Trump tiene su modo
México es un gran país, lleno de gente buena, de personas que cada día entrega lo mejor de si para llevar el pan a la mesa, para generar empleos, para garantizar un futuro a sus generaciones. Es un país tan grande y lleno de virtudes, que ningún gobierno ha podido terminar con él.
En esta fecha tan especial que nos llena de identidad y nos hace recordar que tenemos raíces muy fuertes y profundas, es necesario que reflexionemos sobre el momento que estamos atravesando, hoy tenemos un invasor en nuestro territorio, y esta ganando grandes porciones del país.
No sólo hablamos del crimen organizado, hablamos del miedo que va dejando a su paso mucha desolación. Prueba de ello son los pueblos que se están quedando vacíos, es el desplazamiento de familias enteras que, por temor al crimen organizado y sus cada vez más salvajes maneras de actuar, tienen que abandonar su patrimonio para poder vivir.
Estamos en un país donde las madres tienen que salir con palas para rascar tierra e intentar encontrar a sus hijos, y tristemente, esta semana el Colectivo de Sonora fue recibido con tiros al llegar a una jornada de búsqueda en Hermosillo; pero ocurrió algo que abona al miedo del que hablamos, autoridades como la secretaria de Gobernación federal, Luisa María Alcalde Luján, aseguró que aunque escucharon tiros, no había sido agresión porque fueron “balazos hacia arriba” o el gobernador Alfonso Durazo que aseguró que no hubo agresión porque no le habían pasado el reporte.
Así vemos que el invasor es el miedo, porque si bien los cárteles y grupos criminales actúan de la peor forma, no hay enfrente un gobierno que brinde esperanza de que las cosas van a cambiar. Han dejado en el desamparo a un pueblo bueno, que de repente se da cuenta que para muchos aspectos, está sólo.
Este miedo está afectando también la soberanía, porque no podemos hablar de que un pueblo es libre si quienes mandan son los criminales, sabemos que ellos imponen la ley, y la perpetúan con acciones cada vez más crueles, prueba de ello es lo que ocurre en Michoacán, donde lugares como Apatzingán o la Ruana son escenarios de enfrentamientos y son atacados por drones, causando muchos daños colaterales.
Estos sitios tan productivos corren un grave riesgo si no se hace frente de manera decidida; porque bajo estas condiciones, las inversiones y la generación de empleo se evaporan y diluyen, arden como los autos incendiados en las carreteras.
Estamos en el umbral de una situación extrema. Necesitamos independizarnos del miedo que paraliza, es urgente que alcemos la voz para exigir al gobierno que encarpete sus “otros datos” y que recuerden su historia, donde fueron decisiones valientes las que lograron nuestra independencia.