Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
No sólo las “conferencias mañaneras” de López Obrador sino el “Grito de Independencia” y el “Desfile Cívico Militar”, se han convertido en groseros actos de propaganda oficial que violan la Constitución.
Por ejemplo, la noche del 15 de septiembre del 2022, un Zócalo repleto y la Cadena Nacional de Radio y Televisión atestiguaron la inusual arenga presidencial contra la corrupción, el clasismo y el racismo.
Así lo dijo AMLO desde el Balcón Central de Palacio: “¡mexicanas y mexicanos; muera la corrupción… muera el clasismo… muera el racismo!”
Mensaje de un presidente cuyo gobierno es de los más corruptos de la historia, quien vive en un Palacio y cuya gestión dejó sin medicinas a cientos de miles de mexicanos y empujó a millones a la pobreza y la pobreza extrema.
Lo peor, sin embargo, es que se trata de un mensaje de propaganda ilegal que violenta la Constitución, igual que el mensaje sobre la Guardia Nacional pronunciado Rosa Icela Rodríguez, la titulas de Seguridad Pública.
Pero no fue todo ya que la propaganda ilegal la vimos en el Desfile Cívico Miliar del 16 de septiembre, en donde militares, marinos y guardias nacionales recorrieron el Zócalo y el Paseo de la Reforma en contingentes alegóricos de los programas sociales del gobierno federal.
En todos los casos actos de propaganda que violentan el artículo 134 constitucional; que reglamenta la forma y el fondo de los mensajes que emiten los tres órdenes de gobierno; federal, estatal y municipal.
Pero el mayor atentado a la Constitución y la mayor monstruosidad a la legalidad son las “mañaneras” del presidente mexicano; un auténtico circo en donde se “siembran” preguntas y se simulan respuestas.
Y es que en los casi 46 meses de la gestión de Obrador, el mandatario ha dicho casi 90 mil mentiras –afirmaciones falsas, engañosas y que no puede probar–, lo que significa que AMLO dice a diario un promedio de 94 mentiras por cada “mañanera”.
Sin duda toda una marca mundial de mentir de una de las mayores maquinarias oficiales de engañar, en el mundo.
¿Pero por qué las “mañaneras” son una violación constitucional?
Por una razón elemental, porque el artículo 134 de la Carta Magna dice lo siguiente: “La propaganda, bajo cualquier modalidad de comunicación social, que difundan como tales, los poderes públicos, los órganos autónomos, las dependencias y entidades de la administración pública y cualquier otro ente de los tres ordenes de gobierno, deberá tener carácter institucional y fines informativos, educativos o de orientación social.
“En ningún caso esta propaganda incluirá nombres, imágenes, voces o símbolos que impliquen promoción personalizada de cualquier servidor público.
“Las leyes, en sus respectivos ámbitos de aplicación, garantizarán el estricto cumplimiento de lo previsto en los dos párrafos anteriores, incluyendo el régimen de sanciones a que haya lugar”. (Fin de la cita del Artículo 134 constitucional)
Queda claro que las “mañaneras” son una promoción personalizada del presidente y de sus “floreros”, además de que no informan, no educan y tampoco orientan, ya que son solo mentiras.
Peor, según Luis Estrada, el director de la empresa SPIN –que analiza los mensajes, veracidad y contenidos de las “mañaneras”, resulta que “casi todo lo que dice el presidente es falso, engañoso o no se puede comprobar”.
Por tanto, mañana a mañana, tanto el presidente, como los servidores públicos que aparecen en tales conferencias violan la Constitución, ya que se trata de groseros actos de propaganda.
¿Y que es la propaganda?
Según distintos expertos, la “propaganda” se define como todos aquellos medios, métodos y técnicas para dar a conocer, divulgar o difundir un mensaje cuyo objetivo es capturar adeptos o seguidores para una causa política, religiosa, social o militar.
En la historia la “propaganda” aparece como una de las armas más poderosas para el adoctrinamiento o la imposición de una ideología, una doctrina o un régimen político, a partir de todos los medios de comunicación posibles; sean tradicionales o emergentes.
La “propaganda” no busca comunicar la verdad y menos la razón; en realidad la “propaganda” persuade al ciudadano sobre las supuestas bondades de un gobierno, una religión o un movimiento social o militar.
Por eso, la “propaganda” se utiliza fundamentalmente en las campañas electorales, para capturar adeptos, pero en tiempos de autocracias, dictaduras y conflictos bélicos se utiliza con fines de adoctrinamiento y exaltación del sentido nacionalista.
Así, por ejemplo, dictaduras como las de Mussolini, Hitler, Stalin y Franco sostuvieron sus dictaduras a partir de poderosos aparatos de propaganda que, con el tiempo, los convirtió en semidioses.
No es casual, por tanto, que el termino “propaganda” provenga de la expresión del latín moderno: “Congregatio de Propaganda Fide” que se traduce como “Congregación para la propagación de la fe”.
Por eso, igual que López Obrador, los mayores propagandistas de la historia han centrado sus campañas de adoctrinamiento en la repetición de la mentira, tantas veces como sea posible, ya que uno de los más acabados objetivos de la “propaganda” es ocultar la verdad, como instrumento fundamental de dominación.
Es decir, que la exaltación de la “propaganda” en los gobiernos populistas y autócratas –como el de AMLO–, no sólo pretende ocultar la verdad y sus objetivos perversos –como el de una dictadura–, sino aparecer como todo aquello que los ciudadanos quisieran ver y escuchar.
Es decir, mediante la propaganda, el gobierno de López Obrador intenta aparecer como un gobierno honesto, eficiente, democrático y preocupado por los pobres, cuando la realidad es que se trata del gobierno más corrupto, ineficaz, dictatorial y al que los pobres sólo le importan para ganar votos.
Sin embargo sigue sin respuesta la pegunta fundamental.
¿Quién será capaz de sancionar al presidente López Obrador y a su gobierno por el uso faccioso, ilegal y violatorio de la Constitución, de la propaganda de las “mañaneras”?
Al tiempo.