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CIUDAD DE MÉXICO, 15 de junio de 2018.- La violencia contra las personas mayores, en muchas ocasiones resulta imperceptible e inclusive es tolerada, y que se refleja en lesiones físicas, secuelas psicológicas a largo plazo, abandono, aislamiento, disminución en la calidad de vida, e incluso, la muerte, lo que constituye una violación a los derechos humanos de millones de personas.
Así lo manifestó la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), por lo que hace un llamado al Estado mexicano, familias y sociedad a conjuntar esfuerzos para lograr la erradicación de este problema.
A nivel mundial, los datos sobre la incidencia de ese fenómeno, así como de la disponibilidad y eficacia de los mecanismos de prevención y atención son escasos, en tanto que las tasas de denuncia ante los órganos de procuración de justicia no reflejan con certeza la realidad, pues las víctimas sienten temor o vergüenza de pedir apoyo a sus familiares, amigos o autoridades.
De acuerdo con el INEGI (2016), el 20 por ciento de las personas de 60 años o más ha sido víctima de algún delito; y la prevalencia de la violencia contra las mujeres mayores es de 56.6 por ciento.
La Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas (CEAV) evidenció que entre 2010 y 2015, 2 millones 549 mil personas fueron víctimas de violencia sexual, de las cuales 7.1 por ciento eran personas mayores; en tanto que la Encuesta Nacional de Envejecimiento de la UNAM (2015) subraya que la violencia contra ese grupo poblacional ocurre con mayor frecuencia en el hogar, y es ejercida por la pareja, hijos e hijas, nietos y nietas u otros familiares del entorno cercano.
El Consejo Nacional de Población (CONAPO) señala que en 2017 había en México 12 millones 973 mil personas de 60 o más años, 53.9 por ciento mujeres y 46.1 por ciento hombres, pero sus proyecciones indican que para el año 2050 serán casi 32 millones 222 mil; por ello, es indispensable generar las condiciones para que todas ellas disfruten de independencia, autonomía, salud, seguridad, integración y participación activa en esa etapa de la vida.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca la existencia de factores socioculturales que aumentan el riesgo de violencia contra las personas mayores, entre ellos, considerar que son frágiles, débiles y dependientes; el debilitamiento de los vínculos entre las generaciones de una misma familia; los sistemas de sucesión del patrimonio, y la migración de las y los integrantes jóvenes de las familias quienes dejan solas a esas personas en sociedades en que, tradicionalmente, los hijos e hijas se ocupaban de su cuidado.
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