Líneas Quadratín
¿POR QUÉ HASTA HOY, SEÑOR AÑAYA?
Dice el viejo refranero popular que, “en política no hay sorpresas, sino sorprendidos”.
Y vale el ejercicio memorioso porque son muchos los que se llaman a sorpresa por la “repentina” reaparición de Ricardo Anaya, el ex jefe de los diputados del PAN, expresidente nacional del partido azul y excandidato presidencial, en 2018.
Lo cierto, sin embargo, es que a nadie debiera sorprender el regreso de Anaya a la política y la vida pública.
Y menos debe sorprender –como lo dijimos aquí ayer–, que se presente como “el nuevo salvador de la patria”; iluminado que anuncia que llegará a componer toda la destrucción del gobierno de AMLO.
¿Por qué?
Porque no vieron que Anaya regresaría “por sus fueros y sus ambiciones de poder”, sólo quienes cerraron los ojos a lo que pasó en el PAN en los últimos tres años.
Es decir, que desde que se apoderó de la candidatura presidencial del PAN, Ricardo Anaya se adueño del partido azul y, hasta hoy, sigue siendo el jefe real del segundo partido en importancia en México.
En pocas palabras, nos guste o no, el regreso de Anaya a la vida pública era un secreto a voces; un secreto que no vieron los que no quisieron ver.
Y es que mientras que Anaya se mantenía a distancia de la furia de AMLO –mientras estaba fuera del país–, le encargó el partido a uno de sus incondicionales, “el pelele” Marko Cortes, quien obediente operó –por ejemplo–, la negoción con el PRI y con el gobierno de AMLO, para impedir el registro del Partido México Libre, de Felipe Calderón y Margarita Zavala.
En realidad, Ricardo Anaya volvió a la vida pública una vez que ayudó a la derrota de sus verdaderos enemigos, los Calderón y Zavala –curiosamente los mismos enemigos de López Obrador–, y una vez que el gobierno de AMLO vive los estertores del fracaso.
Por eso, la verdadera sorpresa es que Anaya volvió una vez que pasó lo peor de la persecución dictatorial de Obrador; una vez que el presidente ya no es el poderoso mandatario que llegó a tener hasta el 80 por ciento de las preferencias; una vez que López perdió el 50 por ciento de sus preferencias y una vez que la ultraderecha, agrupada en FRENAAA, es una fuerza real de contención a los excesos de AMLO.
Dicho de otro modo, de nueva cuenta vemos a Ricardo Anaya montado en el oportunismo que lo catapultó –en sólo un quinquenio–, a “los cuernos de la luna”; una vez que los Calderón-Zavala, los periodistas críticos, los intelectuales y los medios independientes hicieron el trabajo de exhibir el verdadero rostro del gobierno de AMLO; la cara del fracaso.
Por eso, se equivocan quienes creen que Ricardo Anaya es el peor enemigo de López Obrador y de su gobierno.
Lo cierto es que hoy, los enemigos de Anaya son los mismos enemigos de López Obrador; la pareja de Margarita Zavala y Felipe Calderón.
Por eso, Anaya y Obrador conspiraron –junto con el PRI–, para impedir el registro del Partido México Libre; por eso harán todo para que el Tribunal Electoral ratifique la decisión del INE –de impedir la participación de Zavala y Calderón en la elección del 2021 y, sobre todo, en la del 2024. Por eso, la ausencia de Anaya en los peores momentos del gobierno de AMLO.
Y es que, en rigor, luego de la victoria de López –en julio de 2018–, el derrotado Ricardo Anaya salió corriendo del país, para ponerse a salvo de la furia vengativa de AMLO, que se enfocó en venganzas contra los Calderón, contra Rosario Robles y contra muchos otros.
Incluso la acusación de Emilio Lozoya a Ricardo Anaya –por presuntos actos de corrupción–, y la supuesta persecución al exjefe nacional del PAN –por parte de la Unidad Financiera de Hacienda–, parecen parte del “juego de espejos” que jugarán Ricardo Anaya y el presidente Obrador.
Y es que, al final, Anaya será factor determinante para impedir una alianza de unidad contra Morena y contra AMLO, sea en las elecciones de 2021 o sea en la contienda electoral del 2024.
Y es que, les guste o no a los azules, con Ricardo Anaya es mayor el riesgo de una victoria de Morena en las próximas elecciones federales.
¿Lo dudan?
Al tiempo.