Cambio de coordenadas
Con la “cachaza de tramposos” que les caracteriza –y que los debía descalificar en una elección limpia–, los preferidos de Palacio para el 2024 ya olvidaron su encomienda de servicio público y dedican todo el tiempo y el dinero oficiales para su precampaña presidencial.
No les importa lo que dicen la ley y la Constitución, porque “los bendecidos” se saben impunes y están seguros de que el árbitro electoral terminará, tarde o temprano, por ser capturado desde Palacio y serán alteradas sus principales atribuciones.
No les importa la imagen de tramposos y ladrones del dinero público, el cual utilizan de manera ilegal y sin pudor para su proselitismo electorero, ya que entienden que en México se ha impuesto la cultura de la “ley del mas fuerte”, antes que la ley a secas.
Y en medio de una de las peores espirales de muerte, ingobernabilidad y violencia de la historia mexicana, la señora Claudia Sheinbaum, y los señores Marcelo Ebrard y Adán Augusto dejaron de lado la atención y solución de los grandes problemas del país para dedicarse al ilegal, grosero e insultante proselitismo electoral.
Un proselitismo que no sólo parece tolerado por el INE, sino que incluso lo estimula el propio presidente y lo solapan tanto los medios como buena parte de los críticos.
Y es que luego de las elecciones del 2021 y del 2022, quedó claro que en México las reglas electorales y los árbitros de las contiendas comiciales son meras figuras decorativas.
En los hechos son pocos los políticos que hacen caso a la ley electoral y son más aquellos lacayos del partido oficial y de los aliados de Palacio que hoy se han convertido en violadores contumaces de la Carta Magna y de las leyes que de ella emanan.
Y toda esa violación a la legalidad electoral sólo confirma –a los ojos del ciudadano–, que en el 2024 veremos una batalla titánica en medio de trampas, ilegalidades y hasta con el peligro de un eventual golpe de Estado.
Es decir, nadie debe descartar el debilitamiento y hasta la anulación de todos los mecanismos constitucionales para hacer vale las leyes electorales y para reconocer el resultado de los comicios.
Por eso, desde hoy el propio presidente prepara no a un sucesor fuerte y capaz de la victoria en las urnas, sino que ha incluido tres potenciales sucesores para provocar una guerra civil capaz de decantar las ambiciones sin freno, por un lado, por el otro lado, de estimular la movilización de todo el país en el ambiente electorero.
Sin embargo, más allá del proselitismo ilegal y grosero que se estimula desde el poder presidencial, todos saben que sólo habrá un elegido y que el único capaz de elegir al sucesor será –sí y sólo sí–, el “dedo de Palacio”; quien juguetea entre Claudia, Marcelo y Adán.
Pero existe un fenómeno político-electoral que pocos han visto y que muchos otros se niegan a analizar con seriedad.
Se trata del fenómeno llamado Ricardo Monreal, que ya desde hoy es una de las más sorprendentes “fugas” del pelotón de los precandidatos a la contienda presidencial del 2024.
Y es que, por increíble que parezca y por sorprendente que resulte, el único aspirante que ya tiene un lugar en la boleta presidencial se llama Ricardo Monreal, curiosamente el más alejado de los afectos de Palacio, pero el que tiene la mayor cantidad de puertas abiertas entre los opositores.
Incluso, no sería descartable que la final de la presidencial del 2024 pudiera resolverse entre alguno de los tres elegidos de Palacio y Monreal, quien sin dudas tendrá que buscar un partido distinto a Morena para cumplir sus aspiraciones de llegar al poder presidencial.
Pero vamos por partes.
Todos saben que Ricardo Monreal es, de los cuatro potenciales aspirantes presidenciales de Morena, el que menos aparece en los afectos del presidente mexicano.
Peor aún, está claro para todo el que quiera verlo, que Monreal es “el apestado” entre los elegidos de Palacio.
Pero curiosamente esa calidad de “malquerido” del presidente convierte a Monreal en “chile de más de uno de los moles” del 2024.
¿Y eso qué significa?
Que seguramente Monreal será relegado de Morena, ya que no cumple los estándares exigidos por López Obrador, para ser un sirviente leal, a toda prueba, para ser el más abyecto, el más arrastrado y el menos indigno.
En pocas palabras, que es un hecho que Monreal serás echado del “paraíso” electoral llamado Morena por cometer el pecado político de pensar con cabeza propia y porque no cuenta con la confianza ciega, absoluta y sin condiciones de López Obrador.
Y frente a esa realidad, Ricardo Monreal ya es hoy el candidato natural de esa farsa electoral llamada Movimiento Ciudadano, cuyo dueño, Dante Delgado, terminará por entregar gustoso la candidatura de su negocio familiar con tal de rechazar la eventualidad de una alianza opositora.
Es decir, que Monreal ya tiene en la bolsa un partido político para jugar por la presidencial del 2024. Sin embargo, sus posibilidades se hacen más grandes frente al eventual fracaso de “las corcholatas” de López.
Y es que frente al desmoronamiento de las candidaturas de la señora Claudia y de los señores Marcelo y Adán, la salvación de Morena y de su dueño, López Obrador, podría ser nada menos que Monreal.
Pero tampoco es todo.
Sí apelamos al refranero popular, que reza que: “para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo”, las posibilidades de Ricardo Monreal se amplían aún más frente a una eventual candidatura por la coalición “Va por México”.
Y esa posibilidad tampoco es remota si se toma en cuenta que Monreal es de los pocos políticos que ha militado en cinco partidos a lo largo de su carrera política.
Sí, es posible que Ricardo Monreal cuente con los arrestos para derrotar a los candidatos de AMLO o, incluso para ser el “plan b” de Obrador.
Sin embargo, existe una pregunta sin respuesta.
¿Monreal será el más capaz y el mejor calificado para sacar a México del pantano al que nos llevó López Obrador?
La respuesta es “no”.
Y en otro momento explicaremos el “no”.
Al tiempo.