Libros de ayer y hoy
Como es público, en la presidencial de 2006, el candidato Felipe Calderón derrotó, en una apretada contienda, al candidato López Obrador.
Como también saben, Obrador gritó que le hicieron fraude pero nadie pudo probar tal, ni siquiera un recuento de voto por voto y casilla por casilla.
Lo cierto es que la derrota de Calderón, sobre Obrador, es hasta hoy una de las mayores afrentas para AMLO, al extremo de que el presidente convirtió al michoacano en su némesis; es decir, en su principal enemigo.
Por eso, desde 2006, Obrador y su claque persiguen a Calderón y su gobierno, al que acusan de todos los males; reales o imaginarios.
Pero ya en el delirio discursivo, apenas el lunes 10 de agosto del 2020, López Obrador aseguró que en el gobierno de Calderón “gobernaba el narco; la autoridad estaba al servico del narco, era algo muy grave que no ha pasado en ningún lugar del mundo y aquí todavía hay defensores de estas personas –de Calderón--; mientras en cualquier otro país del mundo sería un escándalo”.
Ante la acusación sin fundamento --y sin más intención que ensuciar la imagen del expresidente--, Calderón respondió, en distintas entrevistas, que lo podían acusar de muchas cosas, menos de saludar de mano a la madre de “El Chapo”; de dejar escapar a “El Chapito”, y tampoco de promover abrazos, en lugar de perseguir al crimen y a los criminales.
Pero hoy, el odio contra el expresidente ya no es el odio de un líder opositor. Hoy, los Calderón Zavala son víctimas del odio presidencial y, si nos apuran, hasta víctimas del “odio de Estado”.
¿Y no son lo mismo el odio presidencial y de Estado y el odio opositor?
No, porque hoy, Obrador no acusa a Calderón, sino que lanza todo el poder presidencial y todo el peso del Estado contra el expresidente.
¿Y por qué esa furia vengativa?
Porque el presidente López vive la amargura de una segunda derrota a manos de Felipe Calderón.
Porque si comparan los primeros 20 meses del gobierno de AMLO, con el mismo tiempo del gobierno de Calderón, el primero resulta reprobado.
Porque AMLO “respira por la herida” de que Calderón fue mejor presidente –de cabo a rabo–, que López Obrador.
Porque en los primeros 20 meses del gobierno de AMLO, los muertos por violencia duplican a los muertos de Calderón en el mismo periodo; porque el desempleo de espanto de AMLO contrasta con los millones de empleos creados por Calderón; porque el crecimiento económico de Calderón deja en ridículo la recesión de AMLO…
Pero tampoco es nuevo el odio presidencial hacia Calderón. Aquí lo documentamos desde el 17 de julio 2019, con el titulo “El fantasma de Calderón persigue a Lopez Obrador”.
Dijimos que la cancelación arbitraria del NAIM; la desaparición de guarderías y estancias infantiles, además de la muerte del Seguro Popular –entre otras instituciones destruidas por el actual gobierno–, “son parte de la venganza del presidente Obrador contra el expresidente Calderón”.
Y explicamos que detrás de esa perversa persecusión de Estado, el objetivo es boicotear la creación del nuevo partido de los Zavala Calderón; partido que podría derrotar a AMLO en la contienda del 2024.
Volvimos al tema el 12 de diciembre de 2019, con el título “García Luna, la venganza de AMLO contra Calderón”.
Dijimos que Obrador no sólo es un político rencoroso sino vengativo y que, por eso, en su primer año de gobierno metió a Calderón hasta en la sopa
¿Por qué la campaña contra Calderón?
Porque –hoy por hoy–, el único capaz de derrotar a Morena en el 2024, es el partido de los Calderón-Zavala.
Y preguntamos: “¿Qué pasará con la escandalosa detención de Genaro García Luna, por parte del gobierno de Trump, quien acusa al ex titular de Seguridad Pública del gobierno de Calderón por delitos vinculados con los cárteles de la droga? ¿Se debilitará la confianza y la credibilidad de los Calderón, con la detención de García Luna?”.
A la distancia nada de eso ocurrió y García Luna aún no es procesado ya que no existen elementos de prueba en su contra.
Volvimos al tema el 6 de enero del 2020, con el titulo: “A través de García Luna, AMLO va por Calderón”.
Dijimos que la detención de García Luna era parte de los acuerdos entre los presidentes Obrador y Trump.
Y volvimos a preguntar: “¿A cambio de qué, el gobierno de Trump le hará “el favor” a López Obrador, de perseguir en tribunales al mayor adversario político del hoy presidente mexicano? ¿A qué tipo de sumisión y abyección se comprometió el presidente Obrador ante el presidente norteamericano, a cambio de su venganza? ¿Qué debemos podemos esperar de las instituciones del Estado mexicano, ante la sumisión interesada de Obrador, en la reelección de Trump? Pronto conoceremos la respuesta”.
Y muy pronto conocimos la respueta. El presidernte mexicano mostró la mayor sumisión de la historia, ante el presidente norteamericano. Y todo a cambio de su venganza.
El 15 de mayo volvimos al tema, con el siguiente tìtulo: “Grita Lopez Obrador… ¡Tenía Razón Calderón!”.
En esa ocasión dijimos que “López Obrador puede disparar toda clase de epítetos y calumnias contra Calderón, pero, en los hechos, resulta que las decisiones, los decretos y hasta el lenguaje corporal del presidente Obrador, gritan lo contrario al discurso oficial; gritan que Calderón tenía la razón al emplear a militares y marinos contra el crimen organizado”
Por último, en el Itinerario Político del 23 de julio del 2020, dijimos que luego del primer año y medio del gobierno de AMLO, “queda claro que, en materia de empleo, crecimiento económico, combate a la violencia, lucha contra el crimen y contención de la pandemia, López Obrador es un perdedor y que fue superado con creces, por Felipe Calderón”
¿Por qué?
Porque vivimos la peor crisis económica de la historia, el peor desempleo en décadas; porque las muertes violentas en el gobierno de AMLO superan las marcas históricas; porque la pandemia está fuera de control y porque México se metió al tercer lugar de muertos, en todo el mundo…”.
Sí, en los hechos, Felipe Calderón derrotó a López Obrador por segunda ocasión.
Y por eso la persecusión.
Al tiempo.
EN EL CAMINO.
Por cierto, cantó el jilguero Lozoya y dijo lo que le dijeron que dijera; que Peña Nieto es un corrupto. Sí, “los testigos colaboradores” son eso, patiños colaboradores.