Libros de ayer y hoy
¿Podrías imaginar estar en medio de un fuego cruzado? Donde sin deberla ni temerla te podría alcanzar un proyectil y te hiera, o en el peor de los escenarios, termine con tu vida.
Pues en esta realidad mexicana, es más común de lo que debería.
Ayer, todo México quedó sorprendido y temeroso de la realidad que estamos viviendo, porque una escena que sólo imaginábamos sucedía en tierra bronca, sin ley, alejada de los centros urbanos, se dio en pleno Zapopan, Jalisco, en un área concurrida, de oficinas y comercios, una zona de intenso intercambio de bienes y servicios.
Fue un enfrentamiento entre grupos delincuenciales, dijeron las autoridades.
Según señalan, resultaron heridos dos meseros, que laboraban en el lugar, estos dos meseros deben estar muy agradecidos de estar vivos, pero lo que es cierto es que fueron las autoridades, los gobernantes y la misma sociedad, los que provocaron sus lesiones.
Lesiones que hubieron podido dejar a una familia sin sustento, sólo por estar en el lugar y momento equivocado, cuando no deberían existir estas diferencias, todo México debería ser un lugar seguro, para trabajar, estudiar o simplemente, vivir.
100 casquillos fueron encontrados en el lugar de los hechos, y lo peor es que ya nos estamos acostumbrando. Hoy en día, estoy convencido que si preguntáramos a cualquier mexicano, si considera que podría alguna vez, situarse en un fuego cruzado, seguramente dirían que sí.
En uno de los videos grabados desde las alturas de un edificio un grupo de jóvenes documenta lo que ocurre, y una dice que parece que el cuerpo que cargan parece muerto, y le responden “muy muerto”, una apreciación más que cierta, porque esa tragedia rompió con cualquier ley natural.
De los protagonistas nadie sabe nada, sólo imágenes en video que generan más dudas que verdades. Uno de ellos murió kilómetros más adelante, después de ser abandonado en un hospital. Muestra que entre criminales también existe personal desechable, que obedecen sólo a los intereses de unos cuantos líderes, para quienes la vida de sus reclutados vale menos que su orgullo mal encausado.
Estamos muy posiblemente situados en un territorio con terribles similitudes a una guerra, donde el terrorismo gana espacios todos los días, o ¿es casualidad que hayan elegido un lugar tan concurrido? Yo creo que en el México que estamos viviendo todo es causalidad y nada es casualidad.
Jalisco es un estado donde ha crecido uno de los cárteles más violento de los últimos tiempos, y que ha esparcido su poder en todo el territorio nacional. Nadie puede asegurar que este grupo esté inmiscuido, pero los orígenes que han permitido su crecimiento es el mismo, e inicia con autoridades y gobernantes indolentes, que nunca han padecido en carne viva perder a un ser querido por la decisión de alguien más, de un criminal que, por así convenir a sus intereses, arrebata la vida de otra persona.
Esta escena, hoy fue en Jalisco, pero también a plena luz de día se dio en la comunidad de Casas Grandes, Chihuahua, hace una semana, donde quedaron tendidos en el suelo el cuerpo de varios policías, lo cual obedeció a la furia de un criminal que no soportó que aprehendieran a su padre, también criminal.
Esta fuerte balacera me recordó algo más. A mi familia acribillada.
No puedo, ni quiero imaginar esos disparos sordos, surcando el viento hacia ellos. Mujeres y niños inocentes, siendo el objetivo de alguien más. Cumpliendo con órdenes de otro, que vive en las sombras y desde ahí impone su estela de miedo.
Hoy en día, estoy seguro que esto va a terminar cuando veamos que lo que le pasa al otro sí me afecta, que no matas a un adversario, dejas sin hijos a una madre, sin padre a un niño, que todos tiene una historia, y que al final del día, tu mejor suerte es que te abandonen en un hospital moribundo.
Hoy en México, no sólo hay muertos, hay “muy muertos”