Libros de ayer y hoy
Larga Vida Jefa Frida
Ethel Riquelme
Me atreví a llamarle respetuosamente “Fridelia” porque su nombre ya había sido causa de una terrible confusión mediática y porque el fenómeno social que provocaba, las multitudes que movía y la seriedad con que desarrollaba su labor militar le daban un toque de “Doña”, cualquier Frida.
Trabajé para ella por casi dos años, asignada por el mando naval a cuidar su imagen pública, agenda de eventos y relaciones públicas ordenada por la Unidad de Comunicación Social de la Marina; centenares de anécdotas y el orgullo de haber visto lo que los mexicanos podemos hacer por agradecimiento y amor me permitieron documentar el proceso comunicacional de Frida como símbolo del S-19.
La perrita labrador fue despedida del servicio activo donde logró más que 53 localizaciones, entre ellas 12 rescates. Encontró sentido, dio esperanza. En aquél México adolorido por la causalidad del gran sismo y atemorizado por la casualidad de la fechas, Frida permitió la catarsis; que el miedo y el duelo se tradujera en imágenes, en conexiones digitales y comunicación visual donde la población la hizo propia y con ella interpretó una serie de valores que le dieran sentido a una realidad innegable.
A sólo 48 horas de los sismos de a CDMX ya era trending topic en plataformas digitales, Facebook, Instagram, memes en what´s app, todas las nacionales e internacionales, Hollywood se vistió con ella, Japón la empató con su héroe Hashi, los regalos para Frida colmaron la bodega de la Unidad canina del Cuartel General. Botitas, croquetas, tapetes, cartas, dibujos, imágenes de la Vírgen de Guadalupe, sabanitas bordadas con su nombre, invitaciones a viajes, a premios, un centenar de portadas en revistas, llamadas de los más recónditos lugares del mundo para obtener su fotografía y ficha curricular.
Los cuantiosos mensajes destinados a Frida, eran el imaginario colectivo del que habla Cornelius Castoriadis, cuando ante un impacto, los grupos sociales configuran imágenes, creencias y valores para reordenar y aceptar esa nueva realidad. Afortunadamente, los mandos de la Secretaría de Marina lo evaluaron y comprendieron; dejaron a Frida en manos de la sociedad, tal y como es: un recurso público. Por eso acudió a casi todos los lugares donde fue invitada.
Frida hizo una gran función social. Fusionó, contagió esperanza en la imagen de un ser más débil pero capacitado, puesto en el riesgo pero con más posibilidades de heroísmo que cualquiera dado su olfato. El silencio era vibrante cuando entraba por entre huecos de escombros a buscar, se podía escuchar la respiración de la gente y el latido de su entrenador Israel Arauz. Puños arriba y aplausos al salir.
Sólo 20 minutos adentro, por 40 de descanso. Reclamaba insistente su veterinario, el teniente Arellano, un gran profesional, que durmió muchas veces al lado de Frida cuando mostraba stress, que sufría cada petición o solicitud de entrevista o presentación, porque era su día de convivencia con compañeros de “arma” o el de su entrenamiento.
Lo que Frida despertaba a su paso en el estadio de futbol en San Luis Potosí en la final del Futbol mexicano hacía llorar, la gente gritando su nombre en el Zócalo y con varios minutos de aplausos en el estadio de béisbol permitía cantar más fuerte el himno nacional
Su reacción sorprendente al inaugurar en Puebla su monumento y poner su nariz frente a la de la escultura de bronce; sus patitas estiradas, dispuestas a quitarle las botas cuando hubo que donarlas al Museo del Zapato y su siempre perfecta educación para avisar de sus necesidades en privado. Es como si entendiera.
Desde 2018 su jubilación estaba considerada. Se volvía necesaria y hubo un momento en que casi fue urgente. Celebro su merecido descanso y espero que sea en la propia unidad que la vio nacer, crecer y desarrollarse. Nunca ha estado en otro sitio y desde hace 7 años con su mismo compañero binomio y sus unidad naval perruna.
Frida es y será siempre mucho más que una simple perrita rescatista y admito que varias veces sospeche que corría tras una pelota, lamía y movía la cola para encubrir que era más humana y entendida que muchos seres racionales. Larga vida, super Fridelia!.