Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
Si alguien toca el libro de texto, violará la ley y según su nivel, maestro, padre, funcionario, deberá ser el castigo. Visité la gran feria de libros en la Plaza de la Revolución y con varios ejemplares, me llevé impreso y en la conciencia, El héroe de nuestro tiempo de Mijail Lérmontov uno de los grandes clásicos rusos. Es terrible pensar que nada ha cambiado desde que ese joven que era el escritor, delineó lo que era en su país zarista, el ser humano. Hoy, eso se aplicaría en todo el mundo y ahora lo sentimos y vemos en México. Si el ser humano es el protagonista de la vida, es lógico que una de sus creaciones lo representarán hasta en sus más íntimas contradicciones. Una de esas creaciones, es el libro. Lo que está pasando en este momento en el país, en una desatada lucha por conservar o arrebatar poderes no es nuevo aquí ni en el mundo. Y como sustitutos inmediatos de los libros, los medios de comunicación, van delineando esas conductas, terribles a veces, que manifiestan lo que hay dentro de cada ser. Hemos visto soberbia, mentira, corrupción, abuso, enfrentamiento, codicia, ignorancia y lo que es más grave, la profundidad de personajes que han participado en el uso del poder y el peligro que representan y que desconocíamos. Uno de esos personajes es Santiago Creel, que ha exhibido en los últimos días una de las facetas más graves del fascismo, la destrucción de lo que no comprende. En ese caso los libros de texto. Le hacen segunda el dirigente panista Marko Cortés y el siempre apegado a su jefe, el locutor Javier Alatorre, enTelevsión Azteca..
QUEMAR LIBROS, ROMPER, SECCIONAR HOJAS O NO APLICAR, VIOLA LA LEY
Cuando aparecen destacados especialistas que tomaron parte en la creación del nuevo libro de texto gratuito y explican el largo y pulcro proceso que se aplicó en los mismos, los otros, los que quieren saquear ese trabajo aplicando cuestiones medievales, amenazan con llamar a quemar los textos, otros a cortar páginas y dejar huérfanos de conocimientos a sus hijos y algunos como la gobernadora de Chihuahua, avisan que no los aplicarán. La ley a la que tanto invocan cuando la necesitan, les va llegar en esta lucha por una educación avanzada y quien secuestre o robe todo el conocimiento que se ha volcado en el libro, debe ser sancionado. El caso está en suspenso mientras el presidente avisa que que para el 28 de agosto los libros estarán en las escuelas. La verdad tarda en ser aceptada, pero los libros estarán listos.
MIJAIL LÉRMONTOV DELINEÓ A UN HÉROE SIN GRANDES VALORES
Todo parece indicar que la causa de la muerte en un duelo a los 27 años, de Mijail Lérmontov, fue su libro clave que han leído millones de personas, El héroe de nuestro tiempo (Siglo XXI 2007) Un tipo con intenciones asesinas, Nicolai Martynov, lo retó a duelo y el escritor perdió la vida. Esa vida ya de por si había sido complicada, porque en varias ocasiones fue enviado al Cáucaso castigado por órdenes del zar. Una de ellas, cuando escribió su famoso poema Muerte de un poeta, la gran protesta que mostró por la muerte de Pushkin también en un duelo, en la que acusó al propio zar. Tanto Pushkin como Lérmontov son dos de los grandes personajes del país en la actualidad en guerra contra Ucrania. El héroe que recorre la obra de Lérmontov, está inserto en una forma que se usaba antes: crear pequeñas novelas y cuentos y con ellos hacer una gran novela. Es lo mismo que hacen algunos escritores actualmente a partir de relatos y narraciones aisladas. Su complejo personaje, que recoge todos esos trabajos literarios, es un ser desencantado, sin notables aspiraciones en la vida, usando a los demás de acuerdo a sus necesidades, sobre todo a las mujeres y siempre sin verdaderas metas en una existencia de hecho estéril. A todo se sumaba en su recorrido casi siempre con metas para obtener ventajas. En sus últimos capítulos, imbuido en el concepto de esa época la predestinación, él mismo quizá sin querer pronosticó su propia muerte y murió de una estocada. Esta metáfora que veía Mijail en el hombre ruso de su época, se inspiraba de alguna manera en Byron el poeta inglés que había delineado en sus poemas seres similares. Y como Pushkin lo había hecho tomó el nombre de su protagonista, Pechorin, de un importante rio ruso, el Pechora. La lección que deja la vemos por desgracia en México, en seres mutilados, con ambiciones vanas y perniciosas, que afloran a la contienda pública para usar el poder. Esos son lo héroes de nuestro tiempo.
El contenido de esta columna es responsabilidad exclusiva del columnista y no del periódico que la publica.