Líneas Quadratín
Por ahí del año 50 de la era cristiana, cuando el Imperio Romano vivía la decadencia y el caos, el locuaz emperador Calígula vivió los estragos del rechazo social a causa de su mal gobierno.
Y para recuperar el favor popular propuso la guerra con Bretaña. Fracasó cuando los soldados romanos se negaron a una muerte segura.
Al final, Calígula regreso a Roma triunfante, con supuestos presos de guerra y celebró “la victoria militar” desde el balcón de su Palacio.
Sin embargo pocos creyeron el engaño y pronto se descubrió que disfrazó a soldados como presos de guerra para engañar a los romanos.
El pueblo enfureció y poco después Calígula fue asesinado por la Guardia Pretoriana, en complicidad del Senado y Claudia, heredero al trono.
Lo anterior ocurrió hace casi 2000 años.
En el siglo pasado, en 1945, cuando Alemania estaba al borde de la rendición, luego de la Segunda Guerra Mundial, el círculo más cercano de un demencial Adolfo Hitler se negó a decirle al dictador que todo había terminado; que sus delirios de conquistar el mundo habían fracaso.
Durante meses antes de la caída de Alemania, “los hombres” de Hitler vivieron junto con el dictador una realidad alterna y se negaron a contradecir sus ordenes demenciales, en una complicidad que la historia no olvida.
Eso ocurrió hace casi 100 años.
Hoy en México, en el siglo 21, a tres años del populista, dictatorial y militar gobierno de López Obrador, el tirano organizó un grosero acarreo para glorificar el culto a su persona.
Y desde las puertas de su Palacio engañó públicamente a la multitud, al tiempo que su circulo cercano se niega a decirle que su demencial presidencia es todo un fracaso y que asoma la ruina del país.
Y es que López, como Calígula y Hitler, vive en un mundo imaginario; un mundo inexistente frente a la realidad que día a día enfrentan millones de mexicanos desamparados y desesperados.
Millones sin empleo, sin futuro, sin medicinas, sin seguridad, sin salud, sin educación de calidad, sin esperanza; sin todo aquello que les prometió el presidente más votado y el gobierno que más esperanza despertó.
Y frente al fracaso por el desempleo galopante, por la caída del PIB, por la inflación de casi 10 por ciento, por la escandalosa paridad del peso frente al dólar y por 110 mil muertes violentas y más de 600 mil muertes por Covid-19, el pequeño hombre de Palacio gasta dinero y energía en el culto a su persona.
Por ejemplo, en sólo 26 horas ofreció dos “mañaneras” en su Palacio, llenó el Zócalo con miles de acarreados y mintió en más de 300 ocasiones.
Es decir, que en las mañaneras del 1 y 2 de diciembre del 2021, dijo en promedio 60 mentiras en cada una. Y en el discurso del Zócalo –que duró 76 minutos–, dijo 190 mentiras.
Es decir, que 200 minutos –poco más de tres horas–, López dijo 310 mentiras. Y es que no le basta vivir en un Palacio, con 160 sirvientes, sino que sólo vive para mentir y mentir; para mantener vigente una engañosa realidad alterna que, a querer o no, cada día menos ciudadanos le creen.
Claro, además de que miles que son obligados a aplaudir, pasar lista y entregar sus datos de elector para votar a favor de “la ratificación de AMLO”.
¿A qué hora trabaja el presidente, si sólo aparece en las “mañaneras”, comiendo garnachas, en el acarreo y en comilonas con empresarios y amigos?
Pero el verdadero problema no sólo está en las mentiras del presidente y menos en su realidad alterna, inalcanzable para la mayoría de mexicanos.
No, el problema de fondo está en la complicidad de “los hombres del presidente Obrador”, que a cambio de mantener viva la posibilidad de ser el preferidos, no sólo no le dicen la verdad sino que, peor aún, lo engañan.
Dicho de otro modo: ¿qué sanción deben imponer las instituciones del Estado a los lacayos del primer circulo que callan y engañan al presidente?
Pero el problema tampoco está sólo en los ambiciosos demenciales del primer círculo. No, también está en los empresarios que callan ante la debacle del país, mientras simulan aplaudir al tirano de Palacio.
Por ejemplo: ¿qué sabe y qué ha visto en Palacio y en López, el poderoso Carlos Slim; el más influyente de México y del mundo?
Vale la pregunta porque apenas en días pasados, en un foro global, en España, Slim denunció de manera pública a los gobiernos populistas que intentan eternizarse en el poder.
¿A quién se refería Carlos Slim; a su amigo López Obrador?
Tampoco es todo. La complicidad también aparece en la mayoría de los medios de comunicación mexicanos; prensa, radio y televisión.
Todos a una pauta se sumaron al culto al dictador; todos se prestaron a la difusión sin freno de las mentiras oficiales y al engaño público.
Sí, los primeros tres años del gobierno de AMLO se resumen en adulación, fracaso, mentira y acarreo.
Pero la complicidad no sólo es del primer círculo de López, también alcanza a los empresarios y a los dueños de medios.
Al tiempo.