Líneas Quadratín
Todos están en campaña.
Desde la cabeza hasta el último de la fila.
Desde López Obrador hasta la que fue “la nana” de sus hijos.
Y es que a todos en Morena les importa más la lucha por el poder presidencial del 2024, que utilizar el poder para llevar a los ciudadanos a un mejor nivel de bienestar.
Por eso, día a día crece la voz popular que exige respuestas y el cumplimiento de la obligación de Estado.
¿Quién trabaja en el gobierno federal, si todos están en la campaña presidencial?
¿Quién resuelve los grandes problemas nacionales, cuando en los últimos 43 meses todo ha sido retroceso, fracaso, fallas y, sobre todo, cuando no se ha cumplido una sola de las promesas del candidato López Obrador?
En efecto, el domingo 12 de junio del 2022 el Partido Morena y toda su claque arrancaron su proselitismo electoral rumbo al 2024; campaña que inicia de manera ilegal y en abierta violación constitucional.
Sí, la Constitución prohíbe los actos anticipados de campaña, lo que convierte al presidente y a todos sus potenciales sucesores, en violadores tumultuarios de la Carta Magna.
Pero el tema resulta más cuestionable si recordamos que al inicio ilegal de la campaña presidencial de Morena, los ciudadanos habremos perdido un tercio del gobierno de AMLO; gestión que en la que el presidente y su gabinete sólo realizarán campaña electoral sin importar los resultados del ejercicio en el poder.
Peor aún, si el sexenio tiene seis meses, y si la campaña presidencial del 2024 consumirá dos años del total del gobierno de AMLO, eso significa que nadie está gobernando.
Significa que vivimos en la peor ingobernabilidad imaginable; la ausencia voluntaria del gobierno, de las responsabilidades del Estado y de la autoridad, con fines político-electorales.
Y si nadie gobierna, la siguiente pregunta resulta obligada: ¿Entonces a dónde van a parar los miles de millones de pesos de dinero público que en los primeros 43 meses de gobierno han dilapidado López Obrador, su partido, sus colaboradores y todo el “boato” presidencial?
¿Quién pedirá cuentas y quién sancionará a los presidenciables que en lugar de trabajar se la pasan en el proselitismo y en el gasto del dinero público con fines personalísimos?
Pero existen otras interrogantes que hacen del gobierno de AMLO una verdadera caricatura de gobierno.
Si nadie gobierna y si todos están en campaña ¿quién atenderá al ciudadano asaltado, al que le robaron en su casa, al que despojaron de su auto; al que despojaron en “la micro”, al que le vaciaron su tarjeta de crédito, al que le cobran piso en su negocio, al que no fue atendido en un hospital público por falta de medicamentos?
¿Quién, desde el gobierno federal, estatal o municipal, fomentará las condiciones para la creación de empleos?
¿Quién será capaz de hacerle frente a las bandas criminales, a los matarifes, a los homicidas; quién pondrá un alto a aquellos que atacan a mujeres por deporte o a los que cometen feminicidios?
¿Quién será capaz de combatir la violencia, dar seguridad a las calles; de promover la inversión externa, de garantizar el abasto de medicinas, de parar la mortandad violenta…?
¿Quién garantizará la libertad de expresión, el derecho a la información y quién obligará al presidente a respetar a los periodistas y críticos; a los que piensan distinto, a los que cuestionan su gobierno?
El problema es que mientras que el país vive su peor crisis de violencia, de inseguridad, económica, salud, empleo, de inflación, de bienestar, de feminicidios, secuestros, masacres, desaparecidos, feminicidios, ataque a periodista… el presidente López Obrador está en campaña para el 2024.
Cuando el país vive una de las mayores crisis de ingobernabilidad de su historia; cuando vive atrapado por la violencia criminal, víctima de la impunidad, en medio de robos como el de Manzanillo, de más de 20 contenedores de oro y plata; cuando México vive la mayor crisis política que ignora a los opositores y deja las puertas abiertas a las bandas criminales… el secretario de Gobernación está en campaña para el 2024.
Cuando la capital del país vive una de sus peores crisis en medio siglo; cuando experimenta la peor crisis de inseguridad y violencia, de secuestros y asaltos; crisis de cobro de piso, de predominio de las bandas criminales, de venta y tráfico de personas; vive la peor ingobernabilidad en medio siglo; vive la mayor crisis de agua, de vialidad, de limpieza, de contaminación… resulta que Claudia Sheinbaum está dedicada a su campaña presidencial del 2024.
En el momento que la diplomacia mexicana vive una etapa negra de su historia; acaso la etapa más negra; cuando vive la más vergonzante alianza con las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela; cuando refleja la peor imagen de un presidente en la historia; la peor sumisión con el expresidente Trump; y cuando parece incapacitada para lavar la imagen de un presidente que es el hazmerreir del mundo… Marcelo Ebrard, el canciller mexicano, está ocupado en su campaña presidencial…
Y cuando el Senado de la República vive uno de los peores momentos de sumisión institucional de su historia frente al poder Ejecutivo, una vez que murió la División de Poderes y cuando una mayoría de senadores se han convertido en lacayos presidenciales –todo en medio de la más escandalosa docilidad frente a la corruptela oficial y al saqueo generalizado desde todas las instituciones del Estado–, resulta que Ricardo Monreal, el jefe de los senadores de Morena está en campaña presidencial.
¿Por qué no declina el presidente ante su notoria incapacidad para el ejercicio del poder?
¿Por qué no dejan sus cargos públicos todos los presidenciables de Morena y se dedican a hacer campaña, solo campaña, y dejan que mexicanos expertos y probados se encarguen de resolver los grandes problemas del país?
No se van y no dejan de hacer campaña ilegal, porque todos en el gobierno de López Obrador ensayan la más costosa de las elecciones de Estado; una elección que, al final, terminará como el Maximato de López.
Al tiempo.