Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
Finalmente la jerarquía de la iglesia católica se atrevió a ponerle un “alto” al presidente mexicano.
Luego de cuatro años de prudente silencio; de poner “una y la otra mejilla” frente al poder autoritario de López Obrador, un obispo dio el primer paso y sin estridencia externó lo que piensa la Iglesia Católica.
Curiosamente es lo que todos los mexicanos saben y los jerarcas católicos no se habían atrevido a decir: que la política de seguridad del gobierno de AMLO, la farsa motejada como “abrazos, no balazos”, no es más que “demagogia y complicidad” del mandatario mexicano.
Sí, así de contundente: “demagogia y complicidad”.
Pero la acusación no resultó gratuita, tampoco producto de una ocurrencia y menos de una impronta de temporal.
No, la Iglesia Católica de todo el país, sus distintas congregaciones y regiones pastorales han pasado momentos inéditos de violencia y agresión crecientes en los cuatro años del gobierno de López.
Y, como muestra, un botón.
Apenas el pasado domingo, la jerarquía católica dio a conocer –a través de en reportaje difundido por el diario Excélsior–, que anualmente, por lo menos mil 400 iglesias de distintas denominaciones religiosas “registraron robos y daños a su patrimonio”.
Según el Centro Católico Multimedia, las bandas del crimen organizado han encontrado en sacerdotes, pastores e iglesias de todo el país una “nueva veta” de extorsión, que incluye cobro de piso y cuotas; además de amenazas y chantajes a cambio de “protección”.
Incluso, en muchas regiones del país abundan las parroquias que no puede llevar a cabo la fiesta patronal anual, sin el permiso y el cobro de la cuota respectiva por parte de la banda criminal dominante, según la zona de que se trate.
Todo ello sin contar con el robo de limosnas, arte sacro, instrumentos musicales y hasta el saqueo de letras de bronce de las iglesias.
Es decir, que todas las denominaciones religiosas y sus templos son una poderos fuente de riqueza para las bandas criminales.
Lo curioso del caso es que el escándalo de las agresiones, amenazas y extorsiones a sacerdotes por parte del crimen organizado saltó a la luz pública luego del crimen de dos jesuitas, ocurrido en la Tarahumara de Chihuahua, a manos de un matarife del “Cártel de Sinaloa”.
El crimen le dio la vuelta al mundo y confirmó que en México las mafias criminales son un poder paralelo y creciente, frente al poder menguante del Estado, en especial en los primeros cuatro años de la actual gestión federal; la de López.
Más aún, el escándalo llegó antes que a cualquier otra parte al Obispo de Roma, al Papa Francisco, quien de inmediato condenó el hecho y censuró la violencia y el crimen que imperan en México.
En respuesta, el presidente Obrador acusó a los sacerdotes de iniciar una campaña de desprestigio en su contra y, sobre todo, los acusó de un supuesto “silencio” durante la guerra de Calderón.
Peor aún, en uno más de sus excesos retóricos AMLO dijo que la jerarquía católica está sometida –apergollada–, por la oligarquía y que miente.
Esto luego que el Cardenal de Guadalajara, José Francisco Robles Ortega, denuncio de manera pública que días antes había sido retenido por grupos criminales cuando viajaba a labores pastorales.
Además denunció que en todo el norte del estado de Jalisco casi todas las parroquias deben pagar piso, entregar rentas y ceder limosnas a las bandas criminales dominantes.
Todo ello fue calificado por el presidente mexicano como “un invento” para “dañar a mi gobierno”.
Sin embargo, el pasado sábado, en una celebración religiosa, el obispo de Cuernavaca, Ramón Castro, finalmente se atrevió a decirle “pan al pan y vino al vino”.
Y acusó lo que la mayoría de los mexicanos saben y sufren a diario en carne propia frente al crimen sin freno: que “la estrategia de abrazos, no balazos, no es mas que demagogia y complicidad”.
Así lo expuso, de manera textual: “Nunca será lícito ni legal que la autoridad civil claudique de su responsabilidad en materia de seguridad y paz social, para eso tiene el poder y uso legítimo de la fuerza.
“Abrazos, no balazos, es demagogia y hasta cierto punto complicidad; autoridades no fallen, cumplan su función, garanticen con hechos la seguridad”, exigió, durante la Caminata por la Paz, en Cuernavaca.
Pero no fue todo, además advirtió: “El dolor de la cruz se vuelve más intenso por tanta sangre inocente derramada a lo largo y a lo ancho del país; los índices de violencia y sus estructuras de muerte se han desbordado e instalado en nuestras comunidades, desfigurando a la persona humana destruyendo la cultura de paz”, puntualizó.
Lo cierto, sin embargo, es que no es nuevo el choque de la iglesia católica con López Obrador.
Dos semanas antes de la elección presidencial de julio de 2018, en la celebración dominical en la Basílica de Guadalupe, el arzobispo Primado, Carlos Aguilar Retes habló claro y fuerte y pidió prudencia al emitir el voto y no dejarse llevar por las encuestas.
Así lo señalamos en el Itinerario Político del 20 de junio de 2018, titulado: “¡La Iglesia Católica no apoya a AMLO!”, del que reproducimos un fragmento.
“El arzobispo Primado, Carlos Aguiar Retes, explicó a los asistentes a la Basílica de Guadalupe –en la ceremonia religiosa del pasado domingo–, que frente a la proximidad de las elecciones presidenciales… “lo tengo que decir; que no sean las encuestas las que decidan por nosotros, sino (que) nosotros (debemos) decidir con nuestro voto”.
“Por eso, insistió que los católicos “deben ejercer un voto razonado, refleccionado, pensando en el futuro y que no sean las encuetas las que decidan por nosotros”.
“Pero acaso el llamado más importante del arzobispo Primado fue cuando pidió a los católicos mexicanos “fijarse bien qué candidato ayuda más a garantizar estos valores: vida, familia, educación y libertad religiosa, valores fundamentales para crecer y desarrollarnos”.
“Y frente al proceso electoral dijo que los católicos “hoy tenemos la responsabilidad enorme de elegir a nuestros gobernantes, a quienes van a guiarnos en los próximos años por ese camino; es una responsabilidad social del católico no abstenerse de votar; tenemos que ir a la urna y elegir con plena libertad, en secreto, viendo la propuesta que busque no sólo el beneficio personal, sino el de toda la sociedad”.
“Al final llamó “a pedirle a María de Gaudalupe un pueblo en paz; queremos un pueblo en desarrollo, donde los valores del Reino de Dios se expresen, y colaboremos unos con otros… Pidámosle a nuestra Madre, que a todos nos mueva para esta corresponsabilidad social, con el cariño y el amor que le tenemos. ¡Que así sea!”. (Fin de la cita)
Aquella entrega terminó con la siguiente advertencia.
“Morena se enfrentará a María de Guadalupe; choqe de antología. Al tiempo”.
Sí, debieron pasar cuatro años y el choque entre la Iglesia Católica y el despótico gobierno de AMLO ya está aquí; confrontación que será letal para la dictadura de López Obrador.
Al tiempo.