mayores recibirán el medicamento en febrero para finalizar en marzo.
En paralelo, el Presidente López Obrador está obsesionado por mantener la conferencia mañanera de Palacio Nacional sin importarle violar la Constitución sobre la propaganda de gobierno en periodos electorales.
Lo que empezó como una amenaza constante de rebeldía en Palacio Nacional contra la ley electoral, destapó a un ejército de bots en redes sociales para echar abajo la restricción que prácticamente congelará las conferencias mañaneras desde el 4 de abril.
Andrés Manuel necesita la actividad constante de ese Ministerio de Propaganda llamado ‘mañanera’ porque no aparecerá en la boleta, y en dos meses la volátil memoria social puede diluir peligrosamente lo que construyó el discurso demagogo, lleno de resentimiento y de odio polarizador.
Los nervios tienen fundamento.