Indicador Político
Por: Teresa Gil
En el año del centenario por la ausencia de Amado Nervo, hay que leerle a Donald Trump La raza de bronce, para que sepa quiénes somos, cuáles son nuestros ancestros y cuales los grandes orígenes históricos que nos ensalzan como un gran pueblo. Eso frente a un permanente sacacuartos, cuya principal cualidad para llegar a la presidencia de Estados Unidos, ha sido la especulación. Se debería de hincar. Resulta contradictorio que un tipo como él que se la pasa vociferando, ahora quiera callarnos. “Queremos acción, no platicar”, dice groseramente ante la búsqueda de diálogo del gobierno mexicano. Eso nada más nos faltaba. La aplicación de aranceles como una venganza a la postura que tiene México con los migrantes y la mezcla que está haciendo de la economía con la migración, rompe todas la reglas de la convivencia, pero en la apertura de tantos frentes enemigos, México es el más perjudicado. Es cierto que hay ventaja de nuestro país por la cercanía. en las exportaciones frente a lo que recibimos del país vecino, pero Trump no calibra que tantas cosas frescas, recién cosechadas, pesca de la mejor y animales de pie, etcétera, se obtienen con un gran derroche de recursos mexicanos que no son tomados en cuenta: uso de tierras de cultivo, agua, fertilizantes, pago de mano de obra, gasto de traslados, entre muchos.
OTRA BALADRONADA: LA DE INTELECTUALES MEXICANOS CONTRA AMADO NERVO
La relación del poeta nacido en Tepic en 1870, con el porfiriato, fue el pretexto que usaron algunos escritores y poetas para sepultar la obra del nayarita. Pero muchos de ellos, de la corriente del modernismo, venían precisamente de esa época y algunos ensayistas y escritores como Alfonso Reyes tuvieron nexos familiares directos, igual que Octavio Paz. Este hizo críticas acerbas a la compilación que hizo Jorge Cuesta en 1928, Antología de la Poesía Moderna, con los poetas más conocidos de su tiempo, entre ellos Amado Nervo. De este publicó 7 poemas, algunos muy conocidos como En paz y Pasas por el abismo de mis tristezas. El Nobel se refirió con menosprecio a la selección de Cuesta. En una edición de 1985, de la UNAM, Guillermo Sheridan le hace a Cuesta grandes cuestionamientos por la selección y hasta publica criticas de alguien que dice que Cuesta era un muchacho sin experiencia del que se aprovecharon algunos para que firmara el libro. Pero da la casualidad de que aparte de Nervo aparecen nada menos que Manuel José Othón, Salvador Díaz Mirón, Luis G. Urbina, José Juan Tablada, Enrique González Martínez, Ramón López Velarde, Carlos Pellicer, de los más importantes, para dar una muestra. El que de plano exhibe esa reducción personal de algunos, es José Joaquín Blanco en Crónica de la poesía mexicana (Universidad Autónoma de Sinaloa, 1979) al hacer jiras al poeta nayarita. Para dar un ejemplo del desequilibrio antológico, a Othón le dedica, con parte de sus poemas, 28 páginas y a Nervo ¡media página!, sin publicar ninguno de sus poemas. Lo trata de poeta devaluado y dice que algunos de sus poemas como los patrios, sirven para que los memoricen “los pobres niños” para las ceremonias escolares. Más adelante en el número uno de Poesía en Movimiento (SEP, Siglo XX1. 1985), antología hecha por Octavio Paz, Alí Chumacero, Homero Aridjis y José Emilio Pacheco no se incluye a Nervo y no se si en posteriores números lo hará.
ROMÁNTICISMO, LA RAZA DE BRONCE Y OTROS POEMAS ENCUMBRARON A NERVO
Es cierto que las antologías deben llenar ciertos requerimientos, ¿pero quien los fija?, ¿los propios poetas o escritores que como en las mafias literarias publican a sus amigos y conocidos, como actualmente lo hacen algunos medios de comunicación que excluyen a los que no quieren? Parte de la exclusión puede centrarse además en envidias y fobias. En el caso de Nervo eso lo pudo haber causado la gran fama que tuvieron muchos de sus poemas románticos, bellos, pegajosos, accesibles, algunos a la altura de una clase media que leía a poetas franceses y a un pueblo inculto que se sentía identificado con los sentimientos que fluían de los poemas o con el ritmo sencillo de palabras que les llegaban al corazón. La raza de bronce es uno de los poemas patrios de Amado Nervo, en el que vuelca su verdadero sentir por una patria por la que se siente orgulloso. Está integrado por 186 versos considerados de arte mayor, dividido en 9 partes. Es una exaltación a la raza mexicana cuyo representante central es Benito Juárez, como indio zapoteco que encumbró el puesto de presidente de la república, con su desempeño. A su lado, como fantasmas del pasado que realzan su propia grandeza y la del Benemérito, están Netzahualcóyotl, Ilhuicamina y Cuauhtémoc. A ellos se suma como representante posterior de Juárez, otro gran indio Ignacio Manuel Altmirano. El poema fue estrenado el 19 de julio de 1902 en la Cámara de diputados. Nervo murió hace cien años a los 49 años en Montevideo donde era embajador de México, el 24 de mayo de 1919. He aquí uno de los versos de La raza de bronce, en el que el poeta le pide al Benemérito subsanar sus fallas como ser humano:
Eras tu y a tus pies cayendo al verte:
–Padre te murmuré, quiero ser fuerte: dame tu fe, tu obstinación extraña;
quiero ser como tu firme y sereno;
quiero ser como tu, paciente y bueno;
quiero ser como tu, nieve y montaña.
__Señor alma de luz, cuerpo de bronce.
Soy una chispa: ¡enséñame a ser lumbre!
Soy un guijarro;
¡enséñame a ser cumbre! Soy una linfa;
¡enséñame a ser río! Soy un harapo;
¡enséñame a ser gala Soy una pluma;
¡enséñame a ser ala, y que dios te bendiga Padre mio!