Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
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Un ente particular no puede ser el que decida sobre los precios de ciertos productos básicos del mexicano, porque existen leyes que protegen al consumidor. Debe ser siempre el gobierno, el que fije dichos precios, sobre todo de la tortilla y el huevo. Muy sentidito, el que se asume líder de 60 mil tortillerías en el país, Horacio López García, presidente del Consejo Mexicano de Tortillas, deja latente la amenaza de que ese alimento fundamental para el mexicano seguirá disparando su precio. López García debe ser como esos líderes charros que tomaban una causa para chantajear sobre la misma y crear ese binomio líderes charros y gobierno complaciente que dominó décadas el sindicalismo en el país. Ahora dice que el aumento del precio de la tortilla seguirá, porque no fue tomado en cuenta para fijar la Canasta Básica. Parece que al mencionado le molestó que no fuera tomado en cuenta en la conformación de esa canasta ya que en la lista de los 24 artículos que según la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) la conforman, se mencionan solo tortillas de supermercado. En un ente particular no puede estar el manejo de alimentos básicos aunque en la referencia a los supermercados puede tener razón. En estos el precio oficial si se controla, pero se ha creado una diversidad impresionante de la misma masa, que configuran el cambio para el consumo. Ya que el kilo de esas tortillas casi duplica el precio oficial. Se trata de tortillas pequeñas de la misma masa amarilla o blanca, a las que agregan en algunos casos un color y las presentan azules o verdes, sopes, tortillas para diferentes menesteres que solo varían su forma, las que aparecen junto con la forma tradicional, insertas en las máquinas de hacer el producto, con solo cambiar el modelo. A veces mencionan algún añadido como el nopal que por lo general no se nota. El alza de precio se aplica casi el doble por el solo movimiento de cambiar una placa en la maquina de hacer tortillas. Es un abuso y un chantaje de parte de esas grandes tiendas. Últimamente se venden lo que se llama tortillas delgaditas, que se pueden encontrar al doble, en tiendas de autoconsumo, como el Oxxo incluido. Producto que se compra ante el demérito que han sufrido esos panes de maíz en los últimos meses: tortillas gruesas, que se quiebran fácilmente y no se pueden consumir por duras al día siguiente.
MILES DE TORTILLEROS, POR LA LIBRE DESDE HACE DÉCADAS, PESE A LEYES
La Ley Federal del consumidor (Editorial Sista 2012) menciona siete derechos en su artículo siete, que deben de respetar los que, entre otros, producen un alimento. Si el señor López García menciona 60 mil tortillerías que están bajo su control, más las que no figuran en su lista, todas deben aplicar la ley. Es cierto que miles de personas que elaboran tortillas son gente modesta que tiene pequeños locales y una máquina y en las mismas puede haber ignorancia de la ley, aunque hay un liderazgo que se nutre de ellas. Este debería de dar a conocer las responsabilidades que tienen esos productores frente a la ley porque la ignorancia de ésta no excluye su cumplimiento. Desde hace décadas, esas tortillerías cobran el producto más caro que el precio oficial y no se sabe que la Profeco haga revisiones o lleve un control, pese a que los casos están a la vista de cualquier consumidor. Ese aumento se fue configurando cuando no existía el pretexto del aumento del maíz en su importación. A la tortilla le siguen todas las derivaciones del maíz que son industriales, tostadas, churritos, totopos y otras formas, incluso los tamales que consumen en su elaboración, por miles de instalaciones en el país, un buen porcentaje del maíz que se importa.
EL HUEVO, LA PROTEÍNA MÁS BARATA Y ACCESIBLE, TAMBIÉN EN LA LIBRE
Pocos productos tienen la proteína que tiene el huevo por lo accesible a las grades masas. Pero en los últimos tiempos se ha disparado más del 32 por ciento su aumento. A partir, además de una absurda clasificación en blancos y morenos, en los que se ve como cosa de risa que los morenos, a diferencia de lo que pasa en la vida real, son más caros y demandados que los blancos. Se vio recientemente el caso del limón, respecto al cual se percibía un chantaje ya que ahora está a un precio accesible y lo hay en montón. Se ven muchos ejemplos que plantean que si existe una canasta básica que el Inegi eleva a 85 productos y la reciente canasta a 24 como se dijo, debe ser entonces permanente y no cuando impere una inflación, el control de los precios desde el sector público. Poner a la Profeco a que de algo sirva, no solo a defender a las tiendas agresoras y abusivas, contra las personas de la tercera edad.