Un vecino distante, desconfiado y colérico nos vigila
La prensa norteamericana lo dice hoy sin cortapisas: México está en manos de las bandas criminales.
En el gobierno y en el Congreso de Estados Unidos lo dicen sin tapujos: el de López Obrador es un “narco-gobierno” y un “narco-Estado”.
Y la gota que derramó el vaso fue el secuestro de cuatro ciudadanos norteamericanos –dos de ellos muertos–, que fueron “levantados” por las bandas criminales que tienen bajo control el narco-gobierno de Tamaulipas.
Peor aún, el secuestro y crimen se produjeron días después de que congresistas de EU propusieron declarar “terroristas” a bandas criminales mexicanas y que el ex Fiscal William Barr diagnosticara que para combatir al fallido “narco-gobierno” de López, no existe más camino que la intervención militar norteamericana contra los cárteles de Sinaloa y Jalisco.
Mientras tanto, con estupor, la prensa norteamericana se horroriza de las atrocidades del “narco-gobierno” mexicano; la misma prensa y mismo gobierno que por más de cuatro años cerraron los ojos frente a lo que estaba a la vista de todos; que México se convertía en un “narco-gobierno”.
¿De verdad los norteamericanos ignoraban el tamaño del “narco-gobierno” de AMLO?
Y vale preguntar porque sólo quienes cerraron los ojos ignoraron que el proyecto político de Obrador era financiado por los cárteles criminales; incluso muchos se negaron a ver que los 30 millones de votos de 2018 fueron posibles gracias al apoyo de bandas criminales y tampoco vieron que desde el 1 de diciembre en México despacha un “narco-presidente”.
Si lo dudan, aquí las pruebas
El 15 de febrero de 2017, en el Itinerario Político titulado: “¿Financia el “narco” a Morena?”, dije que abundaban “las evidencias de que dinero del narcotráfico entraba a la campaña presidencial del candidato de Morena; dinero que sale del cártel de Sinaloa”. (Fin de la cita)
El 11 de agosto de 2017, en el Itinerario Político titulado: “Alianza de Morena y el “narco”, documenté esa alianza a partir de la paliza en redes al futbolista “Rafa” Márquez, a quien se vinculó con las mafias criminales.
Así lo dije: “¿Por qué la doble moral de una sociedad de contentillo, ciega, sorda y miope que solapa los escándalos que involucran al más aventajado presidenciable, López Obrador, con el financiamiento del crimen organizado, mientras que esa sociedad sataniza al futbolista?
“Lo cierto es que la lista de “narco-políticos” vinculados a Morena es larga y los más recientes casos son el jefe delegacional de Tláhuac, Rigoberto Salgado; Félix Salgado Macedonio, relacionado con los Zetas; Fidel Démecis, José Luis Abarca, el “narco-diputado” Julio César Godoy Toscano, Ricardo Gallardo Cardona, Juan Ignacio García Zalvidea, Miguel Ángel Almaraz, Marco Antonio Mejía y las señoras Yeidckol Polevnsky, Rocío Nahle y Delfina Gómez, entre otros “narco-políticos” que colaboran para Morena y que están a las órdenes de AMLO”. (Fin de la cita)
Pero el horror se reveló a días de la elección presidencial, en el Itinerario Político del 28 de junio de 2018, titulado: “Narcos al poder”.
Aquí un breve resumen de aquella entrega: “Pocos se han ocupado del tema. Muchos lo ignoran deliberadamente mientras la mayoría de los votantes son ajenos a la gravedad del problema.
“Nos referimos al escandaloso número de ciudadanos asesinados por motivos político-electorales en la actual contienda electoral –candidatos o militantes de distintos signos y rangos–, y al insólito número de aspirantes que por temor, amenazas o presiones directas dejaron la contienda.
