Querétaro, golpe a la impunidad
Lo mismo hicieron dictadores como Chávez y Maduro, en Venezuela;
lo hizo Hitler, en Alemania; en Italia lo aplicó Mussolini, el padre del
fascismo y, en Uganda, lo hizo Idi Amín.
En la historia de la humanidad son muchos los dictadores que
persiguieron a los hombres y mujeres acaudalados, para despojarlos de su
propiedad privada.
Y en todos los casos el anzuelo favorito fue el “cuento engañabobos” de
lograr una mayor distribución de la riqueza.
Hoy, la frágil democracia mexicana va en esa dirección. Y es que, ante
el fracaso económico de su gestión, el dictador Obrador enseño el talante
depredador de la riqueza privada.
Por eso propuso, en voz del nuevo presidente de Morena, Alfonso
Ramírez Cuéllar, despojar a “los ricos” de su riqueza, para distribuir esa
riqueza entre los pobres.
En pocas palabras, del “¡primero los pobres!”, López Obrador avanza
en dirección a un proyecto aún más demencial; “que mueran todos los ricos”.
O si se quiere que, de ahora en adelante, la consigna en México será
“todos deberán ser pobres”, mientras AMLO vive en un palacio, con 160
sirvientes a su disposición.
Y no, no se trata de una novela de terror, tampoco de una broma y
menos de una información falsa.
Se trata de la propuesta de reforma constitucional que hizo pública, hace
pocas horas, el nuevo presidente de Morena.
Ramírez Cuéllar anunció que su partido presentará al Congreso una
iniciativa para reformar la Constitución, para que el INEGI pueda entrar a los hogares de todo el país –sin restricción alguna–, para revisar el patrimonio inmobiliario y financiero de todos los mexicanos.
Pero no termina ahí. Según la iniciativa, el INEGI también podrá
ingresar a las cuentas del SAT de todos los contribuyentes, para conocer toda la información financiera y bursátil de las personas.
Según el jefe de Morena, la emergencia económica que vive el país
obliga a una medida como esa, que incluye que cada dos años el INEGI
reporte la propiedad privada de cada persona.
Además, se atrevió a hablar de propiedad de la nación, en referencia a
los bienes y los recursos privados.
Así lo dijo: “Tenemos miles de millones de dólares que constituyen una
riqueza totalmente inobservada. Ya no se trata sólo de dar cuenta del ingreso y el gasto de las familias y las personas. Medir la pobreza en México es un gran avance. Ahora se demanda, con urgencia, medir también la desigualdad y la concentración de la riqueza”.
Y concluyó: “La experiencia histórica nos muestra con una terca
contundencia que el Estado de Bienestar sólo puede cobrar vigencia y hacerse realidad cuando pagan más los que más tienen”.
¿De qué tamaño es el nuevo despropósito de Morena?
1.- Con un sentido patrimonialista propios de Chávez y Maduro,
Ramírez Cuéllar lo dice sin pudor: “tenemos miles de millones de dólares que
constituyen una riqueza totalmente inobservada”.
2.- ¿Cree que se trata de una riqueza del Estado, del gobierno? ¿Quiénes
tienen esa riqueza? Se habrá enterado que la Constitución garantiza la
propiedad privada.
3.- ¿Para qué tal riqueza debe ser observada? ¿Pretende seguir los pasos
de Mussolini, Hitler, Chávez y Maduro, que despojaron a “los ricos” para
regalar y saciar con lo robado a las hordas que los mantuvieron en el poder?
4.- ¿Para qué llevar a la Carta Magna una reforma claramente
inconstitucional que, además, violentas garantías individuales fundamentales y
que sólo busca estigmatizar y perseguir a las clases media y alta en México?
5.- Está claro que, por ley, López Obrador pretende perseguir y despojar
de sus bienes, a las clases media y altas; busca exhibirlos como enemigos de
los pobres, como “perros del mal” que acumulan riqueza de manera indebida y que, por ello, deben ser expulsados “del paraíso” en donde solo hay lugar para el pueblo bueno, para los pobres.
Y no, que nadie se equivoque. La pulsión destructiva de AMLO poco o
nada tiene que ver con el socialismo trasnochado que muchos creen o quieren ver en su fallido gobierno.
No, no existe un motor ideológico y menos un credo político. El origen
es vulgar, simple y llano.
En México, llegó al poder un enfermo de odio; un político que odia no
sólo a las mujeres, la belleza y la felicidad; que odia la verdad, la rectitud y la honestidad; que odia el conocimiento, la ciencia y a los científicos; que odia a la clase media y a “los ricos” … que odia como respira.
Y esa es una grave enfermedad mental.
Al tiempo.