La suerte de Cuitláhuac, el indeseable
El experimento de gobierno mexicano, ¿a punto de explotar?
Pareciera que formamos parte de un modelo experimental que de inicio quiere pintarse como de izquierda con tintes socialistas, pero en la praxis se toman acciónes que nos llevan a agrandar las brechas de las libertades, a la pérdida de autonomía, deterioran la economía familiar y evidencian una incapacidad casi voluntaria de estancar el desarrollo del país, poniendo en la primera fila de los afectados, a los mas pobres.
En México, necesitamos que el eje para tomar decisiones sea más estratégico, y es que combatir la corrupción no debe significar atacar a los empresarios, ni dejar de luchar por mejores condiciones para facilitar el libre comercio y mejorar las protecciones sociales.
Como la historia ha demostrado, desafortunadamente, las peores crisis han comenzado con grandes promesas de mayor igualdad, pero terminan destruyendo la libertad en nombre del bien común, sostenidos bajo la aspiración del comunismo.
El Estado no puede ser experto en todo, por eso necesita delegar algunas funciones a empresas que tengan la capacidad de dar un servicio por más especializado, que le garanticen el pago de impuestos, y tengan una visión solidaria con el país, en referencia la creación de empleo, y desarrollo económico regional.
Un ejemplo claro de un modelo que deja mucha incertidumbre y poco crecimiento lo podemos ver en el sector energético, para ser más específicos en las empresas de petróleo de México y los países desarrollados. México pierde dinero en cada barril qué produce.
En otros países las empresas toman todos los gastos y los riesgos y al Estado le tienen garantizados los impuestos sin importar si pierden o ganan. En 2019, todas las empresas petroleras grandes ganaron muchísimo dinero y pagaron igual magnitud de impuestos; mientras que el gobierno mexicano perdió 34 billones de dólares, dinero que podría irse a fortalecer realmente los endebles pilares que no nos permiten tener sustentabilidad como país, como es la seguridad, la educación, el desarrollo de Pymes, etc.
Otro ejemplo que, por cierto, va en contra sentido de cualquier sistema político – social, fue el de la crisis de por falta de medicamentos. Esto sucedió mucho antes de la crisis sanitaria porque el gobierno, decidió crear un cuello de botella para la compra de medicamentos, así como cambiar los sistemas de abasto.
Esta ausencia de mecanismos eficientes también se está reflejando al enfrentar la pandemia por el coronavirus. Así como se descuidaron a los niños con cáncer, hoy la falta de equipamiento médico está poniendo en una encrucijada a los médicos responsables de atender la emergencia sanitaria.
Desafortunadamente, la falta de seguridad, el permanente clima de violencia, y la ausencia de una plataforma que impulse y soporte las condiciones para el desarrollo y sustento de Pymes (recordemos que genera 7 de cada 10 empleos en el país), así como el poco o nulo apoyo a las empresas nacionales e internacionales está poniendo en gran peligro el futuro económico del país, y se les está abriendo los ojos cada día más a los ciudadanos.
Sin economía fuerte no habrá recursos suficientes para los planes sociales más importantes. Además, el asistencialismo y política de regalar dinero no funciona en un país que lucha por encontrar su ritmo y ser autosuficiente. Con el dinero que se da, el cual es marginal para realizar una diferencia en el bienestar de la gente, se podrían generar empleos, impulsar empresas sociales, incentivar las vocaciones productivas de cada región.
Actualmente, apoyar a partidos políticos provoca más filias y fobias, y se acerca más al fanatismo de las barras de futbol violentas. Así que cualquier política pública va cargada de dogmas, y las decisiones se prestan a la interpretación. Pero las mediciones no se pueden esconder. Hoy no existen resultados trascendentes en materia de combate a la corrupción, y los alcanzados tiene el mérito de la participación de otros países.
Estoy convencido que el fanatismo se diluirá pronto, y México estará exigiendo el fin del gran experimento de la 4T. Más cuando algunas predicciones nos ponen con una contracción de la economía de 7.6 por ciento, significa que no vamos a crecer, al contrario.
México pronto deberá buscar allegarse a modelos de éxito, debería estudiar a Taiwán, el cual reaccionó de manera ejemplar para enfrentar la pandemia, en contraste con China; o Corea del Sur, quien se despega exponencialmente del sistema socialista de Corea del Norte, donde la visión unipersonal ha fracasado, y se alejará del sueño equivocado de que un Estado es capaz de controlar todas las áreas, de las fantasías de los proyectos que parecieran más un empecinamiento personal crónico, y del fantasma del dinero sin límites qué producirá por el combate a la corrupción. Todo deberá cambiar al ver que no hay recurso que alcance, ante un gobierno más preocupado por mantener clientelas que de servir y entender las necesidades de todos los sectores.