Confirman muerte de guanajuatense tras accidente carretero en Florida
PEKIN, 2 DE JULIO 2017.- Es mediodía en el puerto de la ciudad de Shanghái y acaba de atracar un crucero lleno de familias. La mayoría son jóvenes y adolescentes, acompañados de sus madres, que llegan cargados de bolsas desde la ciudad de Sasebo (Japón), donde pudieron disfrutar de una pasión generalizada en China: las compras, refiere EFE.
Ropas sencillas, caras limpias y rostros serenos. Nada hace sospechar que unas pocas horas antes, en alta mar, Xu Kaixing llevaba pintada una bandera arcoíris en el rostro, Claire Jieli Yang jugaba emocionada a juegos pícaros de adolescencia en un corro de mujeres y Crystal Yao llevaba puesto un ‘hanfu’, la vestimenta tradicional china, para dar un ‘sí quiero’ simbólico a su pareja hace siete años, Aries Liu, quien hoy luce barba pero hace unos años tenía todavía pechos en su torso.
“Aquí, ellos se sienten libres. No es como en la realidad que se tienen que enfrentar a sus familiares, a sus amigos o a sus compañeros de trabajo, aquí pueden confiar en todo el mundo”, cuenta a Efe Ah Qiang, director ejecutivo de la ONG Pflag China, a bordo del crucero donde se ha celebrado la décima asamblea de esta organización no gubernamental defensora de la comunidad LGBT (lesbianas, Gais, bisexuales y transexuales).
Durante cuatro días, el crucero ha hecho un viaje de ida y vuelta a Shanghái con unas 800 personas a bordo, miembros de esta comunidad y sus familias, quienes pudieron disfrutar de la libertad de proclamar su condición sexual, alejados de la sociedad que en tierra los cohíbe.
Se celebraron, además, las bodas simbólicas de seis parejas gais, una de lesbianas, y dos transgénero, en la que, según Qiang, fue “la primera ceremonia múltiple celebrada en China entre parejas LGTB”.
Según indica, en ellas reinó la felicidad y la fiesta se celebró sobre las aguas del Mar de la China oriental, un país en el que las tradiciones familiares siguen rigiendo fuertemente.
Pese a que, desde hace dos décadas, ser homosexual en China no es un delito, a día de hoy todavía sigue siendo visto por muchos como una enfermedad, un estigma que hace que la mayoría viva su sexualidad en silencio.