Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
José Luis Camacho Acevedo
En una amplia entrevista que le hizo el influyente periodista Joaquín López-Dóriga, el Canciller Marcelo Ebrard fue categórico al decir que, en el contexto de su aspiración de ser candidato presidente de MORENA, siempre está considerando la figura política del presidente López Obrador como presidente en los tiempos presentes, y como un líder social necesario para la estabilidad nacional, ya después del año 2024.
Le dijo a Joaquín que la encuesta que realizará su partido será abierta, porque no hay otra manera que sea creíble, y que el presidente será muy consecuente con su pensamiento político de respetar la expresión en el sentido de elegir candidato en base a la respuesta popular que arrojen las encuestas.
Marcelo ha sido un precandidato presidencial de MORENA por demás innovador en sus propuestas.
Y hace esos llamamientos de tanto interés nacional, en tanto que los otros mencionados o mencionadas como “corcholatas”, siguen nadando de a muertito.
Algo que, evidentemente, no da señales al electorado de qué tipo de presidente están dispuestos a elegir basado en la lectura que hagan de sus propuestas en la medida en que no las hagan públicas.
Recientemente habló Marcelo de realizar cinco debates entre los aspirantes de su partido a la candidatura presidencial.
“Como parte del proceso de elección del candidato o candidata a la presidencia de Morena, el equipo del canciller Marcelo Ebrard propone que los aspirantes participen en cinco debates, uno por cada circunscripción en el país, para que la ciudadanía conozca sus propuestas.
…cada debate deberá abordar un tema: seguridad ciudadana, seguridad alimentaria, seguridad energética, sustentabilidad y educación.”
Por ello Marcelo ha sido considerado, a pesar de la idea que insisten en posicionar los partidarios de Claudia Sheinbaum de que ella es ya la elegida por el presidente, como el aspirante presidencial de MORENA con mayor experiencia y más calificadas visiones del México que habrá de ser gobernador a partir del año 2024.
En una columna de Raymundo Riva Palacio hay un párrafo muy rescatable que habla sobre la personalidad política del Canciller Ebrard.
Dice el todólogo de Riva Palacio:
“Marcelo Ebrard apretó el acelerador de cara a la sucesión presidencial y espera –sugieren sus acciones– que el presidente Andrés Manuel López Obrador cambie su decisión sobre quién lo sucederá. Hasta ahora se mantiene la determinación por Claudia Sheinbaum, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, y si se ven las cosas fríamente, no hay ninguna razón objetiva por la que pueda cambiar. El secretario de Relaciones Exteriores debe estar consciente de que no hay un después para contender por la Presidencia. Si no es en 2024, ya no será jamás. La pregunta es qué busca presionando a Morena, acompañado de un sutil arrinconamiento del presidente.
Ebrard tiene muchas cosas que o no tiene Sheinbaum o tiene déficits. Relaciones políticas internas y una red de vínculos internacionales, para empezar. Una vida política propia que es independiente de la carrera de López Obrador. Ser bien visto por las clases medias y por los agentes económicos, que no lo consideran un radical. No ha agraviado al sector empresarial y por años, no recientemente, ha mantenido una comunicación fluida con los principales capitanes de la industria en México y en el mundo.”
Y la verdad muchas de esas consideraciones SÍ están en mente del presidente López Obrador en tanto que se prepara por lo que le pudiera ocurrir cuando ya sea ex mandatario.
Y la mayor seguridad, política y personal, la tiene López Obrador en un político profesional que sabe para qué y porqué hay que mantener vigente a su antecesor.
Y ese político profesional es Marcelo Ebrard.
Al secretario de gobernación, Adán Augusto López, lo metieron tarde en el juego sucesorio y por ello ahora trata de reponer el tiempo que no tuvo con un hiperactivismo sucesorio.
Claudia Sheinbaum se ha convertido en el ídolo de sí misma.
Ella se piensa ya como presidenta. Y en su discurso las menciones al presidente López Obrador no son de lealtad o de visión política del futuro del ahora primer mandatario. Las menciones de Sheinbaum con respecto a AMLO, son de apoyo a sus decisiones presentes, (esa es una obligación de todos los miembros del gabinete de y de la dirigencia de MORENA) pero nunca Claudia lo ha definido como el líder social que el país seguirá necesitando en sus amplios sectores de mexicanos que todavía luchan por salir del marginalismo.
Conclusión: en base al contexto anterior, Marcelo Ebrard le dijo categórico a López Dóriga que el próximo año lo volverá a entrevistar ya como presidente de México.
El contenido de esta columna es responsabilidad exclusiva del columnista y no del periódico que la publica.