Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
La ministra Yasmín Esquivel Mossa representa a uno de los poderes que integran el estado mexicano. Y por lo tanto, su palabra es la representación de un poder. Si ella dice que su tesis no fue plagiada, su dicho se fundamenta en lo que representa actualmente: un ministerio que interpreta la ley y aplica la justicia. Puede haber divergencias en la actuación de ciertos miembros de ese poder, ya plenamente identificados, pero lo que vale en toda la concepción tripartita, es la esencia de lo que es cada poder. Como ha dicho el ex presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, lo que hagan algunos fuera de la concepción de ese poder, no lo toca como tal. Por la trayectoria, las muchas décadas de destacada presencia en los ámbitos jurídicos y judiciales, la palabra de la ministra no está a discusión. Sería una excelente presidenta si se le elige y pondrá en alto la presencia de una mujer en ese poder, que hasta ahora en ese nivel no se ha dado.
SE BUSCA FRENAR UN CAMBIO EN LA CORTE, PARA DEFENDER INTERESES
Un buen porcentaje de la prensa ha abordado el caso de la ministra, no como un acto distraccionista, sino como un asunto fundamental en el que a los opositores les va un interés fundamental no solo por las decisiones que tome la presidencia, sino por lo cambios que se puedan impulsar. En especial están en juego los grandes negocios que se dirimen a partir de la Corte, intereses que son no solo personales, de los grandes despachos, sino de interés internacional. Eso se vio en torno a los muchos amparos en contra de decisiones energéticas y de la ley eléctrica. Los maestros en las facultades de derecho suelen decir con mucho sentido del humor, que en la Corte hay de piña, de melón y de manteca. Para señalar, desde luego, que el alto tribunal ha sido parte de los negocios de grandes intereses. El tema del poder judicial mexicano se toca, cuando es el mismo poder el que está causando conflictos en varias partes del mundo, en Europa, en Estados Unidos, en Perú, Venezuela y Argentina y en su momento Brasil. La característica de inmutabilidad que mantienen las resoluciones de la Corte, la convierten en una barrera inescrutable en determinados momentos, una especie de dios implacable, que solo tiene como contrapartida, si se da, poco a menudo, el perdón o indulto del poder ejecutivo. cuando es el original acusador.
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¿Y DONDE ESTÁ EL PRESUNTO PLAGIADO QUE NO APARECE EN ESCENA?
Una cosa que llamó la atención desde un principio es que el presunto plagiado Edgar
Ulises Baéz Gutiérrez no aparece en escena. No es el que denuncia el presunto plagio de la tesis de 1986, Inoperancia de los Sindicatos en los Trabajadores de Confianza del Artículo 123 del Apartado A y aunque su nombre se repite en forma constante en estos días, no hay intervención ni opinión alguna de su parte. En su cuenta de twiter @mario mal, el conductor, comentarista y colaborador en varios medios Mario Maldonado, se refirió a ese tipo misterioso, como un abogado de vida no muy clara, acusado en dos ocasiones de acoso sexual y con problemas de identidad al manejar dos actas de nacimiento. Los datos, reproducidos en redes, no han salido a la luz pública con insistencia, porque lo que quieren los opositores que están metidos en el asunto, es señalar a la ministra. El presidente o presidenta de la Corte será electo el 2 de enero próximo y el tiempo apremia. Quieren tener acorralada a la ministra, dejar que el tiempo transcurra y que nombren al que ellos quieren. Hay columnistas. entre ellos el de Ciudad Perdida de La Jornada, Miguel Ángel Velázquez, que menciona como interés opositor al ministro Alfredo Gutiérez Ortiz Mena, un hombre muy rico que fue propuesto y apoyado por Felipe Calderón, que puede ser útil a los intereses que desde los adversarios se defienden. La insistencia para que sea la UNAM, la que decida si la tesis de la ministra es o no plagiada, cuando ya adelantó vísperas ilegalmente, es un menosprecio al poder judicial que ella representa y que es el que tiene en sus votos la decisión final de ese asunto. Pero mientras, es la palabra de ella, como representante de un poder, la que debe prevalecer. Si ella puede ser presidenta de la Corte, debe ser electa como tal, ya que tiene un gran curriculum de décadas, que curiosamente los opositores que se fueron sobre la tesis, no han mencionado. Ella sostiene que fue su tesis la plagiada, cosa que es lógica ya que los estudios al respecto de la misma se iniciaron en 1985, un año antes de la tesis del presunto plagiado, que no hizo la denuncia pese a que han transcurrido 35 años. Y ahora se esconde como sombra culpable, ordenada, claro, por alguien.