Libros de ayer y hoy
El PRI en el “levántate y anda” de algo que ya no es
Si mereciera un resabio poético, quizá echaríamos mano de nuestro poeta favorito para declamar en duelo el Romance sonámbulo. Y diríamos como aquel hombre apesadumbrado ante lo imposible; “pero yo ya no soy yo ni mi casa es ya mi casa”. Pero un caso oscuro no merece endechas. Como héroes de a mentiritas, los interesados en revivir al PRI, pasan sobre el largo cadáver que cubre al país y se solazan en un sueño que no existe. Hablan de democracia, de fortaleza, de nuevos tiempos, mientras el cadáver les escuece los pies. Ni verdadera autocrítica, ni remordimientos, nada. Se yerguen soberbios. Risible, por no decir ridículo, se antoja el que un ex secretario de gobernación como Miguel Ángel Osorio Chong, que jamás señaló con el dedo las incongruencias del régimen peñista y mucho menos a los anteriores, mientras era gobernador de su estado, hable de dar fortaleza a un inmóvil. Y que un ex rector -cebado ya en el presupuesto- como José Narro Robles al que inexplicablemente apoyaban intelectuales de izquierda para la rectoría, hable de honorabilidad, de decencia, de democracia, cuando vivió los desmanes del pasado régimen como secretario de salud, cuando los hálitos de una enorme estructura que fue y alguna vez tuvo ciertos valores, se extinguieron en cenizas y se deshicieron en el oprobio. El todavía gobernador de Campeche, Alejandro Moreno Cárdenas, que cuida el puesto hasta el último momento, pasa sobre la realidad y declara eufórico, “El PRI está en su mejor momento” ¿Creerán ellos mismos lo que dicen?
DE UN PROYECTO DE ESTADO QUE DURÓ OCHO DÉCADAS, AL FÚTIL ABUCHEO
Por la forma como están planteadas las diferentes ambiciones que se expresan en los que se asumen aspirantes a dirigir el PRI, se nota que no hay unidad. Y la banalidad discurre en una dirigencia que convierte los abucheos en definitividad política, al grado de amenazar con posibles boicots. Entre los aspirantes hay cartuchos quemados que rondan en busca de renacer, como Ulises Ruiz Ortiz; a otra, Ivonne Ortega, le da aire José Narro Robles en su propuesta de directiva. El ex rector apela al viejo dirigente sonorense Manlio Fabio Beltrones e incorpora a su hija Silvana, en esa posible directiva. El tipo al que promovían -inexplicablemente, porque su priísmo nunca se disimuló-, Elena Poniatowska, Ignacio Solares, Seatiel Alatriste y más, para no hablar de otros destacados que ya murieron, no hizo cambios fundamentales en la UNAM durante ocho años de burocracia, y por el contrario, reforzó la estructura priísta que siempre ha gobernado esa casa de estudios. Y son esos los que han criticado a lo largo de décadas, la presencia de fuerzas de izquierda en las universidades, expresadas sobre todo en algunos sectores sindicales, académicos y estudiantiles. Terminada su faena, regresó a “mi casa”, el PRI, como el mismo lo dijo. Ahora se enfrenta al señalamiento del rejuego en medicamentos en el régimen de EPN, cuando él cubría el sector salud y se hizo de la enfermedad una mercadería.
PERO YO YA NO SOY YO NI MI CASA ES YA MI CASA, EL SIMBOLISMO DE LORCA
El más famoso romance del Romancero gitano de Federico García Lorca, Romance sonámbulo (escrito en 1924, publicado en 1928) suele leerse con toda sencillez, inmiscuido el placer con los misterios que encierra un poema. Pero si uno se mete con los expertos, los que no hacen crítica literaria como la que suelen hacer en México -en donde el crítico se reduce a reseñar la trama sin aportar más conocimientos-, sino verdadera penetración literaria, aunque no desvelen el misterio como el propio Lorca lo planteaba. Y de aquel “Verde que te quiero verde”, se va despuntando un asunto que ni la más gruesa novela abarcaría. Géneros, técnicas, lingüística exhibidos, se necesita además, conocer el entorno en el que se desarrolla el poema. El joven contrabandista que huye de los guardias civiles -“El barco sobre la mar y el caballo en la montaña”- ofrece al padre de su novia cambiar de vida cuando ya está herido de muerte e ignora que su novia se ha suicidado por tanta espera.
Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa
mi montura por su espejo
mi cuchillo por su manta
Y el padre ante lo imposible le responde: “Pero yo ya no soy yo ni mi casa es ya mi casa”. Lorca rinde un homenaje a Shakespeare con la novia ahogada -una gitana-, que flota como frágil Ofelia, en un aljibe. Hay un hálito de muerte, de pérdida total:
Un carámbano de luna la sostiene sobre el agua
Verde que te quiero verde
Verde viento. Verdes ramas.