Libros de ayer y hoy
¿Cómo debe entender, el ciudadano de a pie, la venganza lanzada por el presidente López Obrador y por el fiscal Alejandro Gertz Manero, contra una treintena de científicos mexicanos?
¿Cómo entender que, por un lado el mandatario ordena liberar a Ovidio Guzmán, jefe del Cártel de “El Chapo” y, por otro lado, ordena perseguir a mujeres y hombres del Conacyt quienes “cometieron el pecado” de revelar las trampas y mentiras del Fiscal Manero?
¿Cómo entender que el gobierno de Obrador propició y toleró la participación del crimen organizado en las elecciones del pasado 6 de junio –con lo que empoderó a las bandas criminales–, mientras que su “fiscal carnal” persigue a mujeres y hombres de ciencia?
La explicación es la misma que tiene en prisión ilegal a Rosario Robles; la misma que echó de manera ilegal a Eduardo Medina Mora, de la Suprema Corte; la misma explicación por la que son perseguidos gobernadores como Silvano Aureoles y Francisco García Cabeza de Vaca y la misma razón por la que AMLO persigue a periodistas y empresarios que no se pliegan a su poder.
Sí, la explicación se llamas “venganza ejemplar”.
Y es una respuesta propia de tiranos y dictadores; venganza que manda un mensaje claro para toda la sociedad mexicana; un ejemplo de lo que le puede pasar a todo aquel que se atreva a disentir, a retar al poder de un solo hombre y a quien no baje la cabeza ante el tirano.
Es una variación del típico refranero popular: “Escucha Juan, para que entiendas Pedro”.
O si se quiere, es la ratificación del popular: “¡Me canso ganso… que los científicos se van a la cárcel?
Y es que la insistencia del presidente y de su “fiscal carnal” para llevar presos a un puñado de científicos se produce luego que un juez rechazó las denuncias sobre presuntos malos manejos presupuestales, lo que desató la furia de Palacio.
Pero también es cierto que no es novedad el comportamiento rencoroso y vengativo de López Obrador.
Por ejemplo, en los previos al proceso electoral de 2018, muchas veces aquí dijimos que la eventual llegada de AMLO al poder significaría no solo un peligro para México y los mexicanos, sino para las democracias toda.
Muchos nos insultaron, otros nos acusaron de malquerientes de AMLO y los menos aseguraban que “en el poder, Andrés se va a autocontener”.
En los hechos, sin embargo, ocurrió todo lo contrario; con cada día que pasa “Andrés” parece más descompuesto que nunca; más mentiroso, más visceral, más rencoroso, más vengativo y más incongruente.
Y es que a poco más de tres años de la elección que lo convirtió en presidente y a casi 33 meses de ostentar el cargo, está a la vista de todos la tragedia que ha significado la llegada al poder de un autócrata vengativo, rencoroso y nada democrático como López.
Nuestro país enfrenta cuatro grandes crisis, todas ellas estimuladas por el deficiente gobierno de AMLO: la mayor crisis económica en un siglo; la mayor crisis de seguridad y violencia de la historia; la mayor crisis sanitaria y la mayor crisis de bienestar, con una larga cauda de pobres y pobres extremos.
Y los datos duros lo confirman: ya son más de cien mil las muertes violentas; algo así como tres mil muertes al mes, mientras que los feminicidios llegaron a un escandaloso nivel histórico en el mes de agosto, con 107 mujeres asesinadas por motivos de género en todo el país.
Además, claro, de que en pocas semanas se alcanzará la escalofriante cifra de 300 mil vidas perdidas a causa del mal manejo de la pandemia y de una cantidad aún mayor de muertes en exceso.
Todo ello en medio de la escandalosa entrega del poder a los grupos criminales afines al gobierno de Obrador, en los estados de Sinaloa, Sonora, Baja California Sur, Nayarit, Michoacán, Nuevo León y Zacatecas, entre otros.
En pocas palabras, el gobierno federal solapa a sus aliados del crimen organizado y pretende llevar a prisión a las mujeres y los hombres de ciencia y de la academia.
Al tiempo.