Líneas Quadratín
Teresa Gil
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Miles de personas afectadas por el fertilizante glifosato tienen demandas en Estados Unidos, principalmente obreros agrícolas y campesinos. En 2018 se calculaban en 125 mil los quejosos, que partiendo de la opiniones de la OMS consideran el glifosato generador de cáncer, autismo, problemas endócrinos y muchos más. Esto se extiende ya a sectores agrícolas mexicanos donde se usa glifosato desde los años setenta. El 31 de diciembre pasado, el presidente Andrés Manuel López Obrador expidió un decreto para sustituir dicho químico. La amenaza de acudir a las reglas del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) para obligar a México a que no suspenda la aplicación agrícola del químico mencionado, abre varias interrogantes. La principal es si los acuerdos internacionales de ese tipo pasan sobre los derechos humanos de salud de los ciudadanos que integran las partes contratantes. Otra sería si la firma de tres naciones como las mencionadas, compromete la soberanía de cada parte y unas más, si las ganancias comerciales de las transnacionales están por encima del medio ambiente, la estabilidad genética de los cultivos que se contemplen y la imposición de que una de las partes pueda avasallar la decisión interna de salvaguardar un país. Todo esto se desprende de la presión que está ejerciendo la empresa Bayer AG, dueña de Monsanto, para que el químico glifosato no se suspenda como fertilizante de cultivos mexicanos, ante informaciones que sostienen que Bayer podría acudir a las partes contratantes del T- MEC, para exigir el cumplimiento de su demanda. Medios como La Jornada señalan que hay datos que llenan esa premisa, publicados por el diario inglés The Guardian, que menciona el caso de Tailandia que quiso suspender el glifosato y Estados Unidos lo obligó a continuar su uso, amenazando con suprimir el trato comercial con aquel país.
LOS EFECTOS DE LA MODIFICACIÓN GENÉTICA NO IMPORTAN A TRANSNACIONALES
En Estados Unidos la denuncia permanente contra Monsanto fabricante de semillas genéticamente modificadas, ha unificado en el país a organizaciones agrícolas, organismos defensores del medio ambiente y otros sectores que se oponen a esa modificación. En México hace tiempo que se utiliza el glifosato como fertilizante sobre todo en cultivos como la soya a partir de la modificación genética de cultivos que empezó en 1988 y en la que entran el algodón y otros cultivos En el decreto expedido por el gobierno, se parte básicamente de crear una auténtica soberanía alimentaria “a partir de prácticas e insumos agroecológicos seguros para la salud humana, la diversidad sociocultural del país y del ambiente, congruentes con las tradiciones agrarias de México”. Ya en 2019 Cofepris había cancelado el registro a más de 60 empresas con sus respectivos fertilizantes que contienen el glifosato. Sometida a controversia por las propias empresas interesadas en los cambios genéticos de cultivos, han encontrado apoyo en algunos sectores, como los premios Nobel, cien de los cuales sobre todo de economía, han firmado para apoyar esa modificación. En México en instituciones educativas, la UNAM entre ellas, hay científicos que apoyan ese proyecto. Como países Cuba tiene también ese proyecto. La diferencia en los planteamientos que coinciden con la modificación genética es la forma de hacerlo, que fines persigue y que cuidados en cultivos, salud humana, animal, y del medio ambiente se deben de hacer.
BAYER IRÁ AL T-MEC, PARA DEFENDERSE, PERO HAY RESISTENCIA EN MÉXICO
Como principio jurídico, ninguna ley puede propiciar la enfermedad, aunque se hagan interpretaciones sesgadas del derecho desde el punto de vista mercantil. Es complicado entonces, que el T-MEC apruebe la demanda de Bayer para impedir que México vaya eliminando el glifosato. La OMS califica al glifosato como potencial agresor de la salud; se refiere aparte de cánceres, a infertilidad, problemas de embarazos, alergias y a que es en lo general genotóxico. Los cultivos transgénicos que usan ese químico, tuvieron entrada propicia en los pasados gobiernos. En 2012, solo para la soya que tiene su principal centro de cultivo en Yucatán, se aprobaron 253 mil 500 hectáreas. La producción de transgénicos se ha desarrollado en varios estados, aunque hay resistencia sobre todo en sectores indígenas para proteger sus cultivos tradicionales como el maíz, cosa que se refuerza en el decreto del 31 de diciembre. De acuerdo a datos publicados, en el mundo hay más de 9 mil millones de hectáreas fertilizadas con glifosato, lo que habla de las ganancias de la transnacionales que lo comercian, pese a que varios países en la Unión Europea como Alemania, Francia y parte de España ya lo han suspendido y en América, Argentina. Brasil es el país que tiene más cultivos transgénicos y por lo tanto el que más usa el fertilizante mencionado. Para dar una idea de los males que puede ocasionar el glifosato, se recomienda el libro Antología Toxicológica del glifosato de E, Martín Rossi, que publica mil 108 artículos relacionados con los efectos nocivos que produce.