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CIUDAD DE MÉXICO., 27 de abril de 2020.- China experimenta una nueva forma de acercamiento con el resto de los países. Sobre todo con aquellos que no tienen recursos para enfrentar la pandemia por coronavirus. Lanzó la “diplomacia de la mascarilla o del barbijo”. Es simple, económica y eficiente para sus planes. Por un lado, le permite limpiar su imagen luego de haber ocultado el alcance del brote de la neumonía atípica que se desarrollaba en Wuhan mucho antes de lo que informó a la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por otro, comprometer a la nación beneficiada para futuros planes.
Esa política exterior podría permitirle a Beijing en un futuro quedarse con explotaciones clave en diferentes puntos del planeta, sobre todo en aquellos donde la transparencia es un bien escaso administrado por unos pocos. América Latina y África encabezan la lista de debilidades.
Europa, más robusta y con instituciones plenas, ya advirtió sobre las intenciones ocultas de Xi Jinping de explorar en áreas de extrema sensibilidad. Fue la vicepresidente de la Comisión Europea, Margrethe Vestager, quien cree que los países del continente deberán invertir en sus empresas para evitar el desembarco chino. “Las personas son más que bienvenidas a hacer negocios, pero no a hacerlo con medios competitivos injustos«, dijo la danesa hace unos días. Hablaba de China.
Hasta hace poco, el continente veía al gigante oriental como un país por el cual no preocuparse y con el que podrían hacerse acuerdos de todo tipo. Tentada por su monumental mercado, la invitó a invertir. En lugar de ello, los empresarios estatales chinos llegaron y comenzaron a adquirir empresas y a copiar sus negocios. Los holandeses, los griegos y los belgas saben de qué se trata la particular movida. “Lo civil y lo militar siempre está conectado por completo”, explica preocupado un empresario que ve cómo la ola inversionista china se expanderá en los próximos meses. Es que, dice, todo desembarco corporativo en un país trae consigo una planificación que va mucho más allá del mero lucro.
Hasta hace pocos meses, antes de la pandemia que ya se cobró la vida de 200 mil personas en todo el planeta, la entrada a los estados pobres era mediante créditos directos. Esos voluminosos préstamos fueron siempre negociados entre Beijing y el país ahogado financieramente. Las tasas suelen ser altísimas, pero el dinero fresco permite salir de algún apuro de caja. También habrá algo que pocos leerán: la letra chica.
En caso de incumplimiento o default, esas cláusulas ocultas -lo sabe bien Venezuela– le facilitará a China adueñarse de sectores estratégicos. En tierra caribeña fueron pozos petroleros. Pero, cada país tiene algo tentador para ofrecer: puertos, gasíferas, centrales nucleares, hidroeléctricas, hidrovías, ferrocarriles, crudo, minería.
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