Libros de ayer y hoy
Maquiavelo y la Constitución Mexicana como arma del poder
Teresa Gil laislaquebrillaba@|yahoo.com.mx
La Constitución Mexicana que arriba a sus 103 años, no es un ente estereotipado para lanzar consignas ideales como lo están haciendo viejos políticos. Pero si es el arma que a partir de esas consignas, les sirven como medio para atacar. La Carta Magna, según el destacado constitucionalista Elisur Arteaga Nava, “es simplemente un instrumento de poder que regula relaciones de dominación y de sometimiento”. Definición que se hace extensiva a todo el orden jurídico y que desde luego, como lo sostienen otros juristas, tiene mucho que ver con quien usa ese instrumento.
La polémica que se dio recientemente en torno al artículo once y los migrantes, es un ejemplo de como políticos, partidos o personajes se agarran de la Constitución para usarla como arma política. La historia de esta norma superior, de las primeras que fueron lanzadas al siglo XX y admirada en sus orígenes por grandes teóricos del mundo, ha pasado desde entonces por muchas manos y ese uso de su poder para fincar ambiciones, se expresa en sus más de 700 reformas. Tasajeada, alterada, en muchos casos deformada en su lenguaje como lo sostiene el jurista Diego Valadés, la norma se ha defendido y conserva principios fundamentales, a los cuales, -probidad de algunos legisladores-, se han añadido situaciones que tienen que ser ordenadas desde arriba. Una de ellas los derechos humanos.
Ya en otras ocasiones trajimos a estas crónicas de libros, el del jurista egresado de la Libre de Derecho y en su momento maestro de la UAM. Libro que no es otro, que la propia constitución a la que se han añadido los comentarios del italiano en la mayoría de los artículos. Maquiavelo no necesitaba haber vivido aquí dice Elisur. Sus posturas a partir de El príncipe, discursos, historias, cartas y otros documentos, embonan perfectamente en la norma mexicana. Es como si hubiera participado en su creación original. Con dominio del italiano, el académico penetró en la obra del gran teórico nacido en Florencia en 1469, polémico autor de los cuestionamientos en torno a la versatilidad de la política y la forma como los príncipes que gobiernan usan o pueden usar el poder. Además de jurista fue diplomático, filósofo y escritor y considerado por sus biógrafos el padre de la Ciencia Política Moderna. Elisur utiliza esos documentos en la Constitución de 1986 y la situación que la norma tenía en ese entonces.
El libro que tengo, editado por la UAM y Siglo Veintiuno Editores, en 1987, me fue autografiado por el autor el 13 de agosto de ese año, con amables palabras de amistad. Los comentarios de Maquiavelo están enmarcados. Aquí, uno de sus primeros comentarios y sus sabias palabras, sobre el artículo primero de la Constitución, que refleja como lo estamos viendo, la situación política que vive el actual gobierno ante los ataques de sus opositores. “Porque los hombres puede decirse generalmente que son ingratos, volubles, dados al fingimiento, aficionados a esquivar los peligros y codiciosos de ganancias cuando les favorecen. Son completamente tuyos y te ofrecen su sangre, sus haciendas, sus vidas y hasta sus hijos…siempre que el peligro de aceptar sus ofertas esté lejano, pero si éste se acerca, se sublevan contra ti”: El príncipe capítulo VIII.
En el libro de Arteaga Nava, además de un epílogo y un apéndice, se comenta brevemente el libro del jurista Eduardo Novoa Monreal, El derecho como obstáculo al cambio social, sobre la obsolescencia de los documentos jurídicos que rigen en general a los países y en los que nuestra Constitución no es una excepción. La de 1917 ha cambiado en un palabrerío que triplica sus originales términos, pero la verborrea juridica es la misma. El asunto fue tocado hace tres años cuando el documento cumplió cien años. En el libro de Novoa se advertía desde los años ochenta, de lo viejo de algunos principios. Con sus propuestas, se dice que el abogado chileno rasga el velo de los santuarios jurídicos, de “los sumos sacerdotes del derecho”, y se lanza contra la vetustez de principios que consolidan un orden social que hace crisis para mantener “el individualismo decimonónico”.
Este teórico ha propuesto modificar la mitología jurídica y otros como él sugieren introducir nuevos conceptos y adaptar los documentos jurídicos a los tiempos, reformar los derechos internos e incorporar nuevas propuestas de derecho internacional. En ese sentido la Constitución de la CDMX es más moderna, ¿pero quien se lanza al ruedo de modificar los términos -sin crear una nueva-, de la carta magna como lo ha propuesto también el ya mencionado Diego Valadés? Maquiavelo diría en uno de sus discursos: “Ciertamente estas reformas no se consiguen sin peligro, porque jamás la multitud se conforma con nuevas leyes que cambien la constitución de la república, salvo cuando es evidente la necesidad de establecerlas…”