Cambio de coordenadas
Natally Soria Moya, Directora Asociada del Departamento de Relaciones Internacionales y Ciencia Política del Tec de Monterrey Campus Querétaro.
Hace unos días se llevó a cabo la Cumbre de las Américas en Los Ángeles. La que menos jefes de Estado ha convocado, desde 1994, lo cual ha puesto a varios analistas a pensar sobre el poder y la influencia actual que podría tener Estados Unidos en la región.
El motivo: la postura de no invitar a Cuba, Venezuela y Nicaragua argumentando que sus sistemas de gobierno no eran democracias. Decisión que hizo que varios jefes de Estado decidieran no asistir: Honduras, Bolivia y México expresaron su negativa por no estar presentes todos los países de América. También estuvieron ausentes Guatemala (temas de agenda); Uruguay (presidente con COVID); y, El Salvador (discrepancias con la Organización de Estados Americanos).
Estas ausencias podrían tener trasfondos más profundos, pero lo importante es que generaron un escenario tenso, incluso durante los discursos oficiales de los presidentes que sí asistieron. Fue el caso del presidente de Chile, Gabriel Boric, que aprovechó para decir que tampoco estaba de acuerdo con las ausencias.
Tanta ha sido la presión política alrededor de la Cumbre que cabe preguntarnos si no estaremos pidiendo mucho de los organismos internacionales. Hans Morgenthau, abogado y político estadounidense, considerado uno de los padres fundadores del realismo, escribió un artículo titulado “La falsa promesa de las instituciones internacionales”. En él desestima el rol de estos organismos como promotores de paz entre Estados y asevera que no son más que el reflejo del poder en el mundo. Artículo fuertemente criticado por quienes creen en la cooperación. Pero, quizá, Morgenthau no estaba muy equivocado; quizá las instituciones no deben solucionar los problemas del mundo; quizá solo deben ser un foro político para llegar a acuerdos. No han generado la paz mundial, es cierto, pero si han dado paso a alianzas y acuerdos. La pandemia y la provisión de vacunas fue uno de ellos. Todos los organismos sirvieron para luchar contra la Covid-19. Lo que, sin duda, no es poca cosa.
Por eso creo que es momento de aceptar que le estamos pidiendo mucho a los organismos internacionales y que la cooperación tiene sus límites, pero que no por ello dejan de ser relevantes para las dinámicas mundiales. Quizá, deberíamos ser más realistas sin perder de vista que, a veces, solo a veces, cooperar tiene sus beneficios.
Twitter: @NatySoria88