Libros de ayer y hoy
Parece incontenible la polarización y el manoseo inconstitucional del proceso electoral; manoseo promovido por el propio presidente y contrario a lo que por décadas pregonó López Obrador, cuando era líder opositor.
Es decir, que una vez convertido en presidente y cuando el estrepitoso fracaso de su gobierno amenaza con una aplastante derrota electoral, entonces Obrador recurre al manoseo del discurso electoral, el mismo que por décadas condenó en presidentes como Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña.
Lo curioso es que, sin embargo, en el espectro mediático apareció un repentino aliado de AMLO; un reputado periodista que jugó las cartas de su credibilidad a favor no sólo del mandatario sino de la impensable intromisión tumultuaria de los poderes públicos en el proceso electoral en curso.
Pero vamos por partes.
Como saben, por más de 20 años –tanto en Tabasco como en la capital del país–, el líder López Obrador exigió que los poderes públicos sacaran las manos de las elecciones. Más aún, AMLO promovió la reforma electoral de 1986-1987, en la que por mandato constitucional se prohibe que el presidente, los gobernadores, alcaldes y líderes del Congreso metan mano en las elecciones; manoseo que alcanzó la calidad de propaganda inconstitucional.
Hoy, cuando Obrador es presidente, curiosamente se ha convertido en la versión moderna de todo aquello que cuestionó como líder opositor; es el presidente que más manosea la contienda electoral en marcha.
Sin embargo, y también de manera impensable, desde el espectro mediático aparecieron aliados del presidente quienes, en forma contundente, rechazan las obligaciones del INE para que ni Obrador, ni los gobernadores, alcaldes o líderes del Congreso metan las manos en las elecciones.
Y es que, por mayoría de votos, el Consejo General del INE ratificó lo que ordenan los artículos 41 y 134 constitucional; que se viola la Carta Magna cuando el presidente, los gobernadores, alcaldes y líderes del Congreso meten mano en la contienda electoral en marcha.
Sin embargo, el su informativo nocturno del viernes 15 de enero, el reputado periodista, Ciro Gómez Leyva, no sólo expresó una postura contraria al INE, sino que aplaudió la violación a los artículos 41 y 134 constitucionales.
Así lo dijo, en el editorial final de su informativo en Imagen Televisión: “No creo que sea una buena decisión mandar callar a los funcionarios, a los lideres, a los gobernadores, a los presidentes.
“Es algo que hemos dicho desde hace muchos años. Creo que tendríamos un mejor país político cuando la consigna sea que hablen todos y no, cállense todos.
“¿Cuándo nos vamos a tener confianza nosotros mismos? ¿Cuándo nos vamos a reconocer como mayores de edad?
“Se puede realmente, eso si, regular el uso de recursos públicos, se puede sancionar de veras la mentira, la calumnia, la incitación a la violencia… pero mandar callar a los gobernantes, no, no, no… La democracia es, en buena medida, voces expresándose en los mementos conflictivos, con todo respeto a los consejeros del INE”. (Fin de la cita)
¿Cómo entender que un prestigiado periodista, como Ciro Gómez Leyva, repetidamente satanizado por el propio presidente –igual que se persigue al Grupo Imagen–, justifique una clara violación a la Constitución, en materia electoral, por un supuesto bien mayor?
Aquí no sabemos qué hay detrás del respaldo de Gómez Leyva al presidente y tampoco pondremos en duda la probada honestidad de Gómez Leyva.
Lo que, si sabemos, sin embargo, es que el respeto a la Constitución y a sus leyes no son actos de fe y tampoco llamado voluntarioso “a las buenas conciencias”; sabemos que respetar el proceso electoral pasa, de manera obligada, por el respeto irrestricto a lo que dicta la Constitución.
Sabemos –igual que lo sabe todo México–, que la democracia, sus derechos y sus libertades se defienden todos los días, palmo a palmo, codo a codo y, sobre todo, de manera ejemplar y con la ley en la mano.
Y aquí también sabemos que no hay buena voluntad y tampoco una pizca de cultura democrática en un presidente que, en sólo 25 meses, ha dicho casi 50 mil mentiras; sabemos que no es confiable un mandatario que todos los días difama, calumnia, engaña, divide y persigue a sus críticos.
Y, sobre todo sabemos que nada bueno pasa cuando un presidente se adueña de las libertades básicas.
Resulta que el 10 de enero de 1997 –hace 23 años–, Gastón García Cantú publicó, en la primera página de Excélsior, el siguiente artículo, a propósito de un supuesto acto de censura presidencial; artículo del que reproducimos un fragmento.
“Un presidente mexicano, por el poder de que dispone, al censurar personas o acciones, condena. Y la condena, en nuestro sistema, termina en persecución.
“La libertad de expresión, cuya corona es la crítica, ha sido dañada irreparablemente. No sólo afecta a periodistas mexicanos o afiliados a los partidos de oposición sino a corresponsales extranjeros. La defensa de la obra de un gobierno no puede convertirse en censura abierta porque se descendería en lo que a sido rechazado: la dictadura.
“Por eso, los discursos presidenciales contra la crítica deben revisarse por salud moral”. (Fin de la cita)
Y, por último, también sabemos que El Tribunal Constitucional Español, en su sentencia 104/1986, definió de la siguiente manera la libertad de expresión, desde entonces parte central de la Constitucional.
“La libertad de expresión y el derecho a la información no sólo son derechos fundamentales de cada ciudadano, sino que significan el reconocimiento y garantía de una institución política fundamental, que es la opinión pública libre, indisolublemente ligada con el pluralismo político que es un valor fundamental y un requisito de funcionamiento del Estado democrático”.
Es decir, la propaganda electoral violatoria de la Constitución no se combate con más propaganda electoral violatoria de la Constitución.
La propaganda electoral ilegal sólo se combate con las instituciones del Estado; instituciones sometidas a la ley y al derecho.
No, Ciro, el respeto a las reglas electorales no significa callar al presidente Obrador ni a ningún político o partido.
No, en realidad se trata de principios más elementales; se trata del respeto a la Constitución y a sus leyes.
Al tiempo.