Libros de ayer y hoy
Sin duda que López Obrador dejará uno de los mayores testamentos de la historia mexicana.
Herencia de muerte, miedo y miseria por todo el país.
Legado inolvidable para muchos ciudadanos durante mucho tiempo.
Testimonio que quedará marcado en la memoria de por lo menos un millón de familias mexicanas quienes, al final del “sexenio de la muerte”, habrán perdido a por lo menos un ser querido.
Un testamento, el de Obrador, que apenas a la mitad del camino –en sólo 38 meses–, marcó para mal o para peor la vida de por lo menos 1 de cada diez mexicanos.
Uno de cada diez ciudadanos que han perdido a un hijo, un hermano, un padre, un abuelo, un amigo; que han perdido su empleo, su calidad de vida, la esperanza de un mejor futuro.
Uno de cada diez que al final del sexenio habrá perdido la seguridad, la confianza en las instituciones, en la justicia, en la autoridad y que habrá extraviado el futuro propio, el de su familia y, sobre todo, de sus hijos.
Y todo a causa del peor presidente y del gobierno más ineficaz.
Sí, ese será el verdadero testamento de López Obrador; el peor gobierno de la historia, con el mayor número de muertes violentas –casi 115 mil–; de feminicidios sin freno, secuestros al alza y una epidemia de desaparecidos.
Herencia de muerte por la pandemia, con más de medio millón de vidas perdidas a causa del mal manejo sanitario frente a la pandemia.
Sí, el gobierno menos eficiente, con más pobres y menos empleos; el más corrupto, el menos transparente, el menos honesto, el que más lastimó a los ciudadanos que menos tienen.
Y es que la herencia económica de López –igual que el legado político, sanitario, educativo–, será el desastre total; más inflación, menos crecimiento económico, más deuda externa y menos inversión foránea; un país en ruinas.
El peor gobierno en materia de salud, sin medicinas en el sector público, sin médicos y sin hospitales adecuados; sin vacunas básicas y menos para la pandemia, sin medicamentos para niños y mujeres con cáncer.
Herencia a cada recién nacido que llegará a México con una deuda impagable en su vida; ya que tirar el NAIM, endeudar al país como nunca y pelear con el mundo por la locuaz Reforma Eléctrica, nos lleva no sólo a la ruina sino a la quiebra generalizada; una ruina que provocó una mayor fuga de capitales, de bancos, de grandes empresas y, en particular, que ocasionó la pérdida del talento mexicano, el mayor tesoro de todo pueblo.
Peor aún, el de AMLO ya es un legado de violencia criminal imposible erradicar en décadas, ya que la alianza perversa de su gobierno con las bandas criminales hizo posible el empoderamiento de los cárteles hasta niveles de “narco-gobierno” o, peor aún, de “narcoestado”.
Una “herencia maldita” en donde las bandas criminales ya son parte de las instituciones del Estado; ya que con el aval del gobierno, del presidente y del partido Morena, los grupos mafiosos despachan hoy en municipios de todo el país y en gobiernos estatales que les fueron escriturados desde Palacio; son dueños de congresos locales y hasta del Congreso de la Unión.
Testamento que hará ver con nostalgia los tiempos democráticos, en donde la división de poderes era un potente dique contra los abusos del poder presidencial; en donde los contrapesos eran una garantía para las libertades ciudadanas; en donde los derechos humanos eran respetados y en donde el castigo a los excesos oficiales no era letra murta.
Legado, el de López Obrador, sin elecciones libres, confiables y en medio del más vulgar clientelismo oficial; en donde el “narco-voto” será la prueba reina del fin de la democracia electoral, a causa de procesos electorales manoseados por el crimen; sin respeto a la constitución y sin reglas claras.
La mayor debilidad del INE será uno de los legados más perniciosos; sin el rigor del Tribunal Electoral, sin la independencia de la Suprema Corte y con diputados y senadores lacayos que no representan al ciudadano y menos al Pacto Federal.
López dejará una herencia de cientos de periodistas muertos, de medios sometidos y callados mediante la censura previa, con una libertad de expresión muerta y con la crítica y la opinión sepultadas por el marasmo dictatorial.
Grosero legado de un monarca que vive en un Palacio, que no es jefe de gobierno sino del imaginario “reino de Macuspana” y en donde no hay opositores sino lacayos y bufones al servicio del tirano.
Sí, ese México de terror, de muerte, miedo y miseria será el testamento de López Obrador; herencia del peor gobierno de la historia y el mayor depredador de los mexicanos.
Al tiempo.