Líneas Quadratín
Urge legislar sobre propaganda política
Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá: Joseph Goebbels
La historia coloca en su real dimensión a los hombres de poder. Mijaíl Sergéyevich Gorbachov, sin duda, fue un artífice del fin de la Guerra Fría, aquél georgiano de origen rural que asumió la secretaría general del Partido Comunista y con ello la presidencia de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS), en 1985, desde su toma de posesión delineó la urgencia de impulsar la reestructuración económica –Perestroika en la URSS– y frenar la carrera armamentista y desterrar la amenaza de una conflagración nuclear.
Gorbachov fue un impulsor de la transparencia –Glasnow– como medio para romper con el silencio y la censura que imponía el comunismo, sólo abierto a la propaganda. Abrió la puerta a la autocrítica y la libre manifestación de la diversidad de pensamiento. Durante su gobierno, poco a poco el llamado bloque socialista se desintegró, cayó en 1989 el Muro de Berlín.
A seis meses de haberse iniciado la invasión y guerra en Ucrania, justificada por el presidente ruso Vladimir Putin como el derecho de un país fuerte e independiente a mantener el control en sus fronteras, y haber ocurrido ayer la muerte de MIjail Gorbachov, a los 91 años de edad, vale reflexionar sobre su importancia. Como pacificador recibió el Nobel de la Paz en 1991 ¿Fue un visionario arquitecto promotor de un nuevo orden mundial o como dicen sus detractores destruyó al gigante soviético para entregar a los Estados Unidos de América la supremacía mundial?
«No fue como algunos aseguran un promotor de la economía de mercado, su proyecto era por un singular socialismo democrático y un mundo multipolar, contrario al liberalismo económico», asegura el doctor Rafael Rojas, especialista en el tema, quien lo considera un «líder intelectual y personaje fascinante». A quienes quieran ahondar en la vida y obra de Mijail Gorbachov recomienda leer sus obras Perestroika y Carta a la Tierra.
Apenas en diciembre de 2021, en el 30 aniversario de la disolución del imperio soviético, Gorbachov recordó con tristeza su dimisión. Dijo, a la agencia rusa Tass: “Fueron días oscuros para la Unión Soviética, para Rusia y para mí también. Pero no tenía derecho a hacer otra cosa, si se hubieran hecho reformas a tiempo, la URSS podría haber sobrevivido como una unión de estados soberanos».
Junto con un grupo de periodistas mexicanos que viajamos a Moscú por invitación de la Agencia Novosti, me tocó ser testigo de la toma de posesión de Gorbachov, en marzo de 1985. Asistimos a la asunción del último líder de la URSS, tenía Gorbachov 54 años de edad.
Fue un día después de asistir a las impresionantes exequias que en el Kremlin se rindieron para despedir a Konstantin Ustínovich Chernenko, último presidente de la llamada gerontocracia, líderes nacidos antes de la Revolución Rusa de 1917. Asistieron jerarcas de todo el mundo.
Y de esta mirada nostálgica del pasado, vámonos a la actualidad, aunque hay varios temas en común, como son el culto a la personalidad del líder político y el uso de la propaganda, pero hay un abismo de distancia entre el imperio soviético de entonces y nuestro país en crisis económica, asediado por quienes desean militarizar un país democrático.
En el México de hoy la televisión y la radio privada y la del Estado, reproducen en bloques de dos a tres promocionales dedicados al presidente Andrés Manuel López Obrador, en la víspera de su Cuarto Informe presidencial, insiste: «¡No somos Iguales!», y ahora sí, es tanta la insistencia que me sumo, pero al equipo contrario, al que clama luego del mensaje: ¡Son peores!
Las falsedades se suceden, de dos en tres, por bloques. Se contrataron por tiempos oficiales 215 mil 500 spots, y quizá muchos más se pasen en los medios públicos que transmiten propaganda de la 4T sin límite ni advertencia. Esto me recuerda a Fidel Castro cuando adoctrinaba a la multitud con su verdá sobre la Revolución cubana, Patria o muerte y otras consignas para mantener a la población apaciguada, racionada y en paz, mientras los caudillos revolucionarios vivían como jeques árabes.
Las mentiras dichas sin rubor muestran a un presidente rodeado de militares, que habla de un Aeropuerto grandioso, el AIFA, “el mejor de América Latina”. Falso. De ahorros millonarios en programas que no se emprendieron; de disminución de la desigualdad, eso sí es cierto, pero porque en su gobierno todos se empobrecieron, pero aumentaron a 5 millones las personas en pobreza. El organismo regional de las Naciones Unidas ubica a México como el quinto país más pobre de la región.
Así los spots, basados en la máxima: una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad. Ciertas sólo para la percepción con fines de mantener popularidad e intención del voto.
La representación del pueblo debiera frenar este atentado contra la población, ¿quién defiende a las audiencias de su derecho a ser informado con veracidad? ¿Cómo saber que lo que escucha es falso, producto de propaganda política?
En el Congreso, al igual que en el gobierno morenista, están ocupados con otras prioridades, como la integración de equipos con miras electorales, por eso funcionarios del gabinete y dirigentes partidistas desairaron la Reunión Plenaria de su bancada en el Senado coordinado por Ricardo Monreal. Con excepción de la asistencia del canciller Marcelo Ebrard.
Si no es el poder Legislativo, pensaría usted: quizá sea la Suprema Corte quien preserve los derechos de la audiencia. La respuesta es: No, tampoco.
El poder judicial dio a conocer que estos derechos son asunto aplazado, ya que invalidó la Reforma del 2017 a la Ley de Telecomunicaciones que derogaba el derecho de las audiencias a conocer si la información que emite un medio de comunicación es opinión u información, entre otros preceptos que defienden el derecho a la información.
Pero tampoco se aplicará lo establecido en la Ley de Telecomunicaciones, emitida en 2014, respecto al derecho de la audiencia a que el medio identifique si lo que difunde es información o propaganda pagada, aclaró la Corte en una extraordinaria nota calificada de «sospechosa».
Mucho está en juego, ya veremos si se afianzan las alianzas entre los grandes consorcios mediáticos y el gobierno de la 4T, por eso será interesante conocer el contenido del engrose de la sentencia emitida sobre el tema por parte de la Suprema Corte y el desempeño del Congreso de la Unión ante las leyes que preservan derechos ciudadanos de importancia vital para la democracia.
Urge frenar el dispendio en gastos de propaganda política que sólo afianzan alianzas entre concesionarios y quienes detentan el poder, así como reglamentar el uso de los medios públicos ahora a merced de la verdá de López Obrador y sus huestes morenistas.
Por el bien de México es necesario legislar para identificar claramente lo que es propaganda política. ¿Dónde están los Ombudsman que defienden los derechos de audiencia? ¿Quién vigila se apliquen Códigos de Ética en los medios públicos y privados? ¿Necesitaremos que intervengan organismos internacionales para hacer cumplir al gobierno con sus obligaciones de garantizar también el derecho a la información?