Lafourcade hace público su Amor clandestino con íconos del flamenco
MORELIA, Mich., 6 de febrero de 2025.- Romanticismo pictórico en la obra de caballete de Luis Valentín, un artista de Apaseo el Grande.
Oleo costumbristas en el que se puede apreciar su pulcritud en el dibujo y la riqueza de su paleta. Nuestro personaje tiende a pintar escenas, instantes de un pasado lejano que busca colocar los acentos en el paisaje rural, en el campirano, en la campiña. Tiene una especial fascinación por la arquitectura colonial, esa que relata, cuenta, habla de la idiosincrasia de un pueblo que ya no existe, de una gente que ya no está. Lo suyo es una remembranza permanente de lo que fue y ya no será.
Es también un pintor de arquitectura religiosa, un santero que coloca los puntos destacados en imágenes que aglutinan muchedumbres, en religiosos históricos que, según la historicidad clerical marcaron etapas de la evangelización, dictaron rumbos y establecieron bases para que el sincretismo religioso tuviera basamentos sólidos y raíces profundas entre las poblaciones indígenas y mestizas del México católico.
Lo he visto trabajar también en obra mural que ha quedado para la posteridad, sobre todo allí en la parroquia de San Nicolás Tolentino de Chucándiro, Michoacán, México, gracias a las grandes obras por encargo que ha realizado bajo los auspicios del sacerdote Alfredo Gallegos Lara, el controversial y singular Padre Pistolas.
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