Líneas Quadratín
Las mil madres de los mexicanos
Los mexicanos tienen en una, muchas madres. Y no es albur. La vieja frase “madre solo hay una”, interpretada con muchas variaciones, nunca fue real. Es cierto que biológicamente solo se puede tener una madre, pero la mexicana -quizá hay muchas así en el mundo-, es varias personas a la vez y en algunas no actúa como madre. Como variante es política, es académica, es líder, es chef, es escritora, es maestra y demasiadas cosas.
La madre ya debe ser vista como lo que es, un ser múltiple, para bien y para mal. La idiosincrasia, el modo de ser de los pueblos, se apoya en la crianza primaria. Las madres definen y determinan el futuro de un país. Pero ojo, esas madres no son siempre las mismas.
En su propio entorno y estructura social y económica, subyacen diversas formas de ser, al mismo tiempo. Una madre mexicana es muchas mujeres en forma simultánea.
Y creo que ninguna es igual con las externas, aunque se parezcan. Los teóricos dirán que cada cabeza es un mundo.
Las huicholas, las seris, la mujer que estudió para secretaria, la egresada de una universidad o la que vende quesadillas en las esquinas, si bien pueden compartir creencias religiosas, su mirar, su forma de pensar, es diferente. Y no es la cultura la que las separa. Lo que las diferencia son sus propias vivencias y en algunos casos la toma de conciencia. Hay que añadir en el caso de las madres indígenas su formación comunitaria, su adhesión a legados milenarios; en la mujer media, su cercanía a la cultura también media televisiva o similar; en la universitaria, la formación teórica o científica y en la humilde mujer quesadillera el trajinar cotidiano que la acerca a la cultura de la necesidad. Con estos simples ejemplos, y todos los centenares que se den, sale la formación de los hijos.
EL MACHISMO O LA FORMACIÓN HUMANÍSTICA, DOS CAMINOS MATERNALES
Si en el país hay millones de machos, la influencia tiene que venir del interior familiar. Se ha dicho en muchas voces, que las madres favorecen a sus hijos varones. Hay filmes, novelas, casos concretos que vemos en la vida real.
No es infundio y no es calumnia. Y puede entenderse por los extremos del género que acercan más a las madres a sus hijos hombres cosa que en una sociedad en donde el padre no juega por lo general un rol fundamental, no lo hace con las hijas.
El problema por desgracia, se expresa en una sociedad de afrenta a las mujeres -incluidas desde luego a las madres-, de agresiones diarias, de feminicidios que aumentan, de discriminación laboral.
Con la polarización social que ha hecho de México un estado de casi guerra, como lo sostiene la propia ONU, no es cosa menor hablar de un elemento más en la violencia, como es la influencia directa sobre la formación masculina, cuando está de por medio la vida y la tranquilidad de millones de mujeres.
Pienso en Madre Coraje y sus hijos (Alianza Editorial 2012) del dramaturgo alemán Bertold Brecht autor también de La ópera de los tres centavos, quien creo a un personaje Anna Fierling, que ha sido uno de los más representados en el mundo: el de la mujer ambiciosa por la ganancia, la defensora de la violencia bélica que en su carrera -con su carromato detrás del ejército sueco-, lanza a sus tres hijos a la devastación segura ¿Y que personaje materno más negativo creado en México, que la señora Catalina Creel?
UNA DE LAS MISIONES : HACER DE LOS HIJOS, VERDADEROS SERES HUMAMOS. En sus muchas facetas, miles de madres han dejado, por fortuna, su destino de creadora de machos, para enfrentarse a una realidad diversa, la madre que crea seres humanos, que orienta la vida de sus hijos hacia otras formas de vida. La sacrosanta, la mujer ensalzada, la que no debe tocarse, ha cedido su paso a la mujer práctica y consciente, la que orienta y dirige. Como contrapartida a Madre Coraje… otros autores crearon personajes maravillosos los clásicos que siempre se mencionan en esta época, por su lucha y conciencia.
Máximo Gorki creó un personaje extraordinario, Pelagia Nilovna en La madre (Editorial Cátedra en 1906, con miles de ediciones posteriores), progenitora humilde de un obrero en lucha contra el zarismo, que de su triste situación de madre recluida, pobre e ignorante, resurge en la lucha junto a su hijo y da el mejor ejemplo de lo que puede hacer una madre.
Son muchos los casos elevados a la literatura universal, el de Casa de Muñecas ( Editorial Losada 1998), de Henrik Ibsen, por ejemplo, de la mujer, Nora Helmer, criticada por mujeres conservadoras por abandonar a sus hijos en manos del marido, para buscar por si misma una especie de liberación.
En México el papel de la madre en películas, telenovelas y alguna que otra novela gazmoña, la madre siempre es el ser sufrido, dependiente, lloroso, aunque en ocasiones se le contrapone la mujer malvada, como ya dijimos, del tipo de Catalina Creel, en la historia de Carlos Olmos, Cuna de Lobos. Pero siempre, malvadas, en defensa del hijo varón.