“Según reportes del portal www.letraroja.com, entre septiembre de 2017 y julio de 2018 fueron asesinados 120 ciudadanos, todos vinculados con el proceso electoral. De ellos, 48 eran candidatos o precandidatos y los atentados se dieron en los Estados de Guerrero, Michoacán, Oaxaca, México, Guanajuato y Puebla.
“Una “perla” de la gravedad del tema es el municipio de Coyuca, en Guerrero, en donde fueron asesinados 11 políticos sólo en 2018.
“Pero esa es sólo una parte del problema, según Excélsior, en el proceso electoral “se bajaron” de la contienda de 2018, 5 mil 700 candidatos, principalmente en estados como Oaxaca, Michoacán y México; sólo en Oaxaca el INE reportó la sustitución de mil 660 candidatos.
“Frente a las escalofriantes cifras obliga preguntar: ¿Estamos ante una “narco-elección”?
“¿Quién está detrás de 120 asesinatos durante el proceso electoral? ¿Cuántos de los candidatos que suplieron a los asesinados fueron impuestos por el crimen o el narcotráfico? ¿Cuántos de los 5 mil 700 candidatos a distintos puestos de elección popular que “se bajaron” de la contienda, lo hicieron por amenazas, presiones o indicaciones del crimen?
“¿Cuántos de los suplentes de esos 5 mil 700 que “se bajaron”, estarán al servicio del crimen? ¿Cuántos diputados federales llegarán al Congreso gracias a sus vínculos con el narcotráfico? ¿Cuántos senadores estarán en un escaño porque deben favores al narcotráfico? ¿Cuántas alcaldías y congresos que se renovarán el domingo próximo estarán encabezadas por políticos impuesto por el crimen organizado?
“Nadie lo sabe; lo cierto es que instituciones del Estado mexicano estarán en manos de matarifes, narcos, sicarios, huachicoleros, tratantes de blancas y administradores de las fortunas producto del crimen.
“: ¿Y qué partido político será el campeón en prestar su franquicia al crimen? Sí, se llama Morena. Al tiempo”. (Fin de la cita)
En ese clima de indiferencia social y de crímenes políticos la primera señal incuestionable del vínculo de Obrador con el Chapo se produjo el 29 de enero de 2019, cuando escaparon del Reclusorio Norte de CDMX –con ayuda del gobierno de Claudia Sheinbaum–, tres reos vinculados al Cártel de El Chapo, entre ellos el contador de criminal.
Era sólo el principio ya que meses después –en junio de 2019–, en una de sus mañaneras, López se dijo “conmovido” por la cadena perpetua que la justicia norteamericana había decretado contra “El Chapo”.
Pero el verdadero escándalo, como todos saben, fue la liberación ilegal de Ovidio Guzmán –el 17 de octubre del mismo 2019–, en medio de la mayor complicidad oficial de la historia.
En el Itinerario Político del 19 de octubre de ese 2019 dije que la orden de liberar al jefe del Cártel de Sinaloa había sido del propio López, lo cual había sido negado de manera oficial. Días después el propio Obrador reconoció que él mismo dio la orden de liberar al “El Chapito”, lo que constituye un delito grave y una violación constitucional.
El segundo “Culiacanazo” se produjo en enero del 2020, cuando todo el peso del Estado se puso al servicio de la familia de “El Chapo” y de los jefes del crimen organizado en México. En esa fecha contrajo matrimonio la hija de “El Chapo”, en fastuosa boda en la Catedral de Culiacán.
En el Itinerario Político del 5 de febrero del 2020, titulado: “¡Silencio de AMLO ante el otro “Culiacanazo!” dije que la boda era otra prueba de la complicidad oficial del gobierno de AMLO con el mayor capo mexicano.
Y es que a los ojos del mundo, el matrimonio convocó a no pocos de los criminales y narcos más buscados, quienes contaron con vigilancia del Ejército y con la complicidad del gobierno de Obrador.
Aquel 5 de febrero del 2020 el Itinerario Político concluyó con la siguiente pregunta: “¿Será el de AMLO un “narco-gobierno”. Al tiempo”. (Fin de la cita)
Pero un nuevo escándalo se produjo el 29 de marzo del 2020, cuando Obrador viajó a Badiraguato para saludar a la madre de “El Chapo”.
En el Itinerario Político del 31 de marzo del 2020, titulado: “¡El saludo de AMLO que ofende a todos!”, expuse que: “Viajar a Badiraguato, Sinaloa, para saludar a la madre de `El Chapo´, no sólo es una imprudencia presidencial sino una ofensa a los mexicanos, al país, a las familias de miles de muertos por el crimen y la violencia y, sobre todo, ofende a una sociedad lastimada por los estragos del mal gobierno de López”.
Dije que nadie, en su sano juicio, se tragaba el cuento de que el encuentro fue “una casualidad” y concluí así: “Queda claro que existe un pacto, un acuerdo o un negocio entre el presidente mexicano y el mayor criminal de la historia. Y ese acuerdo, de la naturaleza que sea, coloca al de López Obrador en calidad de “narco-gobierno”. ¿Es o no el de Obrador un “narco-gobierno”? Al tiempo”. (Fin de la cita)
En preparación de la eleccion histórica que tendrían lugar el 6 de junio del 2021 en 15 entidades del país, en el Itinerario Político del 12 de octubre del 2020 titulado: “El crimen organizado hará fraude en el 2021”; documenté que las bandas criminales controlarían esa elección.
Así lo dije: “A ocho meses de la contienda electoral del 2021, se puede decir que asistimos a la elección en la que, con mayor intensidad, participará el crimen organizado.
“Y es que hoy las bandas criminales ya son parte pública de la vida nacional; dueños de gobiernos estatales y municipales; de puestos de elección popular en los congresos locales y en el Congreso de la Unión, y son amigos del presidente y de sus secretarios de despacho, quienes “los dejan trabajar” a sus anchas y los liberan cuando son capturados.
“Por eso la pregunta no es si los “barones del crimen” participarán en las elecciones del 2021. No, la verdadera interrogante es ¿a favor de qué partido político jugará sus cartas los cárteles criminales?
“La respuesta todos la conocen: el crimen organizado votará a favor del partido del presidente. Al tiempo” (Fin de la cita)
¿Y qué creen?
Sí, en la elección de aquel 6 de junio del 2021, con la ayuda de las bandas criminales, Morena se apoderó de los gobiernos de Michoacán, Sinaloa, Sonora, San Luis Potosí, Baja California y Baja California Sur, Guerrero, Nayarit, Nuevo León y Zacatecas, entre otros.
Y un año después, el 5 de junio del 2022, la historia se repitió y el crimen atrapó importantes gobiernos estatales, como los de Quintana Roo, Hidalgo, Oaxaca y Tamaulipas; todos con presencia criminal.
El 6 de junio del 2022, el Itinerario Político se tituló de la siguiente manera: “Narco-elección y narco-gobiernos”. En esa fecha dije que dos de “los santones” del poder en México, Porfirio Muñoz Ledo y Francisco Labastida, por fin le habían dicho pan al pan y vino al vino.
Y es que sin pelos en la lengua, “los santones” dijeron que el gobierno de Obrador mantiene vínculos con el crimen organizado y que no puede ocultar la alianza con las bandas del narcotráfico.
¡Y qué respondió Obrador?
Cínico, entre risas dijo: “ya están chocheando”.
Hoy, seis años después de que aquí empezamos a documentar que López Obrador construía un “narco-gobierno”, el mundo descubre al “narco-presidente” mexicano y la prensa extranjera se escandaliza por las atrocidades del “narco-Estado” mexicano.
Sí, igual que muchos mexicanos, en el extranjero pocos han querido ver la tragedia que vive México; una tragedia que siempre ha estado a los ojos de todos.
Al tiempo.