Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
En 1961 el premio Nobel John Steinbeck resumió en una sola persona, todo lo que se generalizó el martes pasado en la Asamblea General de la ONU en la voz de su secretario general Antonio Guterres. Lo hizo en su novela El invierno de nuestro descontento. Guterres advirtió que estamos al borde de la catástrofe por lo que ha hecho el ser humano con sus propios congéneres y entornos, frente a lo cual, ni siquiera está preparado para enfrentarlo. Pero los representantes latinoamericanos fueron más directos entre ellos Gustavo Petro de Colombia y Xiomara Castro de Honduras, al subrayar la adicción al poder irracional y al dinero, a la forma ostentosa de vida, al menosprecio de los pobres, que es el resultado de ese poderío. Salió a relucir no solo la crisis del sistema capitalista y su impacto en el desastroso cambio climático, sino en la desigualdad en los países menos favorecidos y sujetos sus ciudadanos a la expulsión y el desprecio, como sucede con los migrantes. Trascendió de esa manera, que hay una crisis en el mundo, por la inmoralidad, la codicia, la ambición de los países poderosos y sus efectos no solo en la pobreza, sino en la devastación que han causado a la naturaleza con sus formas de vida.
EL INVIERNO DE NUESTRO DESCONTENTO, UN ARQUETIPO DE LA AMBICIÓN
En la obra El invierno de nuestro descontento (Editorial Viking Press 1961), el personaje Ethan Allen Hawley desboca su ambición sin importarle los demás, de tal manera que crea en su moral un viaje sin retorno, que es lo que puede plantearse a la humanidad entera, si no hay un alto urgente a una situación similar de comportamiento. La alerta del funcionario internacional Guterres, advirtió sobre la catástrofe que está en puerta ante la profundización de los problemas que vive el mundo por las desigualdades, la crisis económica, las guerras, la alteración del clima. Hay estragos y la confianza se desmorona, dijo Guterres, ante una organización que aglutina a 193 países, muchos de los cuales son parte del problema denunciado. Lo curioso es que al señalar un invierno de descontento y hacer alusión a la famosa frase de Shakespeare en el inicio de la obra Ricardo III, señala contradictoriamente, que “el planeta está ardiendo”. La obra de Steinbeck también parte de la inglesa para dar título a su última novela. A los autores estadounidenses les gusta mucho el poeta de Avon. William Faulkner también premio Nobel, se basó en una de sus obras para dar nombre a su famosa novela El sonido y la furia. La de Steinbeck fue llevada al cine en 1983, con el canadiense Donald Sutherland en el papel de Hawley. La dirigió Warris Hussein.
EL COSTUMBRISMO DE TORTILLA FLAT, LLEVÓ A STEINBECK A LA OBRA SOCIAL
Un caso extraordinario el del escritor nacido en Salinas California en 1902 que, de mil usos, pasó a ganar el Pulitzer en 1942 y el Premio Nobel en 1962. Hizo todo tipo de trabajo desde albañil hasta llegar a reportero y ser desde Londres, corresponsal durante la Segunda Guerra Mundial. Del costumbrismo expresado en Tortilla Flat pasó a la literatura social con Las viñas de la Ira, Al este del edén, La luna se ha puesto, entre varias para llegar a su última novela El invierno de nuestro descontento poco antes de su muerte en 1968. Como se dijo, el personaje de esta novela reflejaba todos los impactos que el capitalismo en plena efervescencia en los años sesenta, impactaba a la gente. Hawley pasó sobre todo con sus crímenes, negocios sucios e inmoralidades, para causar la devastación de su persona, como esas mismas inmoralidades que causan la devastación del mundo. En México, es recordado por su aporte de la pequeña novela La perla, que fue llevada al cine y filmada en 1945 por Emilio El Indio Fernández y es considerada una pequeña obra maestra inmersa en talento y poesía no solo del escritor, sino de la excelente dirección de Fernández. También hay recuerdos de Al este del paraíso, filme basado en una parte de Al este del edén del propio Steinbeck, con aquella estrella tan notable que murió joven, James Dean.