Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
Del refranero popular: “¡Al buen entendedor, pocas palabras!”.
Vale el tema porque desde un Zócalo repleto de acarreados, el pasado 18 de marzo, López Obrador dibujó ante la multitud de aplaudidores que “el dedo” de Palacio apunta a Claudia, como la elegida para el 2024.
Es decir, ninguna novedad en la sucesión presidencial mexicana.
Lo nuevo, en todo caso, fue que AMLO ratificó a Claudia Sheinbaum frente a un nervioso Marcelo Ebrard, el canciller que, como pocos, conoce los secretos del gobierno mexicano frente a Estados Unidos.
Y acaso por eso, Obrador realizó un breve repaso de la expropiación petrolera, del momento geopolítico de la decisión y, en especial, “de la suerte” del presidente Cárdenas de que al frente del gobierno de Estados Unidos estuviera “un gigante de la historia” como el presidente Roosevelt.
Luego dijo que, en su opinión, “posiblemente” el general Cárdenas decidió la sucesión presidencial de 1940 a favor de Manuel Ávila Camacho y no por el general Francisco Mújica, no tanto por el riesgo de una intervención extranjera sino por causas internas; “por la presión brutal de la oposición de la derecha” al proyecto cardenista.
Luego de la aclaración, López dijo: “frente al 2024 nada de zigzaguear; sigamos en los principios de la transformación porque nunca aceptaremos que en México se imponga una minoría por encima de las mayorías”.
Amenaza pura y dura de que el gobierno de López no dejará el poder por la vía institucional; mensaje de que ni la presión de Estados Unidos y de la derecha mexicana le impondrán a su gobierno la sucesión presidencial.
Por tanto, Obrador dibujó a Claudia como la figura ideal para garantiza la continuidad ideológica de su proyecto, mientras que Marcelo Ebrard representa el “zigzagueo” al estilo de Ávila Camacho.
Sin embargo, el presidente mexicano parte de una premisa totalmente equivocada y de una visión maniquea de su gestión frente a la historia.
¿Por qué?
1.- Porque el México del 2023, como parte de la mayor región comercial del mundo, nada tiene que ver con el México de hace más de seis décadas; el México de 1940.
2.- Porque los intereses de México y de los mexicanos en el 2023 y el 2024 –más allá de los intereses y las interpretaciones maniqueas de Obrador–, hoy dejan obsoleto al mundo de 1940.
3.- Porque el presidente López Obrador está a años luz de ser o parecer siquiera cercano al presidente Lázaro Cárdenas.
4.- Porque los intereses políticos, económico y comerciales de México, de Estados Unidos y Canadá –y del resto del mundo–, nada tienen que ver hoy, con lo que vivió el mundo hace seis décadas.
5.- Porque el dizque izquierdismo radical que arropa al gobierno de Obrador no es más que una extensión de las dictaduras de Cuba, Venezuela, Nicaragua, entre otras tiranías del rancio autoritarismo del Continente.
6.- Porque la supuesta Cuarta Transformación de AMLO no es más que una alianza de políticos y empresarios ambiciosos sin límite que pactaron con algunas de las peores mafias criminales que, a su vez, son el mayor peligro para cualquier gobierno de Estados Unidos y para el mundo entero.
7.- Y, sobre todo, porque el México del 2024 defenderá su pertenencia a una democracia real en donde no hay lugar para caudillos y “hombres fuertes” que pretendan imponer al sucesor; porque hoy el voto cuenta y se cuenta.
En pocas palabras, la “continuidad” con la que se comprometió López Obrador en su perorata del 18 de marzo pasado en el Zócalo, no es más que la confirmación de que pretende imponer una tiranía.
En el fondo, López Obrador engaña a los ciudadanos y, sobre todo, engaña a sus lacayos con la verdad; con el cuento de que el pueblo quiere ser rehén de un tirano eternizado en el poder.
Sin embargo, a las pocas horas del mensaje de AMLO, el Departamento de Estado de Estados Unidos ofreció lo que parece una respuesta contundente al locuaz presidente mexicano.
La denuncia de que no puede haber continuidad en una tiranía como la de Obrador, en donde se violan sistemáticamente los derechos humanos, dice el Informe Anual en la materia, en donde México ocupa un apartado especial.
Dice el informe que con AMLO existen “problemas significativos” en las garantías individuales: problemas como ejecuciones extrajudiciales; tortura y desapariciones forzadas; restricción a la libertad de expresión y a los medios de comunicación, además de complicidad oficial con las bandas criminales.
Y claro, Obrador descalificó el informe y dijo que es “politiquería”.
Sí, al final, la presión del mundo obligará a Morena y al mandatario mexicano a postular a un candidato moderado, si es que quiere tener alguna posibilidad de triunfo en el 2024.
Y ese candidato se llama Marcelo Ebrard, quien enfrentará a una poderosa alianza opositora.
Al tiempo.