Cambio de coordenadas
Libros de ayer y hoy
¿Quien quiere ser mi amante?
Teresa Gil
[email protected]
No es una promoción personal a mis setenta y tantos años. Es solo aquella pregunta tan insistente que hacía Camilo Blanes -Camilo Sesto-, a un auditorio internacional en el que lógicamente había alguien especial. Los años setenta ya se prestaban para esa pregunta atrevida y más cuando las luchas femeninas y del movimiento gay, se entronizaban, con demasiados remilgos de los conservadores, y no pocas agresiones y muertes de homosexuales. Decenas de canciones compuso Blanes, un hombre de una belleza singular, con un aporte baladista que después se mezcló con ritmos más complejos, pero que en ese momento, a fines de unos años sesenta tan conflictivos, retrocedían a un mundo romántico que se había extinguido a fines del siglo XIX. Muchos honores tuvo en su vida, premios e insidias de un medio envidioso, pero él siguió componiendo una larga lista que en su momento 52 de ellas, estuvieron en el número uno. Llegó a vender 70 millones de discos de esas composiciones ¿Quien no soñó con aquel muchacho privilegiado?, tal vez los jóvenes que miraban al cantante de cabellos largos lanzando sus lastimeras melodías en una década también convulsa en la que se hacía noticia viral -sin redes-, el asesinato de Salvador Allende por un usurpador asesino como Pinochet y años más tarde la muerte del dictador español Francisco Franco.
LA CREACIÓN MUSICAL Y LA PERMANENCIA DEL COMPOSITOR
En la larga etapa de las canciones lanzadas a la fama, México siempre ha distinguido entre el compositor que da sus canciones a quien las canta y el que compone y canta como Álvaro Carrillo, Agustín Lara, José Alfredo, Juan Gabriel. Ferrusquilla y otros que han quedado en la cima de nuestros talentos musicales en música popular. En otro plano estaban y están, los de voces privilegiadas que matizan esas composiciones y las hacen populares. Algunos son extraordinarios en la canción popular como lo fueron en sus momentos Lucha Reyes, Jorge Negrete, Pedro Infante, Javier Solis, pero pasados sus tiempos de cantantes y ya desaparecidos, algunos permanecen en las pantallas y discos en tanto la creatividad de los generadores de sus ritmos y canciones enaltece a los compositores, pero raras veces están presentes. Por desgracia muchos de ellos ni siquiera son recordados. ¿Donde está por ejemplo el recuerdo de Gonzalo Curiel? Muchos cantantes como Luis Miguel han hecho su fama y su fortuna de esos creadores y en general la mayoría de los famosos por su voz y sus canciones echan mano del músico auténtico y sus composiciones, para lanzar sus voces al aire. Rara vez se les reconoce. No es el caso del compositor y cantante que llenó las dos facetas: Camilo Blanes y Camilo Sesto.
DE CAMLIO SESTO A MACEDONIO ALCALÁ Y SU DIOS NUNCA MUERE QUE DESPIDIÓ A TOLEDO
Se escucharon permanentemente en la radio la canciones de Camilo Sesto el día 8 de septiembre al conocerse la noticia de su muerte. Igual que la de Francisco Toledo, su muerte impactó a grandes sectores de su país y del mundo, en especial Latinoamérica. Horas antes en la despedida del gran pintor oaxaqueño, la música de Macedonio Alcalá, con su famoso vals Dios nunca muere acompañó su último adiós. Macedonio fue recientemente homenajeado por el gobierno oaxaqueño al cumplir sus 145 años de haber nacido. El, como gran compositor no ha muerto, ni su música, como el dios que invoca. De la música de Camilo Sesto ¿quedará un largo recuerdo? Es probable que si. Llenó una época, creó un estilo y lanzó canciones que quedarán en el aporte musical en su país y otros. En estas apreciaciones a vuelo de pájaro en un universo de grandes músicos e intérpretes, vale recordar que muchas de esas creaciones dieron títulos y generaron libros. Uno famoso, es el de Ángeles Mastreta Arráncame la vida ( Seix Barral 2008) a partir del título de una canción de Agustín Lara, que ha sido impreso varias veces y llevado al cine. Es la visión de la escritora poblana de un cacique de todos conocido, que se añade a esos personajes incontrolables, desbocados, asesinos en buena parte, que ha creado el poder en determinadas etapas de la llamada democracia y que han llevado al papel grandes escritores. Olvidemos a esos seres nefastos con parte de una canción de Camilo, en la que, como paradoja a su gran éxito, lamenta lo poco que le dejó la vida:
TODO POR NADA
La voz desnuda de la vida
me cambió, todo por nada
se van mis días
y en mis noches no hay calor
no tengo nada,
solo una lágrima en mis ojos
que te buscan
y tu no estás.