Líneas Quadratín
Miguel Hidalgo, el Padre de la Patria, en la mira de la derecha
Dicen que suenan tambores de guerra contra nuestro legendario y miembro supremo del gran pretil de la historia, el cura católico Miguel Hidalgo y Costilla. Así lo sostiene Paco Ignacio Taibo II. El queel guanajuatense haya dado la vida, pequeño detalle para muchos, por un principio fundamental nuestra independencia, es peccata minuta en estos tiempos. Quisieran succionar su trayectoria para borrarlo de la vida de la gran mayoría de los mexicanos y poner en su lugar a quienes se sumaron al servilismo del invasor. Lo propio han querido hacer con José María Morelos y Pavón. El Año de la Independencia nombrado así este 2021, ha profundizado las rémoras que quedaron sepultadas en las décadas y el conservadurismo que circuló en el siglo XIX, todavía subyace, como el porfirismo se aferra a las ideas y a la forma de vivir de muchos. Las ideologías aderezadas con nuevas doctrinas, perviven y son las supraestructuras difíciles de eliminar con los años. Están presentes en algunas formas de gobernar, en la existencia de reyes y monarquías en distintos países, que acaparan riquezas mientras millones se mueren de hambre. Y en los fervores enfermizos de creencias y en lo más señalado en estos tiempos: el sometimiento de un género por otro.
Los enemigos de los héroes, han querido defenestrar sus honras
A Hidalgo lo han traído entre ojos sobre todo desde la jerarquía católica, porque se opuso con su lucha, al predominio del clero que más tarde sometió Juárez. La amenaza de excomunión que ahora suena a risa para muchos aún creyentes, fue amenaza fuerte en aquellos años de dominación. Todavía flotaba el halo inquisitorial. Hidalgo fue un rebelde y les molestó. En el devenir de los siglos y los años, los obtusos, los escasos de espíritu y de genio, han querido sacrificar a todos aquellos que cruzaron el confín de la gloria. A lo largo del tiempo, todos esos, envidiosos, se fueron sobre los que más lastimaban su ignorancia: Poe, Chejov, Cervantes, Pushkin et al, porque les molestaba su nombre en la palestra. Las diatribas exhiben al que las dice y estas se daban en torno a personajes: se decía que no sabían escribir, que su literatura era “para criadas” (a los hermanos Gouncourt que dan nombre al premio de literatura de Francia, les decían que escribían para “sirvientas”), que tenían mal aliento, que eran feos, que no se bañaban. Se han escritos libros para minimizar a Juárez, para echarle tierra a los grandes personajes históricos como Guadalupe Victoria, Madero, Cárdenas. A Villa no lo bajan de ser salteador violento sin conocer sus grandes propuestas revolucionarias. A Guerrero, otro padre de la patria, lo mataron previa traición conservadora.
El clero se quiso reconciliar con Hidalgo el siglo pasado, en 1987
En 2007, cuando ya se preparaban los festejos del bicentenario de la Independencia, la iglesia católica se empezó a preocupar por Hidalgo y el cardenal Norberto Rivera pidió una investigación sobre la presunta excomunión a Hidalgo para llevar el asunto al Vaticano y quedar bien con el gobierno panista de Felipe Calderón. Algunos le advirtieron que Hidalgo fue perdonado por el primado Ernesto Corripio Ahumada en 1987 y Rivera lo ignoraba. Y en efecto yo como reportera de Unomásuno cubrí los eventos en Dolores Hidalgo Guanajuato, estado este último donde nació el cura libertador. Me fui varios días antes y envié muchas notas a mi diario sobre el caso del cura, su nacimiento en Pénjamo sus relaciones en ese tiempo y hasta parte de la historia de la campana de Dolores, que al parecer hoy está en palacio nacional. Entrevisté a descendientes, cuyo parecido con el cura era extraordinario. Eran mujeres que tenían un local de venta de yougurt, que me contaron la historia de aquellos amores, publicados por mí en el medio. Las críticas sobre esa libertad amorosa que tenían tanto Hidalgo como Morelos, ha sido criticada, pero esconden conductas realmente agresivas: la pederastia actual. Los curas acompañados por Corripio en 1987, junto con una larga procesión del pueblo de Dolores, recorrieron las calles y la ceremonia del perdón se dio ese mismo día. Por la ignorancia de Rivera, al parecer no se escribió ningún documento al respecto. Los voceros de esa iglesia repartieron en Dolores Hidalgo el documento en el que consta la defenestración de Hidalgo el 24 de septiembre de 1810, por el obispo Manuel Abad y Queipo. (El Caballito 1987). Al parecer hay dos documentos y uno de ellos, en el que se lanzan insultos y descalificaciones a Hidalgo, es negado por el clero y reconocen el más sensato. Quizá del primero se quieren agarrar los defenestradores de Hidalgo, prestos a hacerlo ante la cercanía de las fiestas septembrinas. Lo que sí es cierto es la excomunión llevada a cabo por el obispo mencionado, 8 días después de El Grito de Dolores